2ª Reyes 1-6

El Segundo Libro de los Reyes

CAPITULO 1
Elías anuncia el final de Ocozías


1 Después de la muerte de Acab, Moab se rebeló contra Israel. 
2 Ocozías se cayó por la celosía de su sala en el piso superior, en Samaria, y quedó malherido. Entonces envió mensajeros diciéndoles:
-Id y consultad a Baal-zebub, dios de Ecrón, si he de sanar de esta enfermedad. 
3 Entonces el ángel de Jehovah dijo a Elías el tisbita:
-Levántate, sube al encuentro de los mensajeros del rey de Samaria y diles: "¿Acaso no hay Dios en Israel para que vosotros vayáis a consultar a Baal-zebub, dios de Ecrón?
4 Por tanto, así ha dicho Jehovah: ’De la cama a la cual subiste no descenderás, sino que ciertamente morirás.’ "
Entonces Elías se fue.
5 Y cuando los mensajeros regresaron al rey, éste les preguntó:
-¿Por qué habéis regresado? 
6 Ellos le respondieron: -Un hombre vino a nuestro encuentro y nos dijo: "Id, regresad al rey que os envió y decidle que así ha dicho Jehovah: ’¿Acaso no hay Dios en Israel, para que tú mandes a consultar a Baal-zebub, dios de Ecrón? Por tanto, de la cama a la cual subiste no descenderás, sino que ciertamente morirás.’
7 Entonces él les preguntó:
-¿Qué aspecto tenía aquel hombre que vino a vuestro encuentro y os dijo estas palabras? 
8 Ellos le respondieron: -Era un hombre velludo, que tenía ceñido un cinto de cuero a la cintura. Entonces dijo: -El es Elías el tisbita.

Elías confirma a Ocozías su final 

9
Entonces Ocozías envió a Elías un jefe de cincuenta con sus cincuenta hombres. Este fue a él, y he aquí que él estaba sentado en la cumbre del monte, y le dijo:
-Oh hombre de Dios, el rey ha dicho: "¡Desciende!" 
10 Elías respondió y dijo al jefe de cincuenta: -Si yo soy hombre de Dios, que descienda fuego del cielo y te consuma a ti con tus cincuenta. 
Entonces descendió fuego del cielo y lo consumió a él con sus cincuenta. 
11 El rey volvió a enviarle otro jefe de cincuenta con sus cincuenta, y éste le habló diciendo:
-Oh hombre de Dios, el rey ha dicho así: "¡Desciende pronto!" 
12 Elías respondió y les dijo: -Si yo soy hombre de Dios, que descienda fuego del cielo y te consuma a ti con tus cincuenta.
Entonces descendió del cielo fuego de Dios y lo consumió a él con sus cincuenta. 
13 Volvió a enviar un tercer jefe de cincuenta con sus cincuenta. Aquel tercer jefe de cincuenta subió, y al llegar se hincó de rodillas ante Elías y le rogó diciendo:
-¡Oh hombre de Dios, te ruego que sea de valor a tus ojos mi vida y la vida de estos cincuenta siervos tuyos!
14 He aquí, ha descendido fuego del cielo y ha consumido a los dos primeros jefes de cincuenta con sus cincuenta. ¡Sea ahora mi vida de valor a tus ojos! 
15 Entonces el ángel de Jehovah dijo a Elías: -Desciende con él; no le tengas miedo.
Elías se levantó, fue con él al rey
16 y le dijo:
-Así ha dicho Jehovah: "Por cuanto enviaste mensajeros a consultar a Baal-zebub, dios de Ecrón (¿acaso no hay Dios en Israel para consultar su palabra?), por tanto, de la cama a la cual subiste no descenderás, sino que ciertamente morirás."

Muerte de Ocozías rey de Israel 

17
Y Ocozías murió, conforme a la palabra de Jehovah que Elías había hablado. En su lugar comenzó a reinar Joram, en el segundo año de Joram hijo de Josafat, rey de Judá, porque Ocozías no tenía hijo. 
18 Las demás cosas que hizo Ocozías, ¿no están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?

