Nehemías 1-9

El Libro de Nehemías

CAPITULO 1 
Las tristes noticias de Judá

1 Las palabras de Nehemías hijo de Hacalías: Sucedió en el mes de Quislev del año 20, estando yo en Susa la capital,
2 que Hanani, uno de mis hermanos, llegó de Judá, con algunos hombres. Les pregunté por los judíos que habían escapado, que habían quedado de la cautividad, y por Jerusalén.
3 Ellos me dijeron: "El remanente, los que han quedado de la cautividad allí en la provincia, está en gran dificultad y afrenta. La muralla de Jerusalén está derribada, y sus puertas quemadas a fuego."
4 Cuando escuché estas palabras, me senté, lloré e hice duelo por algunos días. Ayuné y oré delante del Dios de los cielos,
5 y dije: "Oh Jehovah, Dios de los cielos, Dios grande y temible, que guarda el pacto y la misericordia para con los que le aman y guardan sus mandamientos:
6 Por favor, estén atentos tus oídos y abiertos tus ojos para escuchar la oración de tu siervo, que yo hago ahora delante de ti, de día y de noche, por los hijos de Israel, tus siervos. Confieso los pecados que los hijos de Israel hemos cometido contra ti. Sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado.
7 Hemos actuado muy inicuamente contra ti y no hemos guardado los mandamientos, las leyes y los decretos que mandaste a tu siervo Moisés.
8 Acuérdate, por favor, de la palabra que mandaste a tu siervo Moisés, diciendo: ’Si sois infieles, yo os esparciré entre los pueblos.
9 Pero si os volvéis a mí, guardáis mis mandamientos y los ponéis por obra, aunque vuestros desterrados estén en el extremo de los cielos, de allí los reuniré y los traeré al lugar que escogí para hacer habitar allí mi nombre.’
10 Ellos son tus siervos y tu pueblo, a quienes redimiste con tu gran poder y con tu poderosa mano.
11 Oh Jehovah, por favor, esté atento tu oído a la oración de tu siervo y a la oración de tus siervos que quieren reverenciar tu nombre. Prospera, por favor, a tu siervo hoy, y concédele gracia ante aquel hombre."
Entonces yo servía de copero al rey.

CAPITULO 2
Artajerjes envía a Nehemías a Judá

1 Sucedió en el mes de Nisán, en el año 20 del rey Artajerjes, que estando ya el vino delante de él, tomé el vino y se lo di al rey. Y como yo no había estado antes triste en su presencia,
2 el rey me preguntó:
-¿Por qué está triste tu rostro, ya que tú no estás enfermo? Esto no es otra cosa que quebranto de corazón. Entonces tuve muchísimo temor.
3 Y respondí al rey:
-Viva el rey para siempre. ¿Cómo no estará triste mi rostro, cuando la ciudad donde están los sepulcros de mis padres está destruida, y sus puertas están consumidas por el fuego?
4 El rey me preguntó: -¿Qué es lo que pides? Entonces oré al Dios de los cielos
5 y respondí al rey:
-Si le agrada al rey y si tu servidor es acepto delante de ti, envíame a Judá, a la ciudad de los sepulcros de mis padres, para que yo la reedifique.
6 Entonces el rey (y la reina estaba sentada junto a él) me preguntó: -¿Hasta cuándo durará tu viaje, y cuándo volverás? Le agradó al rey enviarme, y le señalé un plazo.
7 Además dije al rey:
-Si al rey le agrada, séanme dadas cartas para los gobernadores de la región de Más Allá del Río, para que me dejen pasar hasta que yo llegue a Judá;
8 y otra carta para Asaf, guarda de los bosques del rey, para que me dé madera para poner vigas a las puertas de la ciudadela del templo, para la muralla de la ciudad y para la casa donde yo estaré.
El rey me lo concedió, pues la bondadosa mano de Dios estaba conmigo.
9 Entonces fui a los gobernadores de Más Allá del Río, y les entregué las cartas del rey. El rey había enviado conmigo jefes del ejército y jinetes.
10 Pero cuando lo oyeron Sanbalat el horonita y Tobías el siervo amonita, se disgustaron en extremo de que alguien viniese para procurar el bien de los hijos de Israel.

Nehemías ante los muros en ruinas

11
Llegué, pues, a Jerusalén; y después de estar allí tres días,
12 me levanté de noche, yo y unos cuantos hombres conmigo, sin declarar a nadie lo que mi Dios había puesto en mi corazón que hiciese por Jerusalén. No llevé conmigo animales, excepto aquel en que yo cabalgaba.
13 Salí de noche por la puerta del Valle hacia el manantial del Dragón y la puerta del Muladar, y examiné los muros de Jerusalén, que estaban derribados, y sus puertas, que estaban consumidas por el fuego.
14 Luego pasé hacia la puerta de la Fuente y el estanque del Rey, pero no había lugar por donde pasase el animal en que cabalgaba.
15 Subí de noche por el arroyo y examiné la muralla. Y de nuevo entré por la puerta del Valle, y regresé.
16 Los oficiales no sabían a dónde me había ido, ni qué había hecho, pues hasta entonces yo no lo había declarado a los judíos, ni a los sacerdotes, ni a los nobles, ni a los oficiales, ni a los demás que habían de hacer la obra.
17 Luego les dije:
-Vosotros veis el mal estado en que nos encontramos: Jerusalén está destruida, y sus puertas están consumidas por el fuego. ¡Venid, reedifiquemos la muralla de Jerusalén, y no seamos más una afrenta!
18 Les declaré cómo la mano de mi Dios estaba conmigo para bien, y también las palabras que el rey me había dicho. Y ellos dijeron: -¡Levantémonos y edifiquemos! Entonces esforzaron sus manos para bien.
19 Pero cuando lo oyeron Sanbalat el horonita, Tobías el siervo amonita y Gesem el árabe, se burlaron de nosotros y nos menospreciaron. Preguntaron:
-¿Qué es esto que estáis haciendo? ¿Os rebeláis contra el rey?
20 Les respondí diciendo: -El Dios de los cielos, él nos prosperará, y nosotros sus siervos nos levantaremos y reedificaremos. Pero vosotros no tenéis ni parte, ni derecho, ni memoria en Jerusalén.

