1ª Samuel 20-28

CAPITULO 20
Pacto de David y Jonatán


1 David huyó de Nayot, en Ramá. Después acudió a Jonatán y le dijo: -¿Qué he hecho yo? ¿Cuál es mi maldad, o cuál es mi pecado contra tu padre, para que él trate de quitarme la vida?
2 El le respondió: -¡De ninguna manera! No morirás. He aquí que mi padre no hace cosa grande ni pequeña que no me la revele. ¿Por qué, pues, me ha de encubrir mi padre este asunto? ¡No será así!
3 Pero David volvió a jurar diciendo: -Tu padre sabe claramente que yo he hallado gracia ante tus ojos y pensará: "Que Jonatán no sepa esto, no sea que se entristezca." Ciertamente, ¡vive Jehovah y vive tu alma, que apenas hay un paso entre mí y la muerte!
4 Entonces Jonatán dijo a David: -Haré por ti lo que tú digas.
5 Y David respondió a Jonatán: -He aquí que mañana es luna nueva, y yo debo sentarme con el rey para comer. Pero tú dejarás que me vaya y me esconda en el campo hasta el atardecer del tercer día.
6 Si tu padre me echa de menos, dirás: "David me pidió encarecidamente que lo dejase ir de inmediato a Belén, su ciudad, porque todos los de su familia tienen allá el sacrificio anual."
7 Si él dice: "Está bien", entonces tu siervo tendrá paz. Pero si se enoja, sabrás que el mal está determinado de parte de él.
8 Tendrás, pues, misericordia de tu siervo, ya que has hecho entrar a tu siervo en un pacto de Jehovah contigo. Si hay maldad en mí, mátame tú. ¿Para qué llevarme hasta tu padre?
9 Y Jonatán respondió: -¡Nunca te suceda tal cosa! Antes bien, si llego a saber que está determinado de parte de mi padre que el mal venga contra ti, ¿no te lo avisaré yo?
10 Entonces David preguntó a Jonatán: -¿Quién me avisará, si tu padre te responde con aspereza?
11 Jonatán dijo a David: -Ven, salgamos al campo. Salieron ambos al campo,
12 y Jonatán dijo a David: -Vive Jehovah Dios de Israel, que cuando yo haya sondeado a mi padre mañana como a esta hora, la tercera hora, he aquí que si él muestra buen ánimo para con David, ¿no enviaré yo para hacértelo saber?
13 Pero si mi padre quiere hacerte daño, ¡así haga Jehovah a Jonatán y aun le añada, si no te lo hago saber! Así te despediré, y te marcharás en paz; y que Jehovah esté contigo, como estuvo con mi padre.
14 Y si quedo vivo, muéstrame la misericordia de Jehovah, para que yo no muera.
15 Cuando Jehovah destruya de la tierra uno por uno a los enemigos de David, no elimines para siempre tu misericordia de mi casa.
16 Así Jonatán hizo un pacto con la casa de David, y dijo: -¡Jehovah lo demande de mano de los enemigos de David!
17 Jonatán hizo jurar de nuevo a David, a causa de su amor por él; porque le amaba con toda su alma.
18 Luego le dijo Jonatán: -Mañana es luna nueva, y tú serás echado de menos, porque tu asiento quedará vacío.
19 Al tercer día descenderás rápidamente y vendrás al lugar donde estabas escondido cuando empezó este problema. Esperarás junto a aquella piedra.
20 Yo tiraré tres flechas en esa dirección, simulando tirar al blanco.
21 Y he aquí que enviaré al muchacho diciéndole: "¡Vé y busca las flechas!" Si digo al muchacho: "¡He aquí, las flechas están más acá de ti; tómalas!", tú vendrás; porque hay paz y no hay peligro. ¡Vive Jehovah!
22 Pero si yo digo al muchacho: "¡He allí, las flechas están más allá de ti!", vete; porque Jehovah te manda.
23 Y en cuanto a las palabras que tú y yo hemos hablado, he aquí que Jehovah es testigo entre tú y yo para siempre.

Saúl intenta herir a Jonatán

24
David se escondió en el campo. Y cuando llegó la luna nueva, el rey se sentó a la mesa para comer.
25 Como solía, el rey se sentó en su silla, la silla junto a la pared. Jonatán se levantó, y Abner se sentó al lado de Saúl; pero el lugar de David quedó vacío.
26 Aquel día Saúl no dijo nada, pues pensó: "Algo le habrá acontecido, y no está purificado. Seguramente no está purificado."
27 Pero sucedió que al día siguiente, el segundo día después de la luna nueva, el asiento de David quedó vacío, por lo que Saúl preguntó a su hijo Jonatán: -¿Por qué no ha venido a comer el hijo de Isaí, ni ayer ni hoy?
28 Jonatán respondió a Saúl: -David me pidió encarecidamente que le dejase ir a Belén.
29 El me dijo: "Por favor, déjame ir, porque los de mi familia tenemos un sacrificio en la ciudad, y mi hermano me lo ha ordenado. Por eso, si he hallado gracia ante tus ojos, permite que me vaya y visite a mis hermanos." Por eso no ha venido a la mesa del rey.
30 Entonces Saúl se enfureció contra Jonatán y le dijo: -¡Hijo de la corrompida y rebelde! ¿Acaso no sé que tú has elegido al hijo de Isaí, para vergüenza tuya y para vergüenza de la desnudez de tu madre?
31 Todo el tiempo que el hijo de Isaí viva sobre la tierra, ni tú estarás firme, ni tu reino. Manda, pues, a traérmelo, porque ha de morir.
32 Jonatán respondió a su padre Saúl y le dijo: -¿Por qué tiene que morir? ¿Qué ha hecho?
33 Entonces Saúl le arrojó una lanza para herirlo, por lo que Jonatán entendió que estaba decidido de parte de su padre el dar muerte a David.
34 Jonatán se levantó de la mesa ardiendo en ira, y no comió el segundo día después de la luna nueva, pues estaba triste por causa de David; porque su padre le había afrentado.

