2ª Samuel 18-24

CAPITULO 18

1 David pasó revista a la gente que estaba con él, y puso sobre ellos jefes de millares y jefes de centenas.
2 Luego David envió a la gente: una tercera parte al mando de Joab, otra tercera parte al mando de Abisai, hijo de Sarvia y hermano de Joab, y la otra tercera parte al mando de Itai el geteo. Luego el rey dijo al pueblo:
-Yo mismo iré también con vosotros. 
3 Pero el pueblo dijo:
-No irás; porque si nosotros tenemos que huir, no harán caso de nosotros. Aunque muera la mitad de nosotros, no nos harán caso. Pero tú vales hoy tanto como 10.000 de nosotros. Ahora pues, será mejor que nos des ayuda desde la ciudad. 
4 El rey les dijo: -Haré lo que os parezca bien.
Entonces el rey se quedó de pie junto a la puerta mientras todo el pueblo salía de cien en cien y de mil en mil.
5 Y el rey mandó a Joab, a Abisai y a Itai, diciendo:
-Tratad benignamente al joven Absalón, por consideración a mí. Y todo el pueblo escuchó cuando el rey dio orden a todos los jefes acerca de Absalón.

Derrota y muerte de Absalón 

6
La gente salió al campo al encuentro de Israel, y se dio la batalla en el bosque de Efraín.  
7
Allí cayó el pueblo de Israel ante los servidores de David. Aquel día hubo allí una gran matanza de 20.000 hombres.
8 La batalla se extendió por toda la región, y aquel día el bosque devoró más gente que la que había devorado la espada. 
9 Sucedió que Absalón se encontró con los servidores de David. Absalón iba montado sobre un mulo, y el mulo se metió por debajo del espeso ramaje de una gran encina. A Absalón se le enredó la cabeza en la encina, de modo que quedó colgado entre el cielo y la tierra, mientras el mulo que estaba debajo de él siguió adelante.
10 Un hombre lo vio y avisó a Joab diciendo: 
-He aquí que he visto a Absalón colgado de una encina. 
11 Joab respondió al hombre que le dio la noticia: 
-Y viéndolo tú, ¿por qué no lo mataste allí mismo, derribándolo a tierra? Yo te hubiera dado diez piezas de plata y un cinturón. 
12 El hombre respondió a Joab:
-Aunque yo recibiera en mi mano mil piezas de plata, no extendería mi mano contra el hijo del rey, porque nosotros oímos cuando el rey os mandó a ti, a Abisai y a Itai, diciendo: "Cuidadme al joven Absalón."
13 Si yo hubiera arriesgado mi vida (y nada se le esconde al rey), tú mismo habrías estado en contra. 
14 Joab respondió: -No perderé mi tiempo contigo.
Y tomando tres dardos en su mano, los clavó en el corazón de Absalón, que aún estaba vivo en medio de la encina.
15 Luego lo rodearon diez jóvenes, escuderos de Joab, e hirieron a Absalón y lo remataron.
16 Entonces Joab tocó la corneta, y el pueblo dejó de perseguir a Israel, porque Joab detuvo al pueblo. 
17 Tomaron después a Absalón, lo echaron en un gran hoyo en el bosque y levantaron sobre él un gran montón de piedras. Y todo Israel huyó, cada uno a su morada. 
18 En vida Absalón había mandado erigir para sí un monumento que está en el Valle del Rey, porque había dicho: "Yo no tengo hijo que conserve la memoria de mi nombre." El puso su nombre a aquel monumento. Y hasta el día de hoy se llama monumento de Absalón.

