Marcos 9-15

 CAPITULO 9

1 También les dijo: -De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí presentes que no gustarán la muerte hasta que hayan visto que el reino de Dios ha venido con poder.

La transfiguración

2
Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y les hizo subir aparte, a solas, a un monte alto, y fue transfigurado delante de ellos.
3 Sus vestiduras se hicieron resplandecientes, muy blancas, tanto que ningún lavandero en la tierra las puede dejar tan blancas.
4 Y les apareció Elías con Moisés, y estaban hablando con Jesús.
5 Entonces intervino Pedro y dijo a Jesús: -Rabí, es bueno que nosotros estemos aquí. Levantemos, pues, tres enramadas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
6 Pues él no sabía qué decir, porque tuvieron miedo.
7 Vino una nube haciéndoles sombra, y desde la nube una voz decía: "Este es mi hijo amado; a él oíd."
8 Y de inmediato, mirando alrededor, ya no vieron a nadie más con ellos, sino sólo a Jesús.
9 Mientras descendían ellos del monte, Jesús les ordenó que no contaran a nadie lo que habían visto, sino cuando el Hijo del Hombre resucitara de entre los muertos.
10 Y ellos guardaron la palabra entre sí, discutiendo qué significaría aquello de resucitar de entre los muertos.
11 Le preguntaron diciendo:
-¿Por qué dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?
12 El les dijo: -A la verdad, Elías viene primero y restaura todas las cosas. Y, ¿cómo está escrito acerca del Hijo del Hombre, que padezca mucho y sea menospreciado?
13 Sin embargo, os digo que Elías ya ha venido; e hicieron con él todo lo que quisieron, tal como está escrito de él.

Jesús sana a un muchacho

14
Cuando