CAPITULO 2
Elías es llevado al cielo
 

1 Aconteció que cuando Jehovah iba a arrebatar a Elías al cielo en un torbellino, Elías venía de Gilgal con Eliseo.
2 Y Elías dijo a Eliseo:
-Por favor, quédate aquí, porque Jehovah me ha enviado a Betel. Eliseo dijo: -¡Vive Jehovah, y vive tu alma, que no te dejaré! Entonces descendieron a Betel.
3 Y los hijos de los profetas que estaban en Betel salieron al encuentro de Eliseo, y le preguntaron:
-¿Sabes que hoy Jehovah arrebatará a tu señor por encima de tu cabeza? El respondió:
-Sí, yo lo sé. Callad. 
4 Elías le volvió a decir: -Eliseo, por favor, quédate aquí, porque Jehovah me ha enviado a Jericó. Y él dijo: -¡Vive Jehovah, y vive tu alma, que no te dejaré!
Y fueron a Jericó.
5 Entonces los hijos de los profetas que estaban en Jericó se acercaron a Eliseo y le preguntaron:
-¿Sabes que hoy Jehovah arrebatará a tu señor por encima de tu cabeza? Y él respondió:
-Sí, yo lo sé. Callad. 
6 Luego le dijo Elías: -Por favor, quédate aquí, porque Jehovah me ha enviado al Jordán. Y él dijo: -¡Vive Jehovah, y vive tu alma, que no te dejaré!
Fueron, pues, los dos.
7 Y llegaron cincuenta hombres de los hijos de los profetas y se pararon al frente, a lo lejos. También ellos dos se pararon junto al Jordán.
8 Entonces Elías tomó su manto, lo dobló y golpeó las aguas, las cuales se apartaron a uno y a otro lado; y ambos pasaron en seco.
9 Y sucedió que cuando habían pasado, Elías dijo a Eliseo:
-Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea arrebatado de tu lado. Eliseo dijo:
-Te ruego que pase a mí una doble porción de tu espíritu. 
10 El dijo:
-Has pedido algo difícil. Si me ves cuando sea arrebatado de tu lado, te será concedido; si no, no. 
11 Aconteció que mientras ellos iban y conversaban, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego los separó a los dos, y Elías subió al cielo en un torbellino.
12 Eliseo, al verlo, gritó:
-¡Padre mío, padre mío! ¡Carro de Israel, y sus jinetes! Nunca más le vio. Y agarrando sus ropas, las rasgó en dos partes.

Eliseo sucede a Elías 

13
Entonces Eliseo recogió el manto de Elías, que se le había caído, y regresó. Luego, deteniéndose a la orilla del Jordán,
14 tomó el manto de Elías que se le había caído, golpeó las aguas y dijo:
-¿Dónde está Jehovah, el Dios de Elías? Y cuando él también golpeó las aguas, éstas se apartaron a uno y a otro lado; y Eliseo cruzó.
15 Lo vieron los hijos de los profetas que estaban en Jericó, al otro lado, y dijeron:
-¡El espíritu de Elías reposa sobre Eliseo!
Entonces fueron hacia él, se postraron ante él en tierra,
16 y le dijeron:
-He aquí, con tus siervos hay cincuenta hombres valerosos. Que vayan ellos y busquen a tu señor; no sea que el Espíritu de Jehovah lo haya levantado y lo haya arrojado en alguna montaña o en algún valle. El dijo:
-No los mandéis. 
17 Ellos insistieron hasta que sintiéndose él avergonzado, dijo: -Enviadlos.
Entonces enviaron a cincuenta hombres, los cuales lo buscaron durante tres días, pero no lo hallaron.
18 Cuando volvieron a él, que se había quedado en Jericó, les dijo:
-¿No os dije que no fueseis?

Eliseo sanea las aguas de Jericó 

19
Entonces los hombres de la ciudad dijeron a Eliseo:
-He aquí, el lugar de esta ciudad es bueno, como lo ve mi señor; pero las aguas son malas, y la tierra es estéril. 
20 Entonces él dijo: -Traedme una vasija nueva y poned en ella sal.
Se la trajeron.
21 Y salió al manantial de las aguas, echó dentro la sal y dijo:
-Así ha dicho Jehovah: "Yo saneo estas aguas, y no habrá en ellas más muerte ni esterilidad." 
22 Y así fueron saneadas las aguas hasta el día de hoy, conforme a las palabras que Eliseo pronunció.