David se entera del final de Absalón 

19
Entonces Ajimaas hijo de Sadoc dijo:
-Correré y daré las buenas noticias al rey, de cómo Jehovah le ha librado de mano de sus enemigos. 
20 Joab le respondió:
-No serás tú quien lleve las noticias en este día. Las llevarás otro día. No llevarás las noticias en este día, porque el hijo del rey ha muerto. 
21 Entonces Joab dijo al etíope: -Vé tú e informa al rey de lo que has visto.
El etíope se postró ante Joab y corrió.
22 Entonces Ajimaas hijo de Sadoc volvió a decir a Joab:
-Sea como sea, deja que yo también corra tras el etíope. Joab le dijo:
-Hijo mío, ¿para qué has de correr, si no te van a dar un premio por las noticias? 
23 Pero él respondió: -Sea como sea, correré. Entonces le dijo: -Corre.
Ajimaas corrió por el camino de la llanura y pasó al etíope. 
24 David estaba sentado entre las dos puertas. El centinela fue a la azotea de la puerta de la muralla, y alzando los ojos miró, y he allí un hombre que corría solo.
25 El centinela llamó e informó al rey. Y el rey dijo:
-Si viene solo, trae buenas noticias.
En tanto que él iba acercándose,
26 el centinela vio a otro hombre que corría. Y el centinela llamó al portero diciendo:
-¡He aquí, otro hombre viene corriendo solo! Y el rey dijo:
-Ese también trae buenas noticias. 
27 El centinela volvió a decir: -Me parece que el correr del primero es como el correr de Ajimaas hijo de Sadoc. El rey respondió:
-Ese es un hombre de bien y trae buenas noticias. 
28 Ajimaas llamó y dijo al rey: -¡Paz! Se postró ante el rey con el rostro en tierra y añadió:
-¡Bendito sea Jehovah tu Dios, que ha entregado a los hombres que habían levantado su mano contra mi señor el rey! 
29 El rey le preguntó: -¿Está bien el joven Absalón? Ajimaas respondió:
-Cuando Joab envió al siervo del rey, a tu siervo, vi un gran alboroto, pero no supe de qué se trataba. 
30 El rey dijo: -Pasa y detente allí.
El pasó y se detuvo.
31 Y he aquí el etíope llegó y dijo:
-Reciba mi señor el rey la buena noticia de que Jehovah ha defendido hoy tu causa ante todos los que se levantaron contra ti. 
32 El rey preguntó al etíope: -¿Está bien el joven Absalón? El etíope respondió: -Como aquel joven sean los enemigos de mi señor el rey, y todos los que se levantan contra ti para mal.

David llora a Absalón 

33
El rey se estremeció. Subió a la sala que estaba encima de la puerta y lloró. Decía mientras subía: 
-¡Hijo mío Absalón! ¡Hijo mío, hijo mío Absalón! ¡Quién me diera que yo muriese en tu lugar, Absalón, hijo mío, hijo mío! 

CAPITULO 19
1
Se informó a Joab: "He aquí que el rey llora y hace duelo por Absalón."
2 Aquel día la victoria se convirtió en duelo para todo el pueblo, porque aquel día el pueblo había oído decir: "El rey siente dolor por su hijo."
3 Aquel día el pueblo entró en la ciudad a escondidas, como suelen entrar avergonzados los que han huido de la batalla.
4 El rey cubrió su cara y clamó en alta voz:

Joab reprende la actitud de David

5
Joab entró en la casa del rey y le dijo:
-Hoy has avergonzado la cara de todos tus servidores que hoy han librado tu vida y la vida de tus hijos y de tus hijas, la vida de tus mujeres y la vida de tus concubinas;
6 pues amas a los que te aborrecen y aborreces a los que te aman. Porque has revelado que a ti nada te importan tus oficiales ni tus servidores. Ciertamente ahora sé que si Absalón viviera, aunque todos nosotros estuviésemos muertos, entonces estarías contento.
7 »Ahora pues, levántate, sal y habla bondadosamente a tus servidores. Porque juro por Jehovah que si no sales, ni un solo hombre quedará contigo esta noche; y esto será peor para ti que todos los males que te han sobrevenido desde tu juventud hasta ahora.

David recupera a su pueblo

8
Entonces el rey se levantó y se sentó a la puerta. Se anunció a todo el pueblo diciendo: "He aquí el rey está sentado a la puerta de la ciudad." Y todo el pueblo se presentó ante el rey.
Mientras tanto, los israelitas habían huido cada uno a su morada.
9 Y sucedió que todo el pueblo contendía en todas las tribus de Israel, diciendo: "El rey nos ha librado de mano de nuestros enemigos y nos ha salvado de mano de los filisteos, pero ahora ha huido del país por causa de Absalón.
10 Sin embargo, Absalón, a quien habíamos ungido rey sobre nosotros, ha muerto en la batalla. Ahora pues, ¿por qué guardáis silencio con respecto a hacer volver al rey?"
11 Por su parte, el rey David mandó a decir a los sacerdotes Sadoc y Abiatar: "Hablad a los ancianos de Judá y decidles: ’¿Por qué seréis vosotros los últimos en hacer volver alrey a su casa, siendo que la palabra de todo Israel ha llegado al rey, a su casa?
12 Vosotros sois mis hermanos, hueso mío y carne mía; ¿por qué, pues, seréis los últimos en hacer volver al rey?’
13 Asimismo, diréis a Amasa: ’¿No eres tú hueso mío y carne mía? Así me haga Dios y aun me añada, si no has de ser jefe del ejército delante de mí, de ahora en adelante, en lugar de Joab.’ "
14 Así se ganó el corazón de todos los hombres de Judá como el de un solo hombre, y enviaron a decir al rey: "¡Vuelve tú, y todos tus servidores!"