CAPITULO 3
Tramos restaurados de la muralla

1 Se levantó el sumo sacerdote Eliasib con sus hermanos los sacerdotes, y edificaron la puerta de las Ovejas. Ellos la dedicaron y colocaron sus puertas. Dedicaron la muralla hasta la torre de la Centena y hasta la torre de Hananeel.
2 A su lado edificaron los hombres de Jericó, y a su lado edificó Zacur hijo de Imri.
3 Los hijos de Senaa edificaron la puerta del Pescado. Le pusieron sus vigas y colocaron sus puertas, con sus cerraduras y sus cerrojos.
4 A su lado restauró Meremot hijo de Urías, hijo de Cos. A su lado restauró Mesulam hijo de Berequías, hijo de Mesezabeel. A su lado restauró Sadoc hijo de Baaná.
5 A su lado restauraron los de Tecoa, aunque sus hombres importantes no se presentaron para participar en el servicio de su Señor.
6 La puerta Antigua fue restaurada por Joyada hijo de Paséaj y Mesulam hijo de Besodías. Ellos le pusieron sus vigas y colocaron sus puertas, con sus cerraduras y sus cerrojos.
7 A su lado restauraron Melatías de Gabaón y Jadón de Meronot, con los hombres de Gabaón y de Mizpa, que estaban bajo el dominio del gobernador de Más Allá del Río.
8 A su lado restauró Uziel hijo de Harhaías, de los plateros. A su lado restauró Ananías, uno de los perfumistas, y dejaron restaurada Jerusalén hasta el muro ancho.
9 A su lado restauró Refaías hijo de Hur, jefe de la mitad del distrito de Jerusalén.
10 A su lado restauró Jedaías hijo de Harumaf, delante de su casa. A su lado restauró Hatús hijo de Hasabnías.
11 Malquías hijo de Harim y Hasub hijo de Pajat-moab restauraron otro tramo, y también la torre de los Hornos.
12 A su lado restauró Salum hijo de Halojes, jefe de la mitad del distrito de Jerusalén, acompañado de sus hijas.
13 La puerta del Valle la restauró Hanún, con los habitantes de Zanóaj. Ellos la reedificaron y colocaron sus puertas, con sus cerraduras y sus cerrojos, y 1.000 codos de la muralla, hasta la puerta del Muladar.
14 La puerta del Muladar la restauró Malquías hijo de Recab, jefe del distrito de Bet-haquérem. El reedificó y colocó sus puertas, con sus cerraduras y sus cerrojos.
15 La puerta del Manantial la restauró Salum hijo de Coljoze, jefe del distrito de Mizpa. El la reedificó, la proveyó de cubierta y colocó sus puertas, con sus cerraduras y sus cerrojos; también el muro del estanque de Siloé, hacia el jardín del Rey y hasta las escalinatas que descienden de la Ciudad de David.
16 Después de él restauró Nehemías hijo de Azbuc, jefe de la mitad del distrito de Betsur, hasta frente a los sepulcros de David, hasta el estanque artificial y hasta la casa de los Valientes.
17 Después de él restauraron los levitas: Rejum hijo de Bani. A su lado restauró Asabías, jefe de la mitad del distrito de Queila, a nombre de su distrito.
18 Después de él restauraron sus hermanos: Bavai hijo de Henadad, jefe de la mitad del distrito de Queila.
19 A su lado Ezer hijo de Jesúa, jefe de Mizpa, restauró otro tramo frente a la cuesta de la armería de la esquina.
20 Después de él Baruc hijo de Zacai restauró con gran entusiasmo otro tramo, desde la esquina hasta la puerta de la casa del sumo sacerdote Eliasib.
21 Después de él Meremot hijo de Urías, hijo de Cos, restauró otro tramo, desde la entrada de la casa de Eliasib hasta el extremo de la casa de Eliasib.
22 Después de él restauraron los sacerdotes procedentes de la llanura.
23 Después de ellos restauraron Benjamín y Hasub, frente a su casa. Después de ellos restauró Azarías hijo de Maasías, hijo de Ananías, cerca de su casa.
24 Después de él Binúi hijo de Henadad restauró otro tramo, desde la casa de Azarías hasta el ángulo y hasta la esquina.
25 Después de él Palal hijo de Uzai restauró frente a la esquina y la torre alta que sobresale de la casa del rey y que está junto al patio de la guardia. Después de él restauró Pedaías hijo de Paros,
26 con los servidores del templo que vivían en el Ofel, hasta el frente de la puerta de las Aguas, al oriente, y hasta la torre que sobresalía.
27 Después de él los de Tecoa restauraron otro tramo, frente a la torre grande que sobresale, hasta el muro del Ofel.
28 Desde la puerta de los Caballos los sacerdotes restauraron, cada uno frente a su casa.
29 Después de ellos restauró Sadoc hijo de Imer frente a su casa. Después de él restauró Semaías hijo de Secanías, guardia de la puerta oriental.
30 Después de él restauraron otro tramo Ananías hijo de Selemías y Hanún, el sexto hijo de Salaf. Después de ellos Mesulam hijo de Berequías restauró frente a su almacén.
31 Después de él Malquías, uno de los plateros, restauró hasta la casa de los servidores del templo y de los comerciantes, frente a la puerta de la Inspección y hasta la sala alta de la esquina.
32 Y los fundidores y los comerciantes restauraron entre la sala alta de la esquina y la puerta de las Ovejas.