Jonatán ayuda a David a escapar

35
Sucedió que a la mañana siguiente Jonatán salió al campo, según lo convenido con David; y un muchacho pequeño estaba con él.
36 Entonces dijo al muchacho: -¡Por favor, corre y busca las flechas que yo tire! Cuando el muchacho iba corriendo, él tiraba la flecha de modo que pasara más allá de él.
37 Cuando el muchacho llegó a donde estaba la flecha que Jonatán había tirado, éste gritó al muchacho diciendo: -¿No está la flecha más allá de ti?
38 Y Jonatán volvió a gritar tras el muchacho: -¡Date prisa, apresúrate, no te detengas! El muchacho de Jonatán recogió las flechas y volvió a su señor.
39 Pero el muchacho no entendió nada; solamente Jonatán y David entendían el asunto.
40 Después Jonatán entregó sus armas al muchacho y le dijo: -Vé y llévalas a la ciudad.
41 Cuando el muchacho se fue, David se levantó del lado del sur y se inclinó tres veces postrándose en tierra. Luego, besándose el uno al otro, lloraron juntos; aunque David lloró más.
42 Entonces Jonatán dijo a David: -Vete en paz, porque ambos hemos jurado en el nombre de Jehovah, diciendo: "Jehovah sea testigo entre tú y yo, y entre mis descendientes y tus descendientes, para siempre."
43 David se levantó y se fue, y Jonatán regresó a la ciudad.

CAPITULO 21
David acude a Ajimelec en Nob


1
Entonces David fue a Nob, al sacerdote Ajimelec. Este se sorprendió al encontrar a David y le preguntó: -¿Por qué estás tú solo, sin que haya nadie contigo?
2 David respondió al sacerdote Ajimelec: -El rey me ha encomendado un asunto y me ha dicho: "Nadie sepa nada de este asunto al cual te envío y que te encomiendo." Y en cuanto a los jóvenes, acordamos reunirnos en cierto lugar.
3 Ahora pues, ¿qué tienes a mano? Dame cinco panes, o lo que haya.
4 El sacerdote respondió a David y dijo: -No tengo a mano pan común. Solamente tengo pan sagrado, si es que los jóvenes se han abstenido, al menos, de mujeres.
5 David respondió al sacerdote y le dijo: -A la verdad, las mujeres nos han sido vedadas como antes, al salir; y los cuerpos de los jóvenes están purificados, aun cuando el camino es profano. Con mayor razón hoy, ellos tienen sus cuerpos purificados.
6 Así el sacerdote le dio el pan sagrado, porque allí no había más pan que los panes de la Presencia, los cuales habían sido retirados de la presencia de Jehovah y reemplazados por panes calientes el día en que fueron quitados.
7 Aquel día estaba presente allí, detenido delante de Jehovah, uno de los servidores de Saúl, cuyo nombre era Doeg el edomita, el principal de los pastores de Saúl.
8 David preguntó a Ajimelec: -¿No tienes aquí a mano una lanza o una espada? Como las órdenes del rey eran apremiantes, no tomé en mi mano ni mi espada ni mis otras armas.
9 El sacerdote respondió: -La espada de Goliat el filisteo, a quien tú venciste en el valle de Ela, está aquí envuelta en un lienzo, detrás del efod. Si quieres tomarla, tómala, porque aquí no hay otra sino ésa. Y David dijo: -¡Ninguna hay como ésa! ¡Dámela!

David finge estar loco en Gat

10
Aquel día David se levantó y huyó de la presencia de Saúl, y se fue a Aquis, rey de Gat.
11 Los servidores de Aquis le dijeron: -¿No es éste David, el rey de la tierra? ¿No es éste aquel a quien cantaban con danzas, diciendo: "Saúl derrotó a sus miles, y David a sus diez miles"?
12 David tomó a pecho estas palabras y tuvo gran temor de Aquis, rey de Gat.
13 Así que cambió su conducta delante de ellos, fingiéndose loco cuando estaba con ellos. Hacía marcas en las puertas de la ciudad y dejaba caer su saliva sobre su barba.
14 Entonces Aquis dijo a sus servidores: -¡He aquí, veis que éste es un hombre demente! ¿Por qué me lo habéis traído?
15 ¿Acaso me faltan locos a mí, para que me traigan a éste, a fin de que haga locuras en mi presencia? ¿Había éste de entrar en mi casa?

CAPITULO 22
David es hecho jefe de una banda 

1 De allí se fue David y huyó a la cueva de Adulam. Cuando sus hermanos y toda la casa de su padre oyeron esto, fueron allá a él.
2 También se juntaron con él todos los oprimidos, todos los endeudados y todos los amargados de espíritu. David fue hecho jefe de ellos, y tenía consigo unos 400 hombres. 
3 De allí David fue a Mizpa, en Moab, y dijo al rey de Moab: -Permite que mi padre y mi madre habiten con vosotros hasta que yo sepa lo que Dios hará de mí. 
4 Los dejó, pues, con el rey de Moab, y vivieron allí todo el tiempo que David estuvo en la fortaleza.
5 Entonces el profeta Gad dijo a David: -No te quedes en la fortaleza. Vé y entra en la tierra de Judá. Y David partió y se fue al bosque de Haret.