David emprende su regreso a casa

15
Entonces volvió el rey y llegó hasta el Jordán. Y los de Judá habían ido a Gilgal para recibir al rey y hacerlo cruzar el Jordán.
16 También Simei hijo de Gera, de Benjamín, que era de Bajurim, se dio prisa para ir con los hombres de Judá a recibir al rey David.
17 Con él venían 1.000 hombres de Benjamín.
Asimismo vino Siba, criado de la casa de Saúl, y con él sus quince hijos y sus veinte siervos, los cuales se apresuraron a llegar al Jordán delante del rey.
18 Y cruzaron el vado para ayudar a pasar a la familia del rey y para hacer lo que a él le pareciera bien.

David perdona la vida a Simei

Entonces Simei hijo de Gera se postró ante el rey, cuando éste iba a cruzar el Jordán,
19 y dijo al rey:
-Que mi señor no me impute iniquidad, ni se acuerde del mal que hizo tu siervo el día en que mi señor el rey salió de Jerusalén. Que el rey no lo guarde en su corazón,
20 porque yo, tu siervo, reconozco haber pecado, y he aquí que he venido hoy, el primero de toda la casa de José para descender al encuentro de mi señor el rey.
21 Intervino Abisai, hijo de Sarvia, y dijo:
-Por esto, ¿no ha de morir Simei, ya que maldijo al ungido de Jehovah?
22 Y David respondió:
-¿Qué hay entre mí y vosotros, hijos de Sarvia, para que hoy me seáis adversarios? ¿Habrá de morir hoy alguno en Israel? ¿No sé yo que hoy soy rey sobre Israel?
23 Entonces el rey dijo a Simei: -No morirás. Y el rey se lo juró.

David descubre el engaño de Siba

24
También Mefiboset hijo de Saúl descendió al encuentro del rey. No había cuidado sus pies, ni arreglado su bigote, ni lavado su ropa desde el día en que el rey salió hasta el día en que volvió en paz.
25 Cuando él vino a Jerusalén al encuentro del rey, éste le preguntó:
-Mefiboset, ¿por qué no fuiste conmigo?
26 El respondió:
-Oh mi señor el rey, mi siervo me engañó. Pues tu siervo había dicho: "Aparéjame el asno; montaré en él e iré con el rey." Porque tu siervo es lisiado.
27 El ha calumniado a tu siervo ante mi señor el rey, pero mi señor el rey es como un ángel de Dios. Haz, pues, lo que te parezca bien.
28 Porque toda mi casa paterna no era sino digna de muerte delante de mi señor el rey; sin embargo, tú has puesto a tu siervo entre los que comen a tu mesa. ¿Qué derecho tengo yo aun de clamar al rey?
29 El rey le dijo:
-¿Por qué hablar más de tus asuntos? Yo he determinado que tú y Siba os repartáis las tierras.
30 Y Mefiboset dijo al rey: -¡Que él las tome todas, porque mi señor el rey ha vuelto en paz a su casa!

David bendice a Barzilai

31
También Barzilai el galadita descendió de Rogelim y cruzó el Jordán con el rey, para despedirse de él en el Jordán.
32 Barzilai era muy anciano; tenía 80 años. El había sustentado al rey cuando permaneció en Majanaim, porque era un hombre muy rico.
33 El rey dijo a Barzilai: -Cruza conmigo; yo te sustentaré junto a mí en Jerusalén.
34 Pero Barzilai dijo al rey:
-¿Cuántos años me quedarán de vida, para que yo suba con el rey a Jerusalén?
35 Yo tengo ahora 80 años; ¿podré distinguir entre lo bueno y lo malo? ¿Podrá saborear tu siervo lo que coma o beba? ¿Podré todavía oír la voz de los hombres y de las mujeres que cantan? ¿Para qué ha de ser tu siervo una carga más para mi señor el rey?
36 ¿Por qué me ha de dar el rey esta recompensa? Tu siervo pasará un poco más allá del Jordán con el rey.
37 Por favor, deja a tu siervo que vuelva y que muera en mi ciudad, junto al sepulcro de mi padre y de mi madre. Pero aquí tienes a tu siervo Quimjam; que pase él con mi señor el rey, y haz por él lo que te parezca bien.
38 Entonces el rey dijo:
-Que pase Quimjam conmigo, y yo haré por él lo que te parezca bien. Todo lo que tú me pidas yo te lo haré.
39 Todo el pueblo cruzó el Jordán, y también cruzó el rey. Luego el rey besó a Barzilai y lo bendijo, y éste regresó a su casa.
40 Entonces el rey prosiguió a Gilgal, y Quimjam fue con él.