CAPITULO 4
Edificando en circunstancias adversas

1
Sucedió que cuando Sanbalat oyó que nosotros edificábamos la muralla, se enfureció y se encolerizó muchísimo, e hizo burla de los judíos.
2 Entonces habló delante de sus hermanos y del ejército de Samaria, y dijo:
-¿Qué hacen estos miserables judíos? ¿La han de dejar restaurada para sí? ¿Han de volver a ofrecer sacrificios? ¿Han de acabar en un día? ¿Han de hacer revivir las piedras de entre los montones de escombros, estando éstas quemadas?
3 Junto a él estaba Tobías el amonita, quien dijo: -Lo que ellos edifican, si sube una zorra, derribará su muro de piedra.
4 ¡Escucha, oh Dios nuestro, porque somos objeto de desprecio! Devuelve su afrenta sobre sus cabezas, y entrégalos como presa en una tierra de cautividad.
5 No cubras su iniquidad, ni su pecado sea borrado de delante de ti, porque provocaron a los que edificaban.
6 Así reedificamos la muralla, y fueron unidos todos los tramos de la muralla hasta la mitad de su altura; porque el pueblo tuvo ánimo para trabajar.
7 Pero sucedió que cuando Sanbalat, Tobías, los árabes, los amonitas y los de Asdod oyeron que proseguía la reconstrucción de los muros de Jerusalén y que las brechas habían comenzado a ser cerradas, se encolerizaron mucho.
8 Conspiraron todos juntos para venir a combatir contra Jerusalén y causarle daño.
9 Entonces oramos a nuestro Dios, y a causa de ellos pusimos guardia contra ellos de día y de noche.
10 Pero los de Judá dijeron:
-Las fuerzas de los acarreadores se han debilitado, y los escombros son muchos. Nosotros no podremos reedificar la muralla.
11 Y nuestros enemigos dijeron: -Que no sepan, ni vean, hasta que entremos en medio de ellos y los matemos, y hagamos cesar la obra.
12 Pero sucedió que cuando vinieron los judíos que habitaban cerca de ellos, nos dijeron diez veces: "De todos los lugares a donde os volváis, vendrán contra nosotros."
13 Entonces distribuí al pueblo por familias, detrás de la muralla en sus partes más bajas y en sus partes desprotegidas, con sus espadas, sus lanzas y sus arcos.
14 Después que inspeccioné, me levanté y dije a los principales, a los oficiales y al resto del pueblo:
-¡No temáis delante de ellos! Acordaos del Señor grande y temible, y combatid por vuestros hermanos, por vuestros hijos, por vuestras hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas.
15 Sucedió que cuando nuestros enemigos oyeron que nos habíamos enterado y que Dios había desbaratado su plan, volvimos todos al muro, cada uno a su trabajo.
16 Pero desde aquel día la mitad de mis hombres trabajaba en la obra, y la otra mitad empuñaba las lanzas, los escudos, los arcos y las corazas. Y los oficiales estaban detrás de toda la casa de Judá.
17 Tanto los que reedificaban el muro como los que llevaban cargas estaban armados; con una mano trabajaban en la obra y con la otra empuñaban la jabalina.
18 Los que edificaban llevaban cada uno su espada ceñida al cinto; así edificaban. Y el que tocaba la trompeta estaba junto a mí.
19 Entonces dije a los principales, a los oficiales y al resto del pueblo:
-La obra es grande y amplia, y nosotros estamos distanciados en la muralla, lejos los unos de los otros.
20 En el lugar donde oigáis el sonido de la corneta, allí reuníos con nosotros. Y nuestro Dios combatirá por nosotros.
21 Así trabajábamos nosotros en la obra, y la mitad de ellos empuñaban las lanzas, desde la aurora hasta la aparición de las estrellas.
22 En aquel tiempo también dije al pueblo:
-Cada uno quédese con su criado a pasar la noche dentro de Jerusalén, de modo que nos sirvan de noche como centinelas, y de día como obreros.
23 Ni yo, ni mis compañeros, ni mis hombres, ni la guardia que me acompañaba, ninguno de nosotros nos quitamos nuestra ropa; y cada uno tenía su jabalina a su derecha.