Eliseo y los muchachos de Betel 

23
Después fue de allí a Betel; y cuando subía por el camino, salieron unos muchachos de la ciudad y se burlaban de él diciéndole:
-¡Sube, calvo! ¡Sube, calvo! 
24 Volviéndose hacia atrás, los vio y los maldijo en el nombre de Jehovah. Entonces salieron dos osas del bosque y despedazaron a cuarenta y dos de aquellos niños. 
25 De allí fue al monte Carmelo, y de allí volvió a Samaria.

CAPITULO 3
Joram sube al trono de Israel
 

1 Joram hijo de Acab comenzó a reinar sobre Israel en Samaria, en el año 18 de Josafat, rey de Judá; y reinó 12 años. 
2 El hizo lo malo ante los ojos de Jehovah, aunque no como su padre y su madre, porque quitó la piedra ritual de Baal que había hecho su padre.
3 Sin embargo, persistió en los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, quien hizo pecar a Israel, y no se apartó de ellos.

Eliseo predice la victoria sobre Moab 

4
Mesa, rey de Moab, que era ganadero, pagaba al rey de Israel como tributo 100.000 corderos, más la lana de otros 100.000 carneros.
5 Pero sucedió que cuando murió Acab, el rey de Moab se rebeló contra el rey de Israel.
6 Entonces el rey Joram salió de Samaria y pasó revista a todo Israel.
7 También fue y envió a decir a Josafat, rey de Judá:
-El rey de Moab se ha rebelado contra mí. ¿Irás conmigo a la guerra contra Moab? El respondió: -Sí, iré. Yo soy como tú eres; mi pueblo es como tu pueblo, y mis caballos son como tus caballos.
8 -Y añadió-: ¿Por qué camino iremos?
Joram respondió:
-Por el camino del desierto de Edom. 
9 Partieron, pues, el rey de Israel, el rey de Judá y el rey de Edom, y dieron un rodeo de siete días, hasta que les faltó agua para el ejército y para los animales que les acompañaban.
10 Entonces el rey de Israel dijo:
-¡Ay! ¡Jehovah ha traído a estos tres reyes para entregarlos en mano de los moabitas! 
11 Y Josafat preguntó: -¿No hay aquí algún profeta de Jehovah, para que consultemos a Jehovah por medio de él? Uno de los servidores del rey de Israel respondió diciendo:
-Aquí está Eliseo hijo de Safat, el que solía verter agua en las manos de Elías. 
12 Y Josafat dijo: -La palabra de Jehovah está con él.
El rey de Israel, Josafat y el rey de Edom fueron a él,
13 y Eliseo dijo al rey de Israel:
-¿Qué tengo yo que ver contigo? ¡Vete a los profetas de tu padre y a los profetas de tu madre! Pero el rey de Israel le respondió:
-No, porque Jehovah ha convocado a estos tres reyes para entregarlos en mano de los moabitas. 
14 Entonces Eliseo dijo:
-¡Vive Jehovah de los Ejércitos, a quien sirvo, que si yo no tuviese respeto por Josafat, rey de Judá, no te atendería ni te miraría.
15 Pero ahora, traedme un músico.
Sucedió que mientras el músico tañía, la mano de Jehovah vino sobre Eliseo,
16 y éste dijo:
-Así ha dicho Jehovah: "Haced varios diques en este valle.
17 Porque así ha dicho Jehovah: No veréis viento ni lluvia, pero este valle se llenará de agua; y beberéis vosotros, vuestros animales y vuestro ganado." 18 Esto es poca cosa a los ojos de Jehovah; él también entregará a los moabitas en vuestra mano.
19 Y destruiréis toda ciudad fortificada y toda ciudad importante. Derribaréis todos los árboles buenos, cegaréis todos los manantiales de agua y arruinaréis con piedras todo campo fértil.