Judá e Israel disputan por el rey

Todo el pueblo de Judá y la mitad del pueblo de Israel acompañaban al rey.
41 Y he aquí que todos los hombres de Israel vinieron al rey y le preguntaron:
-¿Por qué te raptaron nuestros hermanos, los hombres de Judá, y han hecho cruzar el Jordán al rey y a su familia, y con él a todos los hombres de David?
42 Todos los hombres de Judá respondieron a los hombres de Israel:
-Porque el rey es nuestro pariente cercano. Pero, ¿por qué os enojáis vosotros por esto? ¿Acaso hemos comido a costa del rey, o nos ha dado obsequios?
43 Los hombres de Israel respondieron a los de Judá y dijeron: -Nosotros tenemos en el rey diez partes, y más derecho sobre David que vosotros. ¿Por qué, pues, nos habéis tenido en poco? ¿Acaso no hablamos nosotros primero de hacer volver a nuestro rey? Pero las palabras de los hombres de Judá fueron más duras que las palabras de los hombres de Israel.

CAPITULO 20
La sublevación de Seba

1 Ocurrió que se hallaba allí un hombre perverso que se llamaba Seba hijo de Bicri, de Benjamín. Este tocó la corneta y dijo: -¡Nosotros no tenemos parte en David ni heredad en el hijo de Isaí! ¡Cada uno a su morada, oh Israel!
2 Así todos los hombres de Israel abandonaron a David y siguieron a Seba hijo de Bicri. Pero los hombres de Judá siguieron fielmente a su rey, desde el Jordán hasta Jerusalén.

David recluye a sus concubinas

3
Cuando David llegó a su palacio en Jerusalén, tomó a las diez mujeres concubinas que había dejado para guardar el palacio, y las recluyó en una casa. El las sustentó, pero nunca más se unió a ellas, sino que quedaron recluidas, viviendo como viudas hasta el día de su muerte.

Joab asesina a Amasa

4
Después el rey dijo a Amasa:
-Convócame a los hombres de Judá para dentro de tres días, y tú preséntate también aquí.
5 Amasa fue a convocar a Judá, pero se retrasó más del tiempo que le había sido señalado.
6 Entonces dijo David a Abisai:
-Seba hijo de Bicri nos hará ahora más daño que Absalón. Toma tú a los servidores de tu señor y persíguelo, no sea que halle para sí ciudades fortificadas y se nos pierda de vista.
7 En pos de Abisai salieron los hombres de Joab, los quereteos, los peleteos y todos los valientes. Salieron de Jerusalén para perseguir a Seba hijo de Bicri.
8 Y cuando estaban cerca de la gran piedra que está en Gabaón, Amasa vino ante ellos. Joab estaba vestido con su uniforme militar y encima llevaba un cinturón y una espada sujeta en su vaina, la cual se le cayó cuando él avanzó.
9 Joab dijo a Amasa:
-¿Te va bien, hermano mío?
Y tomó con la mano derecha la barba de Amasa para besarlo.
10 Como Amasa no se cuidó de la espada que Joab tenía en la mano, éste le hirió con ella en el vientre y derramó sus entrañas por tierra. Cayó muerto, sin necesidad de un segundo golpe. Después Joab y su hermano Abisai continuaron persiguiendo a Seba hijo de Bicri.
11 Luego uno de los hombres de Joab se puso de pie junto a Amasa, y dijo:
-¡Cualquiera que esté a favor de Joab y a favor de David, que siga a Joab!
12 Mientras tanto, Amasa yacía revolcándose en su sangre en medio del camino, y todo el que pasaba se detenía junto a él al verle. Y viendo aquel hombre que todo el pueblo se detenía, apartó a Amasa del camino al campo, y echó sobre él una manta.
13 Luego que fue apartado del camino, siguieron adelante todos los hombres tras Joab para perseguir a Seba hijo de Bicri.