CAPITULO 5
Nehemías anula la usura

1 Entonces hubo un gran clamor del pueblo y de sus mujeres contra sus hermanos judíos.
2 Unos decían:
-Nosotros, nuestros hijos y nuestras hijas somos muchos, y necesitamos grano para comer y vivir.
3 Otros decían: -Por causa del hambre hemos empeñado nuestras tierras, nuestras viñas y nuestras casas para comprar grano.
4 Y otros decían: -Hemos tomado prestado dinero para el tributo del rey, empeñando nuestras tierras y viñas.
5 Y ahora, a pesar de ser nuestra carne como la de nuestros hermanos y nuestros hijos como sus hijos, he aquí que nosotros estamos sometiendo a nuestros hijos y a nuestras hijas a ser esclavos. Algunas de nuestras hijas han sido sometidas a servidumbre, y no tenemos posibilidad de rescatarlas; porque nuestras tierras y viñas están en poder de otros.
6 Yo me enojé muchísimo cuando escuché su clamor y estas palabras.
7 Lo medité y reprendí a los principales y a los magistrados, diciéndoles:
-Practicáis la usura, cada uno contra su hermano. Luego congregué contra ellos una gran asamblea,
8 y les dije:
-Nosotros, conforme a nuestras posibilidades, hemos rescatado a nuestros hermanos judíos que habían sido vendidos a los gentiles. Pero vosotros, ¡hasta vendéis a vuestros hermanos, para que ellos vuelvan a ser vendidos a nosotros!
Ellos callaron, pues no supieron qué responder.
9 Y yo dije:
-No está bien lo que hacéis. ¿No debéis andar en el temor de nuestro Dios, para no ser motivo de afrenta ante las naciones que son nuestras enemigas?
10 También yo, mis hermanos y mis criados les hemos prestado dinero y granos. Renunciemos, por favor, a esta usura.
11 Por favor, restituidles en este día sus tierras, sus viñas, sus olivares y sus casas, y renunciad a la usura que les demandáis por el dinero, por el grano, por el vino y por el aceite.
12 Ellos respondieron: -Se lo restituiremos y nada les demandaremos. Haremos como tú dices. Entonces convoqué a los sacerdotes y les hice jurar que harían conforme a esta promesa.
13 Además, sacudí mi ropa y dije:
-Así sacuda Dios de su casa y de su propiedad a todo hombre que no cumpla esta promesa, y que se quede sacudido y vacío. Y toda la congregación respondió: -¡Amén! Alabaron a Jehovah, y el pueblo hizo conforme a esta promesa.

Nehemías renuncia a sus privilegios

14
Además, desde el día en que el rey me comisionó para que fuese gobernador de ellos en la tierra de Judá, desde el año 20 del rey Artajerjes hasta el año 32, es decir, 12 años, ni yo ni mis compañeros comimos del pan del gobernador.
15 Los gobernadores que me antecedieron pusieron un pesado yugo sobre el pueblo, y de ellos tomaron 40 siclos de plata, además del pan y del vino. También sus criados se enseñoreaban del pueblo. Pero yo no hice así a causa del temor de Dios.
16 También participé en la obra de restauración de esta muralla. No compré campos, y todos mis criados estaban juntos allí en la obra.
17 Además, participaban de mi mesa 150 hombres de los judíos y de los magistrados, aparte de los que venían a nosotros de los pueblos que estaban en nuestros alrededores.
18 Lo que se preparaba para cada día era un toro y seis ovejas escogidas. También se preparaban aves para mí; y cada diez días, odres de vino en abundancia. No obstante, nunca exigí el pan del gobernador, porque la servidumbre de este pueblo era pesada.
19 ¡Acuérdate de mí para bien, oh Dios mío, de todo lo que he hecho por este pueblo!

CAPITULO 6
Nehemías vence la intimidación

1 Sucedió que habiendo oído Sanbalat, Tobías, Gesem el árabe y los demás enemigos nuestros que yo había reedificado la muralla y que no quedaban más brechas en ella (aunque hasta aquel tiempo no había colocado las hojas de las puertas),
2 Sanbalat y Gesem enviaron a decirme: "Ven y reunámonos en alguna de las aldeas, en el valle de Ono."
Pero ellos habían pensado hacerme daño.
3 Entonces les envié mensajeros diciendo: "Estoy realizando una gran obra. No puedo ir, porque cesaría el trabajo si yo lo abandonase para ir a vosotros."
4 Cuatro veces me enviaron mensajeros con respecto al mismo asunto, y yo les respondí de la misma manera.
5 Entonces Sanbalat envió a su criado para decirme lo mismo por quinta vez, trayendo en su mano una carta abierta
6 en la cual estaba escrito:
Se ha oído entre los pueblos, y Gesem lo dice, que tú y los judíos pensáis rebelaros, y que por eso tú reedificas la muralla. Según estos rumores, tú has llegado a ser su rey,
7 y has puesto profetas que te proclamen en Jerusalén diciendo: "¡Hay rey en Judá!" Ahora bien, tales palabras han de ser oídas por el rey. Ven, por tanto, y tomemos consejo juntos.
8 Entonces envié a decirle: "No han sucedido esas cosas que tú dices, sino que tú las inventas en tu corazón."
9 Porque todos ellos nos intimidaban pensando: "Se debilitarán sus manos en la obra, y no será llevada a cabo." ¡Pero, oh Dios, fortalece mis manos!
10 Después fui a la casa de Semaías hijo de Delaías, hijo de Mehetabel, porque él estaba encerrado allí. Y me dijo: -Reunámonos en la casa de Dios, dentro del templo, y cerremos las puertas del templo, porque vendrán para matarte. ¡Sí, a la noche vendrán para matarte!
11 Entonces respondí: -¿Un hombre como yo ha de huir? ¿Quién siendo como yo entraría en el templo para salvar su vida? ¡No entraré!
12 Así entendí que Dios no lo había enviado, sino que decía aquella profecía contra mí porque Tobías y Sanbalat le habían contratado.
13 El fue contratado para que yo fuera intimidado e hiciese eso, y así pecara, de modo que les sirviese de mal nombre para desacreditarme.
14 ¡Acuérdate, oh Dios mío, de Tobías y de Sanbalat, conforme a estas obras suyas, y también de la profetisa Noadía y de los otros profetas que trataban de intimidarme!