Doeg el edomita delata a Ajimelec 

6
Saúl se enteró de que habían sido hallados David y los que estaban con él. Saúl estaba en Gabaa, en el lugar alto, debajo de un tamarisco, y tenía su lanza en su mano. Todos sus servidores estaban de pie alrededor de él.
7 Y Saúl dijo a sus servidores que estaban de pie alrededor de él: -Escuchad, por favor, vosotros, los de Benjamín: ¿También os ha de dar el hijo de Isaí tierras y viñas a todos vosotros? ¿Os hará a todos jefes de millares y de centenas,
8 para que todos vosotros hayáis conspirado contra mí? No hay quien me revele cuando mi hijo hace un pacto con el hijo de Isaí, ni hay entre vosotros quien se conduela de mí y me revele que mi hijo ha levantado contra mí a un servidor mío, para que me aseche, como lo hace en este día. 
9 Entonces Doeg el edomita, que estaba a cargo de los siervos de Saúl, respondió: -Yo vi al hijo de Isaí, que fue a Nob, a Ajimelec hijo de Ajitob.
10 Este consultó por él a Jehovah, le dio provisiones y también le entregó la espada de Goliat el filisteo.

Saúl asesina a los sacerdotes de Nob 

11
El rey mandó llamar al sacerdote Ajimelec hijo de Ajitob y a toda su casa paterna, los sacerdotes que estaban en Nob. Y todos ellos vinieron al rey.
12 Saúl dijo: -Escucha, pues, hijo de Ajitob. Y él dijo: -Heme aquí, señor mío. 
13 Saúl le preguntó: -¿Por qué conspirasteis contra mí, tú y el hijo de Isaí, cuando tú le diste pan y espada, y consultaste por él a Dios, para que se levantase contra mí y me asechase, como lo hace en este día? 
14 Ajimelec respondió al rey diciendo: -¿Quién entre todos tus servidores es tan fiel como David, que además es yerno del rey, jefe de tu guardia personal e ilustre en tu casa?
15 ¿Acaso fue aquel día la primera vez que consulté por él a Dios? ¡De ninguna manera! No culpe el rey de cosa alguna a su siervo ni a toda mi casa paterna, pues tu siervo no ha sabido ninguna cosa de este asunto, ni grande ni pequeña. 
16 Y el rey dijo: -¡Morirás irremisiblemente, Ajimelec, tú y toda tu casa paterna! 
17 Entonces el rey dijo a los de su escolta que estaban apostados alrededor de él: -¡Volveos y matad a los sacerdotes de Jehovah! Porque la mano de ellos también está con David, y porque sabiendo que él huía, no me lo hicieron saber. Pero los servidores del rey no quisieron extender su mano para matar a los sacerdotes de Jehovah.
18 Entonces el rey dijo a Doeg: -¡Vuélvete tú y arremete contra los sacerdotes! Doeg el edomita se volvió y arremetió contra los sacerdotes y mató aquel día a ochenta y cinco hombres que vestían efod de lino.
19 Y a Nob, la ciudad de los sacerdotes, hirió a filo de espada: hombres y mujeres, niños y lactantes; bueyes, asnos y ovejas; a todos los hirió a filo de espada.
20 Pero un hijo de Ajimelec hijo de Ajitob, que se llamaba Abiatar, escapó y huyó tras David.
21 Abiatar contó a David cómo Saúl había hecho matar a los sacerdotes de Jehovah.
22 Y David dijo a Abiatar: -Yo sabía aquel día que estando allí Doeg el edomita, él sin falta se lo iba a contar a Saúl. Yo he sido la causa de la muerte de todas las personas de tu casa paterna.
23 Pero tú, quédate conmigo; no temas. Quien atente contra mi vida también atentará contra la tuya, pero conmigo estarás seguro.

CAPITULO 23
David libra la ciudad de Queila 

1 Dieron aviso a David diciendo: "He aquí que los filisteos combaten contra Queila y saquean las eras."
2 Entonces David consultó a Jehovah diciendo: -¿Iré a atacar a esos filisteos? Y Jehovah respondió a David: -Vé, ataca a los filisteos y libra a Queila. 
3 Pero los hombres de David le dijeron: -He aquí que nosotros tenemos miedo aquí en Judá; ¡cuánto más si vamos a Queila contra las tropas de los filisteos! 
4 David volvió a consultar a Jehovah, y Jehovah le respondió y dijo: -Levántate, desciende a Queila, porque yo entregaré en tu mano a los filisteos. 
5 David partió con sus hombres a Queila, combatió contra los filisteos, se llevó sus ganados y les ocasionó una gran derrota. Así libró David a los habitantes de Queila.