Los moabitas son derrotados 

20
Aconteció que por la mañana, a la hora en que se suele presentar la ofrenda vegetal, he aquí que llegaron las aguas por el camino de Edom, y la tierra se llenó de agua. 
21 Cuando todos los de Moab oyeron que los reyes subían para combatir contra ellos, convocaron a todos, desde los que apenas podían ceñirse las armas en adelante, y se situaron en la frontera.
22 Cuando se levantaron temprano por la mañana y el sol resplandeció sobre las aguas, los de Moab vieron desde lejos las aguas rojas como sangre.
23 Entonces dijeron:
-Esto es sangre. Sin duda, los reyes han peleado entre sí, y cada uno ha dado muerte a su compañero. ¡Ahora pues, Moab, al botín! 
24 Pero cuando llegaron al campamento de Israel, se levantaron los israelitas y atacaron a los de Moab, los cuales huyeron ante ellos. E invadieron el país, matando a los de Moab
25 y desolando las ciudades. Cada uno echó su piedra en todas las tierras fértiles, y las llenaron. También cegaron todos los manantiales de agua y derribaron todos los árboles buenos, hasta que sólo Quir-jaréset quedó con sus piedras, pero los que tiraban la honda la rodearon y la atacaron. 
26 Cuando el rey de Moab vio que la batalla se le hacía demasiado difícil, tomó consigo a 700 hombres que sacaban espada, para irrumpir contra el rey de Edom; pero no pudieron.
27 Entonces él tomó a su hijo primogénito, el que había de reinar en su lugar, y lo ofreció en holocausto sobre el muro. Y hubo gran ira contra los israelitas, quienes se retiraron de allí y regresaron a su tierra.

CAPITULO 4
Eliseo y el aceite de la viuda
 

1 Entonces una mujer, que fuera esposa de uno de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo diciendo:
-Tu siervo, mi marido, ha muerto. Tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehovah, pero el acreedor ha venido para llevarse a mis dos hijos como esclavos suyos. 
2 Y Eliseo le preguntó: -¿Qué puedo hacer por ti? Dime qué tienes en casa. Ella respondió:
-Tu sierva no tiene ninguna cosa en casa, excepto un frasco de aceite. 
3 El le dijo:
-Vé y pide prestadas vasijas de fuera, de todas tus vecinas, vasijas vacías; no pidas pocas.
4 Luego entra, cierra la puerta detrás de ti y de tus hijos, y vierte el aceite en todas esas vasijas. Y cuando una esté llena, ponla aparte. 
5 Ella se apartó de él y cerró la puerta detrás de sí y de sus hijos. Ellos le traían las vasijas, y ella vertía el aceite.
6 Y sucedió que cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo:
-Tráeme otra vasija. Y le respondió: -No hay más vasijas.
Entonces el aceite cesó.
7 Luego ella fue y se lo contó al hombre de Dios, quien dijo:
-Anda, vende el aceite y paga tu deuda, y tú y tus hijos vivid de lo que quede.

Eliseo anuncia un hijo a una sunamita 

8
Aconteció que cierto día pasaba Eliseo por Sunem. Y había allí una mujer importante, quien le invitó insistentemente a comer. Y sucedía que cada vez que él pasaba, entraba allí a comer.
9 Entonces ella dijo a su marido:
-He aquí, yo sé que este hombre que siempre pasa por nuestra casa es un santo hombre de Dios.
10 Hagamos un pequeño cuarto en la azotea, y pongamos allí una cama, una mesa, una silla y una lámpara para él, a fin de que cuando venga a nosotros, pueda quedarse allí. 
11 Aconteció que cierto día él llegó por allí, subió al cuarto y se acostó allí.
12 Entonces dijo a Guejazi, su criado:
-Llama a esta sunamita.
Cuando la llamó, ella se presentó delante de él;
13 y Eliseo dijo a Guejazi:
-Dile: "He aquí, tú te has preocupado de nosotros con todo este cuidado. ¿Qué se puede hacer por ti? ¿Necesitas que hable por ti al rey, o al jefe del ejército?" Pero ella respondió:
-Yo habito en medio de mi pueblo. 
14 Eliseo preguntó: -¿Qué, pues, haremos por ella? Y Guejazi respondió:
-A la verdad, ella no tiene hijos, y su marido es viejo. 
15 Entonces Eliseo dijo: -Llámala.
El la llamó, y ella se detuvo a la puerta.
16 Entonces él dijo:
-El año que viene, por este tiempo, tú abrazarás un hijo. Ella dijo:
-¡No, señor mío, hombre de Dios! ¡No engañes a tu sierva! 
17 Pero la mujer concibió y dio a luz un hijo al año siguiente, por el tiempo que Eliseo le había dicho.