Conclusión de la muralla

15
La muralla fue terminada el 25 del mes de Elul, en cincuenta y dos días.
16 Y sucedió que cuando nuestros enemigos oyeron esto, y lo vieron todos los pueblos de nuestros alrededores, se sintieron muy humillados ante sus propios ojos y se dieron cuenta de que esta obra había sido llevada a cabo por nuestro Dios.
17 Asimismo, en aquellos días iban muchas cartas de los principales de Judá a Tobías, y las de Tobías venían a ellos.
18 Porque muchos en Judá estaban asociados con él, ya que era yerno de Secanías hijo de Ara, y su hijo Johanán había tomado por mujer a la hija de Mesulam, hijo de Berequías.
19 Ellos contaban delante de mí las buenas obras de él, y le referían mis palabras. Y Tobías enviaba cartas para intimidarme.

CAPITULO 7


1 Sucedió que después que la muralla fue reedificada, coloqué las puertas, y fueron asignados porteros, cantores y levitas.
2 Luego puse a cargo de Jerusalén a mi hermano Hanani y a Ananías, jefe de la fortaleza, por ser éste un hombre de verdad y temeroso de Dios más que muchos.
3 Les dije: "No sean abiertas las puertas de Jerusalén sino hasta que caliente el sol. Y mientras los porteros estén en sus puestos, cerrad las puertas y atrancadlas. Colocad los guardias de los habitantes de Jerusalén, unos en su puesto de guardia, y otros frente a su casa."
4 La ciudad era espaciosa y grande, pero había poca gente dentro de ella, y las casas no estaban reconstruidas.