David escapa de Queila 

6
Aconteció que cuando Abiatar hijo de Ajimelec huyó a donde estaba David, a Queila, llevó consigo el efod.
7 Y cuando le fue dicho a Saúl que David había ido a Queila, Saúl pensó: "Dios lo ha entregado en mi mano, pues él se ha encerrado a sí mismo al entrar en una ciudad con puertas y cerrojos."  
8 Entonces Saúl convocó a todo el pueblo para la batalla, para descender a Queila y sitiar a David y a sus hombres.
9 Pero entendiendo David que Saúl planeaba el mal contra él, dijo al sacerdote Abiatar: -Trae el efod. 
10 Entonces David dijo: -Oh Jehovah Dios de Israel: Tu siervo tiene entendido que Saúl trata de venir a Queila para destruir la ciudad por causa mía.
11 ¿Me entregarán los señores de Queila en su mano? ¿Descenderá Saúl, como tu siervo ha oído? Oh Jehovah Dios de Israel, revélalo, por favor, a tu siervo. Y Jehovah respondió: -Sí, descenderá. 
12 Luego preguntó David: -¿Me entregarán los señores de Queila, a mí y a mis hombres, en mano de Saúl? Y Jehovah respondió: -Sí, te entregarán. 
13 Entonces David se levantó con sus hombres, que eran unos 600, salieron de Queila y deambularon sin rumbo fijo. Y llegó a Saúl la noticia de que David se había escapado de Queila, por lo cual desistió de salir.

Reencuentro de David y Jonatán 

14
David se quedó en el desierto, en los lugares de difícil acceso; se quedó en las montañas del desierto de Zif. Saúl lo buscaba todos los días, pero Dios no lo entregó en su mano.
15 Y David, al ver que Saúl había salido en asecho de su vida, se quedó en Hores, en el desierto de Zif.
16 Entonces Jonatán hijo de Saúl se levantó y fue a David en Hores, y le fortaleció en Dios.
17 Le dijo: -No temas, porque la mano de mi padre Saúl no te encontrará. Tú reinarás sobre Israel, y yo seré segundo después de ti. Aun Saúl mi padre lo sabe. 
18 Ambos hicieron un pacto ante Jehovah. Después David se quedó en Hores, y Jonatán se volvió a su casa.

Saúl rodea a David 

19
Los de Zif subieron a decir a Saúl, en Gabaa: -¿No está David escondido entre nosotros, en los lugares de difícil acceso de Hores, en la colina de Haquila, que está al sur de Jesimón?
20 Ahora, oh rey, desciende pronto, conforme a todo el deseo de tu alma, y nosotros lo entregaremos en mano del rey. 
21 Y Saúl dijo: -Jehovah os bendiga, porque habéis tenido compasión de mí.
22 Por favor, id y aseguraos bien. Averiguad y ved el lugar por donde anda y quién lo ha visto allí, porque me han dicho que él es sumamente astuto.
23 Mirad y reconoced todos los escondrijos en donde se oculta. Luego volved a mí con información exacta, y yo iré con vosotros. Si él está en la zona, yo le buscaré entre todos los millares de Judá. 
24 Ellos se levantaron y se fueron a Zif, antes que Saúl. Pero David y sus hombres ya estaban en el desierto de Maón, en el Arabá, al sur de Jesimón. 
25 Saúl partió con sus hombres para buscar a David. Pero avisaron a David, quien bajó de la peña y permaneció en el desierto de Maón. Cuando Saúl lo oyó, persiguió a David en el desierto de Maón.
26 Saúl iba por un lado del monte, y David con sus hombres iba por el otro lado del monte. David se daba prisa para escapar de Saúl, porque Saúl y sus hombres estaban rodeando a David y a sus hombres, a fin de capturarlos.
27 Entonces llegó a Saúl un mensajero, diciendo: -Date prisa y ven, porque los filisteos han hecho una incursión en el territorio. 
28 Por tanto, Saúl desistió de perseguir a David y partió contra los filisteos. Por esta razón pusieron por nombre a aquel lugar Sela-hamajlecot. 
29 De allí David subió y habitó en los lugares de difícil acceso de En-guedi.

CAPITULO 24
David perdona la vida a Saúl
 

1
Sucedió que cuando Saúl volvió de atacar a los filisteos, le avisaron diciendo: "He aquí que David está en el desierto de En-guedi."
2 Entonces Saúl tomó a 3.000 hombres escogidos de todo Israel y fue en busca de David y de sus hombres, por las cumbres de los peñascos de las cabras monteses. 
3 En el camino, Saúl llegó a un redil de ovejas donde había una cueva, y entró allí para hacer sus necesidades. David y sus hombres estaban sentados en la parte más recóndita de la cueva.
4 Y sus hombres dijeron a David: -Este es el día del cual te dijo Jehovah: "He aquí, yo entregaré a tu enemigo en tu mano, y harás con él lo que te parezca bien." Entonces David se levantó y cortó el borde del manto de Saúl, sin ser notado.
5 Sucedió después de esto que el corazón de David le golpeaba, por haber cortado el borde del manto de Saúl.
6 Y David dijo a sus hombres: -Jehovah me libre de hacer tal cosa contra mi señor, el ungido de Jehovah: que yo extienda mi mano contra él, porque él es el ungido de Jehovah. 
7 Entonces David reprimió a sus hombres con palabras y no les permitió que atacasen a Saúl. Luego Saúl salió de la cueva y continuó su camino.
8 Después David se levantó, salió de la cueva y gritó detrás de Saúldiciendo: -¡Mi señor el rey! Cuando Saúl miró atrás, David inclinó su rostro a tierra y se postró.
9 Entonces David preguntó a Saúl: -¿Por qué escuchas las palabras de los hombres que dicen: "He aquí que David busca tu mal"?
10 He aquí, tus ojos han visto en este día cómo Jehovah te ha puesto hoy en mi mano en la cueva. Me dijeron que te matara, pero yo tuve compasión de ti y dije: "No extenderé mi mano contra mi señor, porque él es el ungido de Jehovah."
11 ¡Mira, padre mío! Mira el borde de tu manto en mi mano. Yo corté el borde de tu manto, pero no te maté. Mira, pues, y reconoce que no hay maldad ni rebelión en mí. Yo no he pecado contra ti, pero tú andas a la caza de mi vida, para quitármela.
12 Que Jehovah juzgue entre tú y yo, y que Jehovah me vengue de ti; pero mi mano no será contra ti.
13 Como dice el proverbio de los antiguos: "De los impíos saldrá la impiedad." Pero mi mano no será contra ti.
14 ¿Tras quién ha salido el rey de Israel? ¿A quién persigues? ¿A un perro muerto? ¿A una pulga?
15 Que Jehovah sea el juez y juzgue entre tú y yo. Que él vea y contienda por mi causa, y me defienda de tu mano. 
16 Y sucedió que cuando David acabó de decir a Saúl estas palabras, Saúl preguntó: -¿No es ésa tu voz, David, hijo mío? Entonces Saúl alzó su voz y lloró.
17 Luego dijo a David: -Tú eres más justo que yo, porque tú me has tratado bien, cuando yo te he tratado mal.
18 Tú has demostrado hoy que me has hecho bien, porque Jehovah me entregó en tu mano, y tú no me mataste.
19 Cuando un hombre halla a su enemigo, ¿lo deja ir sano y salvo? ¡Jehovah te recompense con bien por lo que has hecho conmigo este día!
20 Ahora, he aquí yo sé que tú ciertamente has de reinar y que el reino de Israel ha de ser estable en tu mano.
21 Ahora pues, júrame por Jehovah que no eliminarás a mis descendientes después de mí, ni borrarás mi nombre de mi casa paterna. 
22 David se lo juró a Saúl, y Saúl regresó a su casa. Entonces David y sus hombres subieron a la fortaleza.