El trágico final de Seba

14
Seba había pasado por todas las tribus de Israel hasta Abel-bet-maaca, y todos los de Barim se congregaron y lo siguieron también.
15 Entonces llegaron y le sitiaron en Abel-bet-maaca, y construyeron un terraplén contra la ciudad, el cual se apoyaba sobre la muralla exterior. Y toda la gente que estaba con Joab golpeaba el muro para derribarlo.
16 Entonces una mujer sabia dio voces desde la ciudad:
-¡Escuchad! ¡Escuchad! Por favor, decid a Joab: "Acércate acá para que yo hable contigo."
17 Cuando él se acercó a ella, la mujer preguntó: -¿Eres tú Joab? El respondió: -Sí, yo soy. Ella le dijo: -Escucha las palabras de tu sierva. El respondió:
-Yo escucho.
18 Entonces ella volvió a hablar y dijo:
-Antiguamente se solía decir: "El que consulte, que consulte en Abel." Y así se concluía todo asunto.
19 Yo soy una de las pacíficas y fieles de Israel, y tú procuras arrasar una ciudad que es madre en Israel. ¿Por qué devorarás la heredad de Jehovah?
20 Joab respondió diciendo:
-¡Lejos, lejos esté de mí que yo devore o destruya!
21 No es así el asunto; sino que un hombre de la región montañosa de Efraín, que se llama Seba hijo de Bicri, ha levantado su mano contra el rey, contra David. Entregad sólo a él, y me iré de la ciudad.
La mujer dijo a Joab:
-He aquí que su cabeza te será arrojada de detrás del muro.
22 La mujer fue a todo el pueblo con su sabiduría, y ellos cortaron la cabeza a Seba hijo de Bicri y se la arrojaron a Joab. Este tocó la corneta, y se retiraron de la ciudad, cada uno a su morada. Y Joab regresó al rey en Jerusalén.

Otros oficiales de David

23
Joab estaba al mando de todo el ejército de Israel. Benaías hijo de Joyada estaba al mando de los quereteos y de los peleteos.
24 Adoniram estaba a cargo del tributo laboral. Josafat hijo de Ajilud era el cronista.
25 Seva era el escriba. Sadoc y Abiatar eran los sacerdotes.
26 También Ira el jaireo era sacerdote de David.

CAPITULO 21
David vindica a los gabaonitas

1 Aconteció en los días de David que hubo hambre durante tres años consecutivos. David buscó el rostro de Jehovah, y Jehovah le dijo: -Es por causa de Saúl y su casa sanguinaria, porque él dio muerte a los gabaonitas.
2 Entonces el rey llamó a los gabaonitas y les habló. Los gabaonitas no eran de los hijos de Israel, sino del remanente de los amorreos, a los cuales los hijos de Israel habían hecho juramento. Pero debido a su celo por los hijos de Israel y de Judá, Saúl había procurado matarlos.
3 David preguntó a los gabaonitas:
-¿Qué haré por vosotros y con qué haré compensación, para que bendigáis la heredad de Jehovah?
4 Los gabaonitas le respondieron: -No tenemos pleito sobre plata ni oro con Saúl ni con su casa. Tampoco queremos que muera nadie en Israel. El les dijo:
-Haré por vosotros lo que digáis.
5 Ellos respondieron al rey:
-De aquel hombre que nos destruyó y maquinó contra nosotros para exterminarnos, sin dejar nada de nosotros en todo el territorio de Israel,
6 que nos den siete hombres de sus descendientes para que los ahorquemos delante de Jehovah en Gabaa de Saúl, el escogido de Jehovah.
El rey dijo:
-Os los daré.
7 El rey perdonó la vida a Mefiboset hijo de Jonatán, hijo de Saúl, por el juramento de Jehovah que había entre ellos, entre David y Jonatán hijo de Saúl.
8 Pero tomó a dos hijos de Rizpa hija de Ayías, que ella había dado a luz a Saúl, a saber: Armoni y Mefiboset. También tomó a cinco hijos de Merab hija de Saúl, que ella había dado a luz a Adriel hijo de Barzilai el mejolatita.
9 Los entregó en mano de los gabaonitas, y ellos los ahorcaron en el monte delante de Jehovah; y murieron los siete juntos.
Ellos fueron muertos en los primeros días de la siega, al comienzo de la siega de la cebada.
10 Y Rizpa hija de Ayías tomó una manta de cilicio y se la tendió sobre una roca, desde el principio de la siega hasta que empezó a llover sobre ellos agua del cielo, sin dejar que ningún ave del cielo se posase sobre ellos de día, ni los animales del campo de noche.
11 Informaron a David de lo que hacía Rizpa hija de Ayías, concubina de Saúl;
12 y David fue y tomó los restos de Saúl y los restos de su hijo Jonatán, de los señores de Jabes, en Galaad, quienes los habían tomado secretamente de la plaza de Bet-seán, donde los filisteos los habían colgado el día que éstos derrotaron a Saúl en Gilboa.
13 Hizo traer de allá los restos de Saúl y los restos de su hijo Jonatán, y recogieron los restos de los ahorcados.
14 Luego sepultaron los restos de Saúl y los de su hijo Jonatán en territorio de Benjamín, en Zela, en el sepulcro de su padre Quis; e hicieron todo lo que el rey había mandado. Y después de esto, Dios atendió las súplicas con respecto a la tierra.