Los que volvieron con Zorobabel

5
Entonces mi Dios puso en mi corazón que reuniese a los principales, a los magistrados y al pueblo, para que fuesen registrados según su linaje. Así hallé el libro del registro de los que habían subido la primera vez, y encontré escrito en él lo siguiente:
6 "Estos son los hombres de la provincia que regresaron de la cautividad, a quienes Nabucodonosor, rey de Babilonia, había llevado cautivos. Ellos volvieron a Jerusalén y a Judá, cada uno a su ciudad.
7 Vinieron con Zorobabel, Jesúa, Nehemías, Azarías, Raamías, Najamani, Mardoqueo, Bilsán, Misperet, Bigvai, Nejum y Baaná.
"Lista de los hombres del pueblo de Israel:
8 Los hijos de Paros eran 2.172.
9 Los hijos de Sefatías, 372.
10 Los hijos de Araj, 652.
11 Los hijos de Pajat-moab, por el lado de los hijos de Jesúa y Joab, 2.818.
12 Los hijos de Elam, 1.254.
13 Los hijos de Zatu, 845.
14 Los hijos de Zacai, 760.
15 Los hijos de Binúi, 648.
16 Los hijos de Bebai, 628.
17 Los hijos de Azgad, 2.322.
18 Los hijos de Adonicam, 667.
19 Los hijos de Bigvai, 2.067.
20 Los hijos de Adín, 655.
21 Los hijos de Ater, por el lado de Ezequías, 98.
22 Los hijos de Hasum, 328. 23 Los hijos de Bezai, 324.
24 Los hijos de Harif, 112.
25 "Los hijos de Gabaón, 95.
26 Los hombres de Belén y de Netofa, 188.
27 Los hombres de Anatot, 128.
28 Los hombres de Bet-azmávet, 42.
29 Los hombres de Quiriat-jearim, de Cafira y de Beerot, 743. 30 Los hombres de Ramá y de Geba, 621.
31 Los hombres de Micmas, 122.
32 Los hombres de Betel y de Hai, 123.
33 Los hombres del otro Nebo, 52.
34 Los hijos del otro Elam, 1.254.
35 Los hijos de Harim, 320.
36 Los hijos de Jericó, 345.
37 Los hijos de Lod, de Hadid y de Ono, 721.
38 Los hijos de Senaa, 3.930.
39 "Los sacerdotes: Los hijos de Jedaías, de la casa de Jesúa, 973.
40 Los hijos de Imer, 1.052.
41 Los hijos de Pasjur, 1.247.
42 Los hijos de Harim, 1.017.
43 "Los levitas: Los hijos de Jesúa, por el lado de Cadmiel, de los hijos de Hodavías, 74.
44 Los cantores, hijos de Asaf, 148.
45 Los porteros: Los hijos de Salum, los hijos de Ater, los hijos de Talmón, los hijos de Acub, los hijos de Hatita y los hijos de Sobai, 138.
46 "Los servidores del templo: Los hijos de Zija, los hijos de Hasufa, los hijos de Tabaot,
47 los hijos de Queros, los hijos de Siaha, los hijos de Padón,
48 los hijos de Lebana, los hijos de Hagaba, los hijos de Salmai,
49 los hijos de Hanán, los hijos de Gidel, los hijos de Gajar,
50 los hijos de Reayías, los hijos de Rezín, los hijos de Necoda,
51 los hijos de Gazam, los hijos de Uza, los hijos de Paséaj,
52 los hijos de Besai, los hijos de Meunim, los hijos de Nefusim,
53 los hijos de Bacbuc, los hijos de Hacufa, los hijos de Harjur,
54 los hijos de Bazlit, los hijos de Mejida, los hijos de Harsa,
55 los hijos de Barcos, los hijos de Sísara, los hijos de Tema,
56 los hijos de Nezíaj, los hijos de Hatifa.
57 "Los hijos de los siervos de Salomón: Los hijos de Sotai, los hijos de Soféret, los hijos de Perida,
58 los hijos de Jaala, los hijos de Darcón, los hijos de Gidel,
59 los hijos de Sefatías, los hijos de Hatil, los hijos de Poquéret-hazebaim, los hijos de Amón.
60 "Todos los servidores del templo y los hijos de los siervos de Salomón eran 392.
61 "Estos son los que regresaron de Tel-mélaj, de Tel-jarsa, de Querub, de Adón y de Imer, los cuales no pudieron demostrar su casa paterna ni su linaje, si eran de Israel:
62 Los hijos de Delaías, los hijos de Tobías y los hijos de Necoda, 642.
63 "De los sacerdotes: Los hijos de Habaías, los hijos de Cos y los hijos de Barzilai, quien había tomado por mujer a una de las hijas de Barzilai el galadita, y fue llamado según el nombre de ellas.
64 Estos buscaron sus documentos genealógicos, pero no los hallaron; y fueron excluidos del sacerdocio.
65 El gobernador les dijo que no comiesen de las cosas más sagradas hasta que hubiese sacerdote para usar el Urim y Tumim.
66 "Toda la congregación en conjunto era de 42.360,
67 sin contar sus siervos y sus siervas, que eran 7.337. Ellos tenían 245 cantores, hombres y mujeres.
68 Sus caballos eran 736, sus mulos 245,
69 sus camellos 435 y sus asnos 6.720.

Ofrenda para la obra

70
"Algunos de los jefes de las casas paternas dieron para la obra. El gobernador dio para el fondo 1.000 dracmas de oro, 50 tazones y 530 vestiduras sacerdotales.
71 Los jefes de las casas paternas dieron para el fondo de la obra 20.000 dracmas de oro y 2.200 minas de plata.
72 Lo que dio el resto del pueblo fue 20.000 dracmas de oro, 2.000 minas de plata y 67 túnicas sacerdotales.
73 "Los sacerdotes, los levitas, los porteros, los cantores, algunos del pueblo, los servidores del templo y todo Israel habitaron en sus ciudades."

Esdras lee la Ley ante el pueblo

Cuando llegó el mes séptimo, los hijos de Israel ya estaban en sus ciudades.

CAPITULO 8

1 Entonces todo el pueblo se reunió como un solo hombre en la plaza que está frente a la puerta de las Aguas. Y dijeron al escriba Esdras que trajese el libro de la Ley de Moisés, que Jehovah había dado a Israel.
2 El primer día del mes séptimo, el sacerdote Esdras trajo la Ley ante la congregación de hombres y mujeres, y de todo el que era apto para entender lo que oía.
3 Y leyó el libro desde el alba hasta el medio día, frente a la plaza que está ante la puerta de las Aguas, en presencia de hombres, de mujeres y de cuantos podían entender. Y los oídos de todo el pueblo estaban atentos al libro de la Ley.
4 El escriba Esdras estaba sobre una plataforma de madera que habían hecho para ello. Junto a él, a su derecha, estaban Matatías, Sema, Anías, Urías, Hilquías y Maasías; y a su izquierda estaban Pedaías, Misael, Malquías, Hasum, Hasbadana, Zacarías y Mesulam.
5 Esdras abrió el libro a la vista de todo el pueblo, porque él estaba más alto que todo el pueblo. Y cuando lo abrió, todo el pueblo se puso de pie.
6 Entonces Esdras bendijo a Jehovah, el gran Dios; y todo el pueblo, alzando las manos, respondió:
-¡Amén! ¡Amén! Luego se inclinaron y adoraron a Jehovah con el rostro a tierra.
7 Entonces los levitas Jesúa, Bani, Serebías, Jamín, Acub, Sabetai, Hodías, Maasías, Quelita, Azarías, Jozabed, Hanán y Pelaías explicaban la Ley al pueblo, mientras el pueblo permanecía de pie en su lugar.
8 Ellos leían en el libro de la Ley de Dios, explicando y aclarando el sentido, de modo que entendiesen la lectura.
9 Nehemías, que era el gobernador, el sacerdote y escriba Esdras y los levitas que enseñaban al pueblo decían a todo el pueblo:
-¡Este es un día santo para Jehovah vuestro Dios! No os entristezcáis ni lloréis. Porque todo el pueblo lloraba al oír las palabras de la Ley.
10 Luego les dijo:
-Id, comed ricos manjares, bebed bebidas dulces y enviad porciones a los que no tienen nada preparado, porque éste es un día santo para nuestro Señor. No os entristezcáis, porque el gozo de Jehovah es vuestra fortaleza.
11 Los levitas hacían que todo el pueblo guardara silencio, y decían: -Callad, porque el día es santo; no os entristezcáis.
12 Así todo el pueblo se fue a comer y a beber, a enviar porciones y a regocijarse con gran alegría, porque habían entendido las palabras que les habían enseñado.