CAPITULO 25
Muerte y sepultura de Samuel
 

1 Samuel murió, y todo Israel se reunió para hacer lamentación por él. Y lo sepultaron en su casa, en Ramá. Entonces se levantó David y descendió al desierto de Parán.

David es afrentado por Nabal 

2
Había en Maón un hombre que tenía sus posesiones en Carmel. El hombre era muy rico, pues tenía 3.000 ovejas y 1.000 cabras; y se hallaba esquilando sus ovejas en Carmel.
3 El hombre se llamaba Nabal, y su mujer se llamaba Abigaíl. Ella era una mujer muy inteligente y bella, pero el hombre era brusco y de malas acciones. El era del clan de Caleb. 
4 David oyó en el desierto que Nabal estaba esquilando sus ovejas.
5 Entonces David envió a diez jóvenes, diciéndoles: -Subid a Carmel e id a Nabal. Saludadle en mi nombre
6 y decidle así: "¡La paz sea contigo! ¡La paz sea con tu familia! ¡La paz sea con todo lo que tienes!
7 He sabido que estabas esquilando. Ahora bien, tus pastores han estado con nosotros, y nunca les hicimos daño, ni les ha faltado nada durante todo el tiempo que han estado en Carmel.
8 Pregunta a tus criados, y ellos te lo confirmarán. Por tanto, hallen gracia ante tus ojos estos mis jóvenes, porque venimos en un día de fiesta. Por favor, da a tus siervos y a tu hijo David lo que tengas a mano." 
9 Cuando llegaron los jóvenes de David, dijeron a Nabal todas estas palabras en nombre de David, y se quedaron esperando.
10 Entonces Nabal respondió a los siervos de David, diciendo: -¿Quién es David? ¿Quién es el hijo de Isaí? Hoy hay muchos esclavos que se escapan de sus amos.
11 ¿He de tomar yo ahora mi pan, mi agua y la carne que he preparado para mis esquiladores, para darlos a unos hombres que ni sé de dónde son?