Eliseo resucita al hijo de la sunamita 

18
Cuando el niño creció, sucedió cierto día que fue a donde estaban su padre y los segadores.
19 Y dijo a su padre:
-¡Mi cabeza, mi cabeza! Y el padre dijo a su criado: -Llévalo a su madre. 
20 Lo tomó y lo llevó a su madre. El niño estuvo recostado sobre las rodillas de ella hasta el mediodía; luego murió.
21 Entonces ella subió, lo acostó sobre la cama del hombre de Dios, cerró la puerta y salió.
22 Después llamó a su marido y le dijo:
-Te ruego que me mandes uno de los criados y una de las asnas, para que yo corra hacia el hombre de Dios y regrese. 
23 El preguntó: -¿Para qué vas a verle hoy? No es luna nueva ni sábado. Y ella respondió:
-Paz. 
24 Después hizo aparejar el asna y dijo a su criado:
-Toma la rienda y anda. No te detengas por mí en el viaje, a menos que yo te lo diga. 
25 Ella se marchó y llegó a donde estaba el hombre de Dios, en el monte Carmelo. Y sucedió que cuando el hombre de Dios la vio de lejos, dijo a su criado Guejazi:
-He allí la sunamita.
26 Ahora, por favor, corre a su encuentro y pregúntale: "¿Te va bien? ¿Le va bien a tu marido? ¿Le va bien a tu hijo?"
Y ella respondió:
-Bien. 
27 Cuando ella llegó al monte, al hombre de Dios, se asió de sus pies. Guejazi se acercó para apartarla, pero el hombre de Dios le dijo:
-Déjala, porque su alma está en amargura. Jehovah me ha encubierto el motivo, y no me lo ha revelado. 
28 Ella dijo:
-¿Acaso pedí yo un hijo a mi señor? ¿No te dije que no me llenaras de falsas esperanzas? 
29 Entonces él dijo a Guejazi:
-Ciñe tus lomos, toma mi bastón en tu mano y anda. Si encuentras a alguien, no le saludes. Si alguien te saluda, no le respondas. Y pon mi bastón sobre la cara del niño. 
30 La madre del niño dijo:
-¡Vive Jehovah, y vive tu alma, que no me apartaré de ti! 
31 Entonces él se levantó y la siguió. Guejazi se adelantó a ellos y puso el bastón sobre la cara del niño. Pero éste no habló ni reaccionó, de modo que Guejazi volvió al encuentro de Eliseo y le dijo:
-El niño no se ha despertado. 
32 Cuando Eliseo llegó a la casa, he aquí que el niño estaba muerto, tendido sobre su cama.
33 Entonces entró, cerró la puerta detrás de ellos dos, y oró a Jehovah.
34 Después subió y se echó sobre el niño, su boca sobre su boca, sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre sus manos. Así se tendió sobre él, y el cuerpo del niño entró en calor.
35 Luego se volvió y se paseaba por la casa de un lado a otro. Después subió y se tendió sobre el niño, y el niño estornudó siete veces. Luego el niño abrió sus ojos.
36 Entonces Eliseo llamó a Guejazi y le dijo:
-Llama a esta sunamita. El la llamó, y cuando ella entró, Eliseo le dijo:
-Toma a tu hijo. 
37 Cuando ella entró, se echó a los pies de él, y se postró en tierra. Después tomó a su hijo y salió.

Eliseo elimina el veneno del guiso 

38
Eliseo regresó a Gilgal, cuando había hambre en el país. Los hijos de los profetas estaban sentados delante de él. Entonces dijo a su criado:
-Pon la olla grande y prepara un guiso para los hijos de los profetas. 
39 Uno de ellos salió al campo para recoger hierbas, y halló una vid silvestre. Tomó de ella calabazas silvestres llenando su falda; y cuando regresó, las cortó en tajadas echándolas en la olla del guiso, aunque no sabía qué eran.
40 Luego lo sirvieron para que comieran los hombres. Pero sucedió que cuando comían del guiso, ellos gritaron diciendo:
-¡Oh hombre de Dios, hay muerte en la olla!
Y no lo pudieron comer.
41 Entonces Eliseo dijo:
-Traed harina. La esparció en la olla y dijo: -Sirve a la gente para que coman. Y ya no hubo nada malo en la olla.