Otras campañas contra los filisteos

15
Aconteció que hubo otra batalla de los filisteos contra Israel. David descendió con sus servidores y combatieron contra los filisteos, y David quedó extenuado.
16 Entonces Isbi-benob, uno de los descendientes de Harafa, cuya lanza pesaba 300 siclos de bronce, ceñido con una espada nueva, trató de matar a David.
17 Pero Abisai, hijo de Sarvia, le socorrió, hirió al filisteo y lo mató. Entonces los hombres de David le juraron diciendo: "No saldrás más con nosotros a la batalla, no sea que apagues la lámpara de Israel."
18 Aconteció después de esto que hubo otra batalla contra los filisteos en Gob. Entonces Sibecai, de Husa, mató a Saf, uno de los descendientes de Harafa.
19 Hubo otra batalla contra los filisteos en Gob. Entonces Eljanán hijo de Jaare-oreguim, de Belén, mató a Goliat el geteo, el asta de cuya lanza era como un rodillo de telar.
20 Y hubo otra batalla en Gat, donde había un hombre de gran estatura, el cual tenía seis dedos en cada mano y seis dedos en cada pie, veinticuatro en total. El también era un descendiente de Harafa.
21 El desafió a Israel, pero lo mató Jonatán hijo de Simea, hermano de David.
22 Estos cuatro eran descendientes de Harafa en Gat, y cayeron por mano de David y por mano de sus servidores.

CAPITULO 22
Cántico de liberación

1 David dirigió a Jehovah las palabras de este cántico, el día que Jehovah le libró de mano de todos sus enemigos, y de mano de Saúl. El dijo:
2 "Jehovah es mi roca, mi fortaleza y mi libertador.
3 Dios es mi peña; en él me refugiaré. El es mi escudo, el poder de mi liberación, mi baluarte, mi refugio y mi salvador.
Tú me salvas de la violencia.
4 "Invocaré a Jehovah, quien es digno de ser alabado,
y seré librado de mis enemigos.
5 Ciertamente me rodearon las olas de la muerte,
y los torrentes de la perversidad me atemorizaron.
6 Me rodearon las ligaduras del Seol;
me confrontaron los lazos de la muerte.
7 "En mi angustia invoqué a Jehovah; invoqué a mi Dios. El oyó mi voz desde su templo,
y mi clamor llegó a sus oídos.
8 "La tierra se estremeció y tembló; se conmovieron los cimientos de los cielos.
Se estremecieron, porque él se airó.
9 Humo subió de su nariz; de su boca salió fuego consumidor,
y carbones encendidos saltaban de él.
10 Inclinó los cielos y descendió;
una densa oscuridad había debajo de sus pies.
11 Cabalgó sobre un querubín y voló;
se remontó sobre las alas del viento.
12 Puso tinieblas alrededor de sí como su morada,
oscuridad de aguas y densas nubes.
13 Por el resplandor de su presencia
se encendieron carbones de fuego.
14 "Jehovah tronó desde los cielos;
el Altísimo dio su voz.
15 Envió flechas y los dispersó;
arrojó relámpagos y los desconcertó.
16 A la reprensión de Jehovah, por el soplo del aliento de su nariz, se hicieron visibles los lechos del mar,
y se descubrieron los cimientos del mundo.
17 "Envió desde lo alto y me tomó;
me sacó de las aguas caudalosas.
18 Me libró de mi poderoso enemigo y de los que me aborrecían,
pues eran más fuertes que yo.
19 Se enfrentaron a mí el día de mi desgracia,
pero Jehovah fue mi apoyo.
20 El me sacó a un lugar espacioso;
me libró, porque se agradó de mí.
21 "Jehovah me ha pagado conforme a mi justicia;
conforme a la limpieza de mis manos me ha recompensado.
22 Porque he guardado los caminos de Jehovah,
y no me he apartado impíamente de mi Dios.
23 Porque delante de mí han estado todos sus juicios,
y no he apartado de mí sus estatutos.
24 Fui íntegro para con él,
y me guardé de mi maldad.
25 Por tanto, Jehovah me ha recompensado conforme a mi justicia,
conforme a mi limpieza ante sus ojos.
26 "Con el misericordioso te muestras misericordioso,
e íntegro con el hombre íntegro.
27 Con el limpio te muestras limpio,
y eres sagaz con el perverso.
28 Salvas al pueblo humilde;
pero tus ojos humillan a los altivos.
29 Ciertamente tú eres mi lámpara, oh Jehovah;
Jehovah ilumina mis tinieblas.
30 Contigo desbarataré ejércitos;
con mi Dios saltaré murallas.
31 "Perfecto es el camino de Dios; probada es la palabra de Jehovah.
El es escudo a todos los que en él se refugian.
32 Porque, ¿quién es Dios fuera de Jehovah?
¿Quién es Roca fuera de nuestro Dios?
33 Dios es el que me ciñe de vigor,
y hace perfecto mi camino.
34 Hace que mis pies sean ágiles como los del venado,
y me mantiene firme sobre mis alturas. 
35 Adiestra mis manos para la batalla;
así mis brazos pueden tensar el arco de bronce.
36 "Me has dado el escudo de tu salvación;
tu condescendencia me ha engrandecido.
37 Tú has ensanchado mis pasos debajo de mí,
para que no tiemblen mis tobillos.
38 Perseguí a mis enemigos y los destruí;
no volví sino hasta acabarlos. 
39 Los consumí; los golpeé, y no pudieron levantarse;
cayeron debajo de mis pies.
40 Me ceñiste de poder para la batalla;
doblegaste a mis enemigos debajo de mí.
41 Hiciste que mis enemigos me dieran las espaldas,
y destruí a los que me aborrecían.
42 Clamaron, pero no hubo quien los salvase.
Clamaron a Jehovah, pero él no les respondió. 
43 Los desmenucé como polvo de la tierra;
los deshice como lodo de la calle y los aplasté.
44 "Tu me libraste de las contiendas de mi pueblo, y me guardaste como jefe de las naciones.
Aun los pueblos que yo no conocía me sirvieron.
45 Los hijos de los extranjeros me adulaban;
apenas oían de mí, me rendían obediencia.
46 Los hijos de los extranjeros se desvanecían
y salían temblando de sus escondrijos.
47 "¡Viva Jehovah! ¡Bendita sea mi Roca!
Sea ensalzado Dios, la roca de mi salvación,
48 el Dios que ejecuta mi venganza;
somete a los pueblos debajo de mí
49 y me aparta de mis enemigos. Tú me has enaltecido sobre mis adversarios,
y me has librado del hombre violento.
50 Por eso te confesaré entre las naciones, oh Jehovah,
y cantaré salmos a tu nombre.
51 "El engrandece las victorias de su rey y muestra misericordia a su ungido: a David y a sus descendientes, para siempre."