La fiesta de los Tabernáculo

13
El segundo día se reunieron con el escriba Esdras los jefes de las casas paternas de todo el pueblo, los sacerdotes y los levitas, para profundizar las palabras de la Ley.
14 Y hallaron escrito en la Ley, que Jehovah había mandado por medio de Moisés, que los hijos de Israel debían habitar en cabañas en la fiesta del mes séptimo.
15 Entonces informaron y mandaron pregonar en todas sus ciudades y en Jerusalén, diciendo:
-¡Salid al monte y traed ramas de olivo, ramas de olivo silvestre, ramas de mirto, ramas de palmeras y ramas de árboles frondosos, para hacer cabañas, como está escrito!
16 Entonces el pueblo salió y las trajo. Cada persona hizo cabañas para sí sobre su azotea, en sus patios, en los atrios de la casa de Dios, en la plaza de la puerta de las Aguas y en la plaza de la puerta de Efraín.
17 Toda la congregación que había vuelto de la cautividad hizo cabañas y habitó en ellas, porque desde los días de Josué hijo de Nun hasta aquel día, los hijos de Israel no habían hecho tal cosa.
Había una alegría muy grande.
18 Esdras leía día tras día en el libro de la Ley de Dios, desde el primero hasta el último día. Durante siete días celebraron la fiesta, y al octavo día hubo una asamblea festiva, conforme a lo establecido.