Eliseo multiplica el pan 

42
Entonces vino un hombre de Baal-salisa, trayendo en su alforja alimentos de primicias para el hombre de Dios: veinte panes de cebada y espigas de grano nuevo.
Y Eliseo dijo: -Da a la gente para que coma. 
43 Y su criado respondió: -¿Cómo voy a poner esto delante de 100 hombres? Pero él volvió a decir:
-Da a la gente para que coma, porque así ha dicho Jehovah: "Comerán, y sobrará." 
44 Entonces él lo puso delante de ellos. Y comieron, y sobró, conforme a la palabra de Jehovah.

CAPITULO 5
Eliseo sana a Naamán de su lepra
 

1 Naamán, jefe del ejército del rey de Siria, era un hombre muy importante delante de su señor y tenido en gran estima, porque por medio de él Jehovah había librado a Siria. El hombre era un guerrero valiente, pero leproso. 
2 Los sirios habían salido en incursiones y habían llevado cautiva de la tierra de Israel a una muchacha, la cual servía a la esposa de Naamán.
3 Ella dijo a su señora:
-¡Ojalá mi señor se presentase al profeta que está en Samaria! Pues él lo sanaría de su lepra. 
4 Naamán entró y habló a su señor, diciendo:
-Así y así ha dicho la muchacha que es de la tierra de Israel. 
5 El rey de Siria le dijo: -Anda, vé, y yo enviaré una carta al rey de Israel.
Partió, pues, llevando consigo 10 talentos de plata, 6.000 siclos de oro y 10 vestidos nuevos.
6 También llevó la carta para el rey de Israel, la cual decía así:
Ahora, cuando esta carta llegue a ti, sabrás que yo te he enviado a mi servidor Naamán, para que lo sanes de su lepra. 
7 Y sucedió que cuando el rey de Israel leyó la carta, rasgó sus vestiduras y dijo:
-¿Acaso soy yo Dios, para dar la muerte o dar la vida, y para que éste me envíe un hombre, a fin de que yo lo sane de su lepra? ¡Considerad, pues, y ved cómo él busca ocasión contra mí! 
8 Pero sucedió que cuando Eliseo, el hombre de Dios, oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestiduras, envió a decir al rey: "¿Por qué has rasgado tus vestiduras? ¡Que venga a mí, y sabrá que hay profeta en Israel!" 
9 Entonces Naamán llegó con sus caballos y su carro, y se detuvo ante la puerta de la casa de Eliseo.
10 Y Eliseo le envió un mensajero que le dijo:
-Vé, lávate siete veces en el Jordán, y tu carne te será restaurada, y serás limpio. 
11 Naamán se enfureció y se fue diciendo:
-He aquí, yo pensaba que seguramente él saldría, que puesto de pie invocaría el nombre de Jehovah su Dios, y que moviendo su mano sobre el lugar, sanaría la parte leprosa.
12 ¿No son los ríos de Damasco, el Abana y el Farfar, mejores que todas las aguas de Israel? ¿No podría yo lavarme en ellos y ser limpio?
Y dando la vuelta, se iba enojado.
13 Pero sus siervos se acercaron a él y le hablaron diciendo:
-Padre mío, si el profeta te hubiera mandado alguna cosa grande, ¿no la habrías hecho? Con mayor razón si él te dice: "Lávate y serás limpio." 
14 Entonces él descendió y se sumergió siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del hombre de Dios. Y su carne se volvió como la carne de un niño pequeño, y quedó limpio. 
15 Luego Naamán volvió al hombre de Dios, él con toda su comitiva. Llegó y se detuvo delante de él, y dijo:
-¡He aquí, yo reconozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel! Ahora pues, acepta, por favor, un presente de parte de tu siervo. 
16 Pero Eliseo dijo: -¡Vive Jehovah, a quien sirvo, que no aceptaré nada!
Naamán le insistió para que lo aceptase, pero él rehusó.
17 Entonces Naamán dijo:
-Si no, por favor, sea dada a tu siervo una carga de esta tierra, que pueda ser llevada por un par de mulas; porque de aquí en adelante tu siervo no ofrecerá holocausto ni sacrificio a otros dioses, sino sólo a Jehovah.
18 Pero Jehovah perdone esto a tu siervo: Cuando mi señor entre en el templo de Rimón para adorar allí, y él se apoye en mi brazo y yo me incline en el templo de Rimón (cuando yo tenga que inclinarme en el templo de Rimón), que Jehovah perdone esto a tu siervo. 
19 Y le dijo: -Vé en paz.