CAPITULO 23
Ultimas palabras de David


1 Estas son las últimas palabras de David:
"Dijo David hijo de Isaí, dijo el hombre a quien Dios levantó, el ungido del Dios de Jacob, el dulce salmista de Israel:
2 "El Espíritu de Jehovah ha hablado por medio de mí,
y su palabra ha estado en mi lengua.
3 El Dios de Israel ha dicho; me ha hablado la Roca de Israel: ’El que gobierna a los hombres con justicia,
el que gobierna con el temor de Dios,
4 es como la luz matutina cuando sale el sol en un amanecer sin nubes; es como el resplandor tras la lluvia
que hace germinar la hierba de la tierra.’
5 "¿No es así mi casa para con Dios? Pues él ha hecho conmigo un pacto eterno, ordenado en todas las cosas y seguro, aunque mi plena salvación y todo mi anhelo
él no los haga todavía prosperar.
6 "Pero los perversos, todos ellos, serán arrancados como espinas,
las cuales nadie toma con la mano.
7 Nadie las tocará excepto con un hierro o con un asta de lanza. Y con fuego serán totalmente consumidos en su lugar."

Los tres valientes de David

8
Estos son los nombres de los valientes que tenía David: Joseb-basebet el tacmonita, jefe de los tres. El blandió su lanza contra 800, y los mató de una sola vez.
9 Después de él estaba Eleazar hijo de Dodo, hijo de Ajoji. El era uno de los tres valientes que estaban con David cuando desafiaron a los filisteos que se reunieron allí para la batalla, y se retiraron los hombres de Israel.
10 El se levantó e hirió a los filisteos hasta que su mano se cansó y se le quedó pegada a la espada. Aquel día Jehovah dio una gran victoria, y el pueblo fue tras él sólo para tomar el botín.
11 Después de él estaba Sama hijo de Age el hararita. Cuando los filisteos se reunieron en Leji, había allí una parcela de tierra sembrada de lentejas. El pueblo había huido ante los filisteos,
12 pero él se puso firme en medio de la parcela y la defendió, derrotando a los filisteos. Y Jehovah les dio una gran victoria.
13 Tres de los treinta principales descendieron y fueron a la cueva de Adulam, donde estaba David, en el tiempo de la siega, mientras el ejército de los filisteos acampaba en el valle de Refaím.
14 David estaba entonces en la fortaleza, y un destacamento de los filisteos estaba en Belén.
15 Entonces David sintió un vivo deseo y dijo: "¡Quién me diera de beber agua del pozo de Belén, que está junto a la puerta!"
16 Entonces los tres valientes irrumpieron en el campamento de los filisteos y sacaron agua del pozo de Belén, que estaba junto a la puerta. Se la llevaron y la presentaron a David. Pero él no la quiso beber, sino que la derramó como una libación a Jehovah, diciendo:
17 "¡Lejos esté de mí, oh Jehovah, el hacer esto! ¿No es la sangre de los hombres que fueron con riesgo de sus vidas?" Y no quiso beberla. Estas cosas hicieron los tres valientes.