CAPITULO 9
Confesión de los pecados del pueblo

1 El día 24 del mismo mes se reunieron los hijos de Israel en ayuno, vestidos de cilicio y polvo sobre ellos.
2 Los del linaje de Israel ya se habían apartado de todos los extranjeros; y estando de pie, confesaban sus pecados y la iniquidad de sus padres.
3 Puestos de pie en su lugar, leyeron en el libro de la Ley de Jehovah su Dios durante una cuarta parte del día. Durante otra cuarta parte del día confesaron sus pecados y adoraron a Jehovah su Dios.
4 Entonces, sobre la plataforma de los levitas se pusieron de pie Jesúa, Bani, Cadmiel, Sebanías, Buni, Serebías, Bani y Quenani, e invocaron en voz alta a Jehovah su Dios.
5 Los levitas Jesúa, Cadmiel, Bani, Hasabnías, Serebías, Hodías, Sebanías y Petaías dijeron: "¡Levantaos, bendecid a Jehovah vuestro Dios, desde la eternidad hasta la eternidad!"
"Bendigan tu nombre glorioso, y sea exaltado más que toda bendición y alabanza.
6 "Tú eres Jehovah; tú hiciste los cielos, los cielos de los cielos y todo su ejército, la tierra y todo lo que hay en ella, los mares y todo lo que en ellos hay. Tú sostienes con vida a todos; los ejércitos de los cielos te adoran.
7 "Tú eres, oh Jehovah, el Dios que escogiste a Abram. Lo sacaste de Ur de los caldeos y le pusiste por nombre Abraham.
8 Hallaste fiel su corazón delante de ti, e hiciste un pacto con él para darle la tierra de los cananeos, de los heteos, de los amorreos, de los ferezeos, de los jebuseos y de los gergeseos, a fin de darla a su descendencia. Y cumpliste tu palabra, porque tú eres justo.
9 "Miraste la aflicción de nuestros padres en Egipto, y escuchaste su clamor junto al mar Rojo.
10 Hiciste señales y prodigios contra el faraón, contra todos sus servidores y contra todo el pueblo de su tierra. Porque sabías que contra ellos habían actuado con soberbia, y te hiciste un gran nombre, como en el día de hoy.
11 "Dividiste ante ellos el mar, de modo que pasaron en seco por medio de él. Pero a sus perseguidores echaste en las profundidades, como una piedra en las poderosas aguas.
12 Los guiaste de día con una columna de nube, y de noche con una columna de fuego, para alumbrarles el camino por donde habían de ir.
13 "Descendiste sobre el monte Sinaí y les hablaste desde el cielo. Les diste decretos rectos, instrucciones fieles, leyes y mandamientos buenos.
14 Les hiciste conocer tu santo sábado y les prescribiste mandamientos, leyes e instrucciones por medio de tu siervo Moisés.
15 "Cuando tuvieron hambre, les diste pan del cielo; y cuando tuvieron sed, les sacaste agua de la peña. Les prometiste que entrarían para tomar posesión de la tierra por la cual alzaste tu mano jurando que les darías.
16 Pero ellos y nuestros padres actuaron con soberbia; endurecieron su cerviz y no escucharon tus mandamientos.
17 No quisieron escuchar, ni se acordaron de tus maravillas que habías hecho entre ellos. Más bien, endurecieron su cerviz y designaron un jefe para regresar a su esclavitud en Egipto. Pero tú que eres un Dios perdonador, clemente y compasivo, tardo para la ira y grande en misericordia, no los abandonaste.
18 "Aun cuando se hicieron un becerro de fundición, cuando dijeron: ’Este es tu dios que te hizo subir de Egipto’, y cometieron grandes abominaciones,
19 tú por tu gran misericordia no los abandonaste en el desierto. La columna de nube no se apartó de ellos de día, para guiarlos por el camino; ni la columna de fuego de noche, para alumbrarles el camino por el cual habían de ir.
20 Diste tu buen Espíritu para enseñarles. No retiraste de su boca tu maná, y les diste agua para su sed.
21 Los sustentaste durante cuarenta años en el desierto; nada les faltó. Sus vestidos no se envejecieron, ni se hincharon sus pies.
22 "Les entregaste reinos y pueblos, y se los distribuiste por fronteras. Así llegaron a tomar posesión de la tierra de Sejón, es decir, la tierra del rey de Hesbón, y de la tierra de Og, rey de Basán.
23 Multiplicaste sus hijos como las estrellas del cielo, y los llevaste a la tierra que habías prometido a sus padres que entrarían para tomarla en posesión.
24 Sus hijos entraron y tomaron posesión de la tierra. Delante de ellos sometiste a los cananeos, los habitantes de dicha tierra, y los entregaste en su mano, con sus reyes y los pueblos de la tierra, para que hiciesen con ellos según su voluntad.
25 Tomaron ciudades fortificadas y una tierra fértil. Heredaron casas llenas de todo bien, cisternas cavadas, viñas, olivares y muchísimos árboles de fruto comestible. Comieron y se saciaron; engordaron y se deleitaron en tu gran bondad.
26 "Pero fueron desobedientes y se rebelaron contra ti; echaron tu ley a sus espaldas. Mataron a tus profetas que testificaban contra ellos para hacerlos volver a ti, y cometieron grandes abominaciones.
27 Los entregaste en mano de sus enemigos, los cuales los afligieron. Pero clamaron a ti en el tiempo de su tribulación, y tú los escuchaste desde los cielos. Por tu gran misericordia les diste libertadores que los librasen de mano de sus enemigos.
28 Pero apenas obtenían comodidad, volvían a hacer lo malo delante de ti, por lo cual los abandonabas en mano de sus enemigos, que se enseñoreaban de ellos. Pero volvieron a clamar a ti, y tú les escuchaste desde los cielos y los libraste muchas veces por tu misericordia.
29 Les amonestaste para hacerlos volver a tu ley, pero ellos actuaron con soberbia y no escucharon tus mandamientos. Pecaron contra tus decretos, los cuales, el hombre que los cumpla, por ellos vivirá. Dieron las espaldas en rebeldía, endurecieron su cervizy no escucharon.
30 "Por muchos años te mostraste paciente y les amonestaste con tu Espíritu por medio de tus profetas, pero no escucharon. Por eso les entregaste en mano de los pueblos de la tierra. 31 Pero por tu gran misericordia no los consumiste ni los abandonaste, porque tú eres un Dios clemente y misericordioso.
32 "Ahora pues, oh Dios nuestro, Dios grande, fuerte y temible, que guardas el pacto y la misericordia, no sea tenida como poca cosa delante de ti toda la angustia que nos ha alcanzado: a nuestros reyes, a nuestros magistrados, a nuestros sacerdotes, a nuestros profetas, a nuestros padres y a todo tu pueblo, desde los días de los reyes de Asiria hasta el día de hoy.
33 Sin embargo, tú eres justo en todo lo que nos ha sobrevenido. Porque has actuado con verdad, pero nosotros hemos hecho lo malo.
34 Nuestros reyes, nuestros magistrados, nuestros sacerdotes y nuestros padres no pusieron por obra tu ley. No atendieron a tus mandamientos ni a tus advertencias con que les advertiste.
35 Ellos, en su reino, en la abundancia que les diste y en la tierra extensa y fértil que entregaste ante ellos, no te sirvieron ni se volvieron de sus malas obras.
36 "He aquí que hoy nosotros somos esclavos. En cuanto a la tierra que diste a nuestros padres para que comiesen de su fruto y de su bien, he aquí que en ella somos esclavos.
37 El fruto de ella se multiplica para los reyes que a causa de nuestros pecados nos has impuesto. Ellos se enseñorean de nuestros cuerpos y de nuestros ganados, conforme a su voluntad; y estamos en gran angustia."

Compromiso para guardar la ley
38 A causa de todo esto, nosotros hemos hecho un firme compromiso, y lo escribimos. Y fue firmado por nuestros magistrados, por nuestros levitas y por nuestros sacerdotes.

 
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