Guejazi contrae la lepra de Naamán 

Cuando Naamán se alejó de él y había recorrido cierta distancia,
20 Guejazi, criado de Eliseo, el hombre de Dios, pensó: "He aquí que mi señor ha eximido a este sirio Naamán y no ha tomado de su mano las cosas que él trajo. ¡Vive Jehovah, que ciertamente correré tras él y conseguiré de él alguna cosa!" 
21 Guejazi siguió a Naamán; y cuando Naamán vio que venía corriendo tras él, se bajó del carro para recibirle y le preguntó: -¿Está todo bien? 
22 Y él respondió:
-Sí, pero mi señor me envía a decir: "He aquí, en este momento han llegado a mí dos jóvenes de los hijos de los profetas, de la región montañosa de Efraín. Te ruego que des para ellos un talento de plata y dos vestidos nuevos." 
23 Entonces Naamán dijo: -Dígnate aceptar dos talentos.
El le insistió y ató en dos bolsas dos talentos y dos vestidos nuevos. Y los entregó a dos de sus criados para que los llevasen delante de él.
24 Cuando llegaron a la colina, él los tomó de sus manos y los guardó en casa. Luego despidió a los hombres, y se fueron.
25 Entonces él entró y se puso de pie delante de su señor. Y Eliseo le preguntó:
-¿De dónde vienes, Guejazi? Y él respondió:
-Tu siervo no ha ido a ninguna parte. 
26 Entonces Eliseo le dijo:
-¿No estuvo allí mi corazón cuando el hombre volvió de su carro a tu encuentro? ¿Es ésta la ocasión de aceptar dinero o de aceptar ropa, olivares, viñas, ovejas, vacas, siervos y siervas?
27 Por tanto, la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tus descendientes, para siempre.
Entonces salió de su presencia leproso, blanco como la nieve.

CAPITULO 6
Eliseo hace flotar el hacha
 

1 Los hijos de los profetas dijeron a Eliseo:
-He aquí que el lugar en que habitamos contigo es demasiado estrecho para nosotros.
2 Permite que vayamos al Jordán, que tomemos de allí cada uno un tronco y que nos hagamos allí un lugar donde podamos habitar.
El dijo:
-Id. 
3 Luego uno dijo: -Por favor, dígnate venir con tus siervos. Y él respondió:
-Yo iré. 
4 Entonces fue con ellos; y cuando llegaron al Jordán, cortaron los árboles.
5 Pero sucedió que cuando uno de ellos estaba derribando un tronco, se le cayó el hierro del hacha al agua, y dio voces diciendo:
-¡Ay, señor mío! ¡Era prestada! 
6 El hombre de Dios preguntó: -¿Dónde cayó?
Le mostró el lugar. Y él cortó un palo, lo echó allí e hizo flotar el hierro.
7 Entonces dijo:
-Tómalo. Y él extendió la mano y lo tomó.