Abigaíl intercede ante David 

12
Los jóvenes de David se volvieron por su camino y regresaron; y cuando llegaron, refirieron a David todas estas palabras.
13 Luego David dijo a sus hombres: -¡Cíñase cada uno su espada! Y cada uno se ciñó su espada. También David se ciñó su espada, y subieron tras David unos 400 hombres, dejando otros 200 con el equipaje.
14 Pero uno de los criados avisó a Abigaíl, mujer de Nabal, diciendo: -He aquí que David envió unos mensajeros desde el desierto para que saludaran a nuestro amo, y él los ha zaherido,
15 a pesar de que esos hombres han sido muy buenos con nosotros. Nunca nos han hecho daño, ni nos ha faltado nada mientras hemos andado con ellos cuando estábamos en el campo.
16 Nos han servido como muro de día y de noche, todos los días que hemos estado apacentando las ovejas entre ellos.
17 Ahora pues, mira y reconoce lo que has de hacer, porque el mal está decidido contra nuestro amo y contra toda su casa, pues él es un hombre de tan mal carácter que no hay quien pueda hablarle. 
18 Entonces Abigaíl se apresuró y tomó 200 panes, 2 tinajas de vino, 5 ovejas ya preparadas, 5 medidas de grano tostado, 100 tortas de pasas y 200 panes de higos secos, y los cargó sobre unos asnos.
19 Luego dijo a sus criados: -Id delante de mí, y he aquí que yo voy tras vosotros. Pero nada reveló a su marido Nabal.
20 Y sucedió que cuando ella, montada sobre un asno, descendía por la parte opuesta de la colina, he aquí que David y sus hombres venían en dirección contraria. Y ella fue a encontrarles.
21 David había dicho: "Ciertamente en vano he guardado todo lo que éste tiene en el desierto, sin que nada le haya faltado de todo cuanto le pertenece. El me ha devuelto mal por bien.
22 ¡Así haga Dios a los enemigos de David y aun les añada, si antes de la mañana dejo vivo a un solo hombre de todos los que le pertenecen!" 
23 Cuando Abigaíl vio a David, se apresuró y bajó del asno; y cayendo delante de David sobre su rostro, se postró en tierra.
24 Se echó a sus pies y le dijo: -¡Señor mío, sea la culpa sobre mí! Pero permite que tu sierva hable a tus oídos, y escucha las palabras de tu sierva.
25 Por favor, no haga caso mi señor de este hombre de mal carácter, Nabal. Porque como su nombre, así es él: Su nombre es Nabal, y la insensatez está con él. Pero yo, tu sierva, no vi a los jóvenes de mi señor, a los cuales enviaste.
26 Ahora pues, señor mío, vive Jehovah y vive tu alma, que Jehovah ha impedido que llegaras a derramar sangre y a vengarte por tu propia mano. Ahora, sean como Nabal tus enemigos y los que procuran el mal contra mi señor.
27 Pero ahora, dese a los jóvenes que siguen a mi señor este regalo que tu sierva ha traído a mi señor.
28 Te ruego que perdones la ofensa de tu sierva, pues de cierto Jehovah edificará una casa firme a mi señor, porque mi señor está dirigiendo las batallas de Jehovah. Que no sea hallado mal en ti en toda tu vida.
29 Aunque alguien se levante para perseguirte y atentar contra tu vida, de todos modos la vida de mi señor estará incluida en la bolsa de los que viven con Jehovah tu Dios. Y él arrojará la vida de tus enemigos como de en medio del hueco de una honda.
30 Acontecerá que cuando Jehovah haga con mi señor conforme a todo el bien que ha hablado de ti y te haya designado como soberano de Israel,
31 entonces, señor mío, no será para ti motivo de remordimiento ni estorbo para la conciencia el haber derramado sangre en vano, ni el que mi señor se haya vengado por sí mismo. Y cuando Jehovah haga el bien a mi señor, acuérdate de tu sierva. 
32 David dijo a Abigaíl: -¡Bendito sea Jehovah Dios de Israel, que te envió hoy a mi encuentro!
33 Bendito sea tu buen juicio, y bendita seas tú, que hoy me has impedido ir a derramar sangre y a vengarme por mi propia mano. 
34 No obstante, vive Jehovah Dios de Israel que me ha impedido hacerte daño; pues si no te hubieras apresurado a venir a mi encuentro, antes del amanecer no le habría quedado a Nabal ni un solo hombre con vida. 
35 David recibió de su mano lo que ella le había traído y le dijo: -Vuelve a tu casa en paz. Mira que he escuchado tu voz y que te he tratado con respeto.

Muerte de Nabal 

36
Abigaíl regresó a Nabal. Y he aquí que él tenía un banquete en su casa, como el banquete de un rey, y el corazón de Nabal estaba eufórico. El estaba muy ebrio, por lo cual ella no le reveló nada del asunto hasta el día siguiente.
37 Pero por la mañana, cuando a Nabal se le había pasado el efecto del vino, su mujer le contó estas cosas. Entonces se le paralizó el corazón, y se quedó como una piedra.
38 Y sucedió, después de unos diez días, que Jehovah hirió a Nabal, y él murió. 
39 Cuando David oyó que Nabal había muerto, dijo: -¡Bendito sea Jehovah, que juzgó la causa de mi afrenta recibida de parte de Nabal y ha preservado a su siervo del mal! ¡Jehovah mismo ha hecho caer la maldad de Nabal sobre su propia cabeza!

David toma por mujer a Abigaíl

Después David mandó hablar a Abigaíl, para tomarla por mujer suya.
40 Los siervos de David fueron a Abigaíl, a Carmel, y hablaron con ella diciendo: -David nos ha enviado a ti para tomarte por mujer para él. 
41 Ella se levantó y se postró con el rostro a tierra, diciendo: -He aquí tu sierva, para que sea la sierva que lave los pies de los siervos de mi señor. 
42 Entonces Abigaíl se apresuró y levantándose montó sobre un asno; y con las cinco criadas que le atendían, siguió a los mensajeros de David. Y vino a ser su mujer. 
43 David también tomó como mujer a Ajinoam, de Jezreel. Ambas fueron sus mujeres,
44 pues Saúl había dado a su hija Mical, mujer de David, a Palti hijo de Lais, que era de Galim.