Los treinta valientes de David

18
Abisai, hermano de Joab, hijo de Sarvia, era el jefe de los treinta. El blandió su lanza contra 300 y los mató, y tuvo renombre junto con los tres.
19 Entre los treinta, él era el más respetado y fue su jefe; pero no fue incluido entre los tres.
20 Benaías hijo de Joyada era hijo de un hombre valeroso de Cabseel, de grandes hazañas. El mató a los dos héroes de Moab. El descendió y mató un león dentro de un foso, un día de nieve.
21 El también mató a un egipcio, hombre de gran apariencia. El egipcio tenía en su mano una lanza, y Benaías salió a su encuentro con un palo, pero arrebató la lanza de la mano del egipcio y lo mató con su propia lanza.
22 Estas cosas hizo Benaías hijo de Joyada y tuvo renombre junto con los tres valientes.
23 El era respetado entre los treinta, pero no llegó a estar entre los tres. David lo puso al frente de su guardia personal.
24 También estaban entre los treinta: Asael, hermano de Joab; Eljanán hijo de Dodo, de Belén;
25 Sama, de Harod; Elica, de Harod;
26 Heles el peletita; Ira hijo de Iques, de Tecoa;
27 Abiezer, de Anatot; Mebunai, de Husa;
28 Salmón el ajojita; Maharai, de Netofa;
29 Heleb hijo de Baaná, de Netofa; Itai hijo de Ribai, de Gabaa de los hijos de Benjamín;
30 Benaías, de Piratón; Hidai, de los arroyos de Gaas;
31 Abi-albón, de Arabá; Azmávet el barjumita;
32 Eliaba, de Saalbín; Jonatán de los hijos de Jasén;
33 Sama el hararita; Ajiam hijo de Sarar, el ararita;
34 Elifelet hijo de Ajasbai, hijo del macateo; Eliam hijo de Ajitofel el gilonita;
35 Hezrai, de Carmel; Paarai el arbita;
36 Igal hijo de Natán, de Soba; Bani el gadita;
37 Selec el amonita; Najarai, de Beerot, escudero de Joab, hijo de Sarvia;
38 Ira, de Jatir; Gareb, de Jatir;
39 Urías el heteo. Entre todos eran treinta y siete.

CAPITULO 24
Censo militar de David


1 Volvió a encenderse el furor de Jehovah contra Israel, e incitó a David contra ellos, diciendo: "Vé y haz el censo de Israel y de Judá."
2 El rey dijo a Joab, jefe del ejército, que estaba con él: -Por favor, recorre todas las tribus de Israel, desde Dan hasta Beerseba, y haz el censo del pueblo, para que yo sepa el número de la gente.
3 Pero Joab respondió al rey:
-¡Que Jehovah tu Dios añada al pueblo cien veces más, y que mi señor el rey lo vea! Sin embargo, ¿para qué quiere esto mi señor el rey?
4 Pero la palabra del rey prevaleció contra Joab y contra los jefes del ejército. Entonces salió Joab con los jefes del ejército de la presencia del rey, para hacer el censo del pueblo de Israel.
5 Habiendo cruzado el Jordán, acamparon en Aroer, al sur de la ciudad que está en medio del valle de Gad; y luego fueron a Jazer.
6 Después fueron a Galaad y a la tierra de Tajtim-hodsi. De allí fueron a Dan, a Jaán y a los alrededores de Sidón.
7 Fueron luego a la fortaleza de Tiro y a todas las ciudades de los heveos y de los cananeos. Por último, salieron hacia el Néguev de Judá, hasta Beerseba.
8 Después que recorrieron todo el territorio, volvieron a Jerusalén al cabo de nueve meses y veinte días.
9 Joab dio al rey el resultado del censo del pueblo: Los hombres de guerra de Israel que sacaban espada eran 800.000, y los hombres de Judá eran 500.000.

El censo provoca la ira de Jehovah

10
Después que David había hecho contar al pueblo, su corazón le golpeaba. Y David dijo a Jehovah:
-He pecado gravemente al haber hecho esto. Pero ahora, oh Jehovah, quita, por favor, el pecado de tu siervo, po

 
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