Eliseo acaba con las incursiones sirias 

8
El rey de Siria estaba en guerra con Israel, y tomó consejo con sus servidores, diciendo: 
-En tal y tal lugar estará mi campamento. 
9 Pero el hombre de Dios mandó a decir al rey de Israel: "Guárdate de pasar por tal lugar, porque los sirios van a descender allí."
10 Y el rey de Israel enviaba gente al lugar que el hombre de Dios le indicaba y advertía, de modo que tomaba precauciones allí, no una ni dos veces.
11 Entonces el corazón del rey de Siria se turbó por esto, y llamando a sus servidores les preguntó:
-¿No me declararéis vosotros quién de los nuestros está de parte del rey de Israel? 
12 Entonces respondió uno de sus servidores:
-Ninguno, oh mi señor el rey; sino que el profeta Eliseo, que está en Israel, le declara al rey de Israel las palabras que hablas en tu dormitorio. 
13 Entonces él dijo: -Id, mirad dónde está, y yo enviaré a capturarlo. Le informaron diciendo:
-He aquí, está en Dotán. 
14 Y el rey envió allá gente de a caballo, carros y un gran ejército, los cuales llegaron de noche y rodearon la ciudad.
15 Cuando el que servía al hombre de Dios madrugó para partir y salió, he aquí que un ejército tenía cercada la ciudad con gente de a caballo y carros. Entonces su criado le dijo:
-¡Ay, señor mío! ¿Qué haremos? 
16 El le respondió:
-No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos. 
17 Entonces Eliseo oró diciendo: -Te ruego, oh Jehovah, que abras sus ojos para que vea.
Jehovah abrió los ojos del criado, y éste miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo y carros de fuego, alrededor de Eliseo.
18 Y cuando los sirios descendieron hacia él, Eliseo oró a Jehovah y dijo:
-Te ruego que hieras a esta gente con ceguera.
Y los hirió con ceguera, conforme a la palabra de Eliseo.
19 Luego Eliseo les dijo:
-Este no es el camino, ni ésta es la ciudad. Seguidme, y yo os guiaré a donde está el hombre que buscáis.
Entonces los guió a Samaria.
20 Y sucedió que cuando llegaron a Samaria, Eliseo dijo:
-Oh Jehovah, abre los ojos de éstos para que vean.
Jehovah abrió sus ojos, y miraron; y he aquí que se hallaban en medio de Samaria.
21 Cuando el rey de Israel los vio, preguntó a Eliseo:
-¿Los mato, padre mío? ¿Los mato? 
22 El le respondió:
-No los mates. ¿Matarías a los que tomas cautivos con tu espada y con tu arco? Pon delante de ellos pan y agua para que coman y beban, y se vuelvan a su señor. 
23 Entonces les hizo un gran banquete. Y cuando habían comido y bebido, los dejó ir; y se volvieron a su señor. Y las bandas armadas de Siria no volvieron a hacer incursiones en la tierra de Israel.

Los sirios sitian Samaria 

24
Aconteció después de esto que Ben-hadad, rey de Siria, reunió todo su ejército, y subió y sitió a Samaria.
25 Y he aquí que mientras la tenían sitiada, había mucha hambre en Samaria, tanto que la cabeza de un asno era vendida por 80 siclos de plata, y la cuarta parte de un cab de estiércol de paloma por 5 siclos de plata. 
26 Sucedió que cuando el rey de Israel pasaba por el muro, una mujer gritó diciéndole: -¡Socórreme, oh mi señor el rey! 
27 El dijo:
-Si no te socorre Jehovah, ¿de dónde te he de socorrer yo? ¿De la era, o del lagar?
28 -El rey añadió-: ¿Qué quieres?
Ella respondió:
-Esta mujer me dijo: "Entrega tu hijo para que lo comamos hoy, y mañana comeremos el mío."
29 Cocimos, pues, a mi hijo y lo comimos. Al día siguiente yo le dije a ella: "Entrega tu hijo para que lo comamos." Pero ella ha escondido a su hijo. 
30 Sucedió que cuando el rey oyó las palabras de la mujer, rasgó sus vestiduras y pasaba así por el muro. Entonces el pueblo miró, y he aquí que debajo llevaba cilicio sobre su cuerpo.
31 Luego dijo:
-¡Así me haga Dios y aun me añada, si la cabeza de Eliseo hijo de Safat queda hoy en su lugar!

Eliseo anuncia la liberación de Samaria 

32
Eliseo estaba sentado en su casa, y los ancianos estaban sentados con él, cuando el rey envió a uno de sus hombres. Pero antes que el mensajero llegase a él, Eliseo dijo a los ancianos:
-¿Veis cómo este hijo de homicida envía para que me quiten la cabeza? Mirad, pues, y cuando llegue el mensajero, cerrad la puerta e impedidle la entrada. ¿No se oye tras él el ruido de los pasos de su señor? 
33 Mientras él estaba hablando con ellos, he aquí que el mensajero descendía hacia él y dijo: "¡Ciertamente este mal proviene de Jehovah! ¿Qué puedo aún esperar de Jehovah?" 

 
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