CAPITULO 26
David perdona de nuevo la vida a Saúl
 

1 Entonces los de Zif fueron a Saúl, a Gabaa, y le dijeron: -¿No está David escondido en la colina de Haquila, que mira hacia Jesimón? 
2 Saúl se levantó y descendió al desierto de Zif, acompañado por 3.000 hombres escogidos de Israel, para buscar a David en el desierto de Zif.
3 Y Saúl acampó en la colina de Haquila, que mira hacia Jesimón, junto al camino. David, que permanecía en el desierto, vio que Saúl había venido al desierto tras él.
4 Luego David envió espías y supo con certeza que Saúl había venido.
5 Después David se levantó y se fue al lugar donde Saúl había acampado. Entonces David observó bien el lugar donde estaban acostados Saúl y Abner hijo de Ner, jefe de su ejército. Saúl estaba acostado en el centro del campamento, y la gente estaba acampada alrededor de él. 
6 David preguntó a Ajimelec el heteo y a Abisai, hijo de Sarvia, hermano de Joab, diciendo: -¿Quién descenderá conmigo al campamento, a Saúl? Y Abisai dijo: -Yo descenderé contigo. 
7 Entonces David y Abisai fueron de noche a la gente de guerra, y he aquí que Saúl estaba acostado, durmiendo en el centro del campamento, con su lanza clavada en la tierra, a su cabecera. Abner y el pueblo estaban acostados alrededor de él.  8 Entonces Abisai dijo a David: -¡Hoy ha entregado Dios a tu enemigo en tu mano! Ahora pues, déjame que lo hiera con la lanza. Lo clavaré en la tierra de un solo golpe, y no tendré que darle un segundo. 
9 David respondió a Abisai: -No lo mates, porque ¿quién extenderá su mano contra el ungido de Jehovah y quedará sin culpa?
10 -Dijo además David-: Vive Jehovah, que Jehovah mismo lo herirá; o le llegará su día, y morirá; o irá a la guerra, y perecerá.
11 Pero Jehovah me libre de extender mi mano contra el ungido de Jehovah. Ahora pues, por favor, toma la lanza que está a su cabecera y la cantimplora de agua, y vámonos. 
12 David tomó la lanza y la cantimplora de agua de la cabecera de Saúl, y ellos se fueron. No hubo nadie que viese, ni nadie que se diese cuenta, ni nadie que se despertase. Todos dormían, porque había caído sobre ellos un profundo sueño de parte de Jehovah. 
13 David pasó al otro lado y se detuvo a lo lejos, sobre la cumbre de la colina. Había una considerable distancia entre ellos.
14 Y David gritó al pueblo y a Abner hijo de Ner, diciendo: -¿No respondes, Abner? Abner respondió y dijo: -¿Quién eres tú, que gritas al rey? 
15 David preguntó a Abner: -¿No eres tú un hombre? ¿Quién hay como tú en Israel? ¿Por qué, pues, no has protegido al rey, tu señor? Porque uno del pueblo entró para destruir al rey, tu señor.
16 Esto que has hecho no está bien. ¡Vive Jehovah, que sois dignos de muerte, porque no habéis guardado a vuestro señor, el ungido de Jehovah! Ahora, mira dónde está la lanza del rey, y la cantimplora de agua que estaba a su cabecera. 
17 Saúl reconoció la voz de David y preguntó: -¿No es ésa tu voz, David, hijo mío? David respondió: -¡Sí, es mi voz, oh mi señor el rey!
18 -Y añadió-: ¿Por qué persigue así mi señor a su siervo? ¿Qué he hecho? ¿Qué maldad hay en mi mano?
19 Ahora, por favor, escuche mi señor el rey las palabras de su siervo. Si Jehovah te ha incitado contra mí, que él acepte una ofrenda. Pero si han sido hombres, sean ellos malditos delante de Jehovah, porque hoy me han expulsado para que yo no tenga parte en la heredad de Jehovah, diciendo: "¡Vé y sirve a otros dioses!"
20 Ahora pues, no caiga mi sangre en tierra lejos de la presencia de Jehovah, porque el rey de Israel ha salido para buscar una pulga, como quien persigue una perdiz por los montes. 
21 Entonces Saúl dijo: -He pecado. Vuelve, David, hijo mío, porque ningún mal te haré en adelante, pues hoy mi vida ha sido estimada preciosa ante tus ojos. He aquí que he actuado neciamente y he cometido un grave error. 
22 David respondió y dijo: -He aquí la lanza del rey. Pase aquí alguno de los jóvenes y tómela.
23 Jehovah pague a cada uno según su justicia y su lealtad, porque Jehovah te entregó hoy en mi mano, pero yo no quise extender mi mano contra el ungido de Jehovah.
24 Y he aquí, como tu vida ha sido valiosa ante mis ojos en este día, así sea valiosa mi vida ante los ojos de Jehovah, y él me libre de toda aflicción. 
25 Saúl dijo a David: -¡Bendito seas, David, hijo mío! Sin duda, tú harás grandes cosas y ciertamente triunfarás. Después David continuó su camino, y Saúl regresó a su lugar.

CAPITULO 27
David se refugia entre los filisteos
 

1 David dijo en su corazón: "Ahora bien, algún día voy a perecer por la mano de Saúl. Nada será mejor para mí que escapar de inmediato a la tierra de los filisteos, para que Saúl deje de ocuparse de mí y no me ande buscando por todo el territorio de Israel. Así escaparé de su mano." 
2 Se levantó pues David y se pasó, con los 600 hombres que estaban con él, a Aquis hijo de Maoc, rey de Gat.
3 David habitó con Aquis en Gat, él y sus hombres, cada uno con su familia, y David con sus dos mujeres: Ajinoam, de Jezreel, y Abigaíl, que fuera mujer de Nabal, de Carmel.
4 A Saúl le llegó la noticia de que David había huido a Gat, y no lo buscó más.

Incursiones de David desde Siclag 

5
Entonces David dijo a Aquis: -Si he hallado ahora gracia ante tus ojos, por favor, que se me dé un lugar en alguna de las ciudades en el campo, para que habite allí. ¿Por qué ha de habitar tu siervo contigo en la ciudad real? 
6 Aquel día Aquis le dio la ciudad de Siclag. Por esto Siclag pertenece a los reyes de Judá, hasta el día de hoy.
7 Y el tiempo que David habitó en la tierra de los filisteos fue de un año y cuatro meses. 
8 David subía con sus hombres, y hacían incursiones contra los de Gesur, los de Gezer y los de Amalec; pues desde antaño éstos habitaban en aquella tierra, desde las inmediaciones de Shur hasta la tierra de Egipto.
9 David atacaba la tierra y no dejaba vivo hombre ni mujer. Se llevaba las ovejas, las vacas, los asnos, los camellos y la ropa; y después regresaba e iba a Aquis.
10 Cuando Aquis preguntaba: "¿Contra quién habéis hecho hoy la incursión?", David respondía: "Contra el Néguev de Judá", o "Contra el Néguev de Jerameel", o "Contra el Néguev de los queneos." 
11 David no dejaba que llevaran a Gat con vida ni hombres ni mujeres, porque decía: "No sea que informen acerca de nosotros diciendo: ’Esto hizo David.’ " Así fue su manera de proceder todo el tiempo que vivió en la tierra de los filisteos.
12 Aquis creía a David y pensaba: "El ha llegado a hacerse odioso a su pueblo Israel, de modo que será mi siervo para siempre."

CAPITULO 28
Los filisteos se alistan contra Israel
 

1 Aconteció que en aquellos días los filisteos reunieron sus tropas en un ejército para combatir contra Israel. Entonces Aquis dijo a David: -Bien sabes que debes ir conmigo a la campaña tú con tus hombres. 
2 David respondió a Aquis: -Sabrás, pues, lo que puede hacer tu servidor. Y Aquis dijo a David: -Entonces te haré mi guarda personal para siempre.

Saúl acude a la espiritista de Endor 

3
Samuel ya había muerto, y todo Israel había lamentado su partida. Lo habían sepultado en su ciudad, en Ramá. Y Saúl había quitado del país a los que evocaban a los muertos y a los adivinos. 
4 Los filisteos se reunieron, vinieron y acamparon en Sunem. Saúl reunió a todo Israel, y ellos acamparon en Gilboa.
5 Al ver Saúl el campamento de los filisteos, se atemorizó, y su corazón se estremeció en gran manera.
6 Entonces Saúl consultó a Jehovah, pero Jehovah no le respondió ni por sueños, ni por Urim, ni por los profetas. 
7 Entonces Saúl dijo a sus servidores: -Buscadme una mujer que sepa evocar a los muertos, para que yo vaya a ella y consulte por medio de ella. Sus servidores le respondieron: -He aquí que en Endor hay una mujer que sabe evocar a los muertos. 
8 Saúl se disfrazó poniéndose otra ropa, y fue con dos hombres. Llegaron de noche a la mujer, y él dijo: -Por favor, evócame a los muertos y haz que suba quien yo te diga. 
9 Pero la mujer le respondió: -He aquí, tú sabes lo que ha hecho Saúl; cómo ha quitado del país a los que evocan a los muertos y a los adivinos. ¿Por qué, pues, pones una trampa a mi vida para causarme la muerte? 
10 Saúl le juró por Jehovah, diciendo: -¡Vive Jehovah, que ningún mal te vendrá por esto! 
11 Entonces la mujer preguntó: -¿A quién haré que suba? El respondió: -Haz que suba Samuel.  
12 Al ver la mujer a Samuel, gritó fuertemente. Y la mujer habló a Saúl diciendo: 
13 -¿Por qué me has engañado? ¡Tú eres Saúl! El rey le dijo: -No tengas miedo. ¿Qué has visto? La mujer respondió a Saúl: -He visto un ser divino que sube de la tierra. 
14 Entonces él le preguntó: -¿Qué aspecto tiene? Ella respondió: -Sube un hombre anciano, envuelto en un manto. Saúl entendió que era Samuel, e inclinando el rostro a tierra se postró.
15 Entonces Samuel preguntó a Saúl: -¿Por qué me has molestado haciéndome subir? Saúl respondió: -Estoy muy angustiado, pues los filisteos combaten contra mí, y Dios se ha apartado de mí. No me responde más, ni por medio de profetas, ni por sueños. Por esto te he llamado, para que me declares lo que tengo que hacer. 
16 Entonces Samuel dijo: -¿Para qué me preguntas a mí, puesto que Jehovah se ha apartado de ti y se ha vuelto tu adversario?
17 Jehovah ha hecho lo que dijo por medio de mí, pues Jehovah ha quitado el reino de tu mano y lo ha dado a tu prójimo, a David;
18 porque no obedeciste la voz de Jehovah ni ejecutaste el ardor de su ira contra Amalec. Por eso Jehovah te ha hecho esto hoy.
19 Además, Jehovah entregará a Israel y también a ti en mano de los filisteos. Mañana estaréis conmigo, tú y tus hijos. Jehovah entregará también el ejército de Israel en mano de los filisteos. 
20 Entonces Saúl cayó en tierra, tan largo como era, y tuvo gran temor por las palabras de Samuel. No le quedaban fuerzas, pues no había comido nada en todo el día ni en toda la noche.
21 Luego la mujer vino a Saúl; y al verle tan aterrorizado, le dijo: -He aquí que tu sierva ha obedecido tu voz. He arriesgado mi vida y he escuchado las palabras que me has hablado.
22 Ahora pues, te ruego que tú también escuches la voz de tu sierva: Permíteme poner delante de ti un pedazo de pan, a fin de que comas y recuperes fuerzas para seguir tu camino. 
23 El rehusó diciendo: -No comeré. Pero sus servidores, junto con la mujer, le insistieron; y él les escuchó. Luego se levantó del suelo y se sentó sobre la cama. 
24 La mujer tenía en la casa un ternero engordado, y se apresuró a matarlo. Luego tomó harina, la amasó y coció con ella panes sin levadura.
25 Los puso delante de Saúl y de sus servidores. Después que comieron, se levantaron y partieron aquella misma noche.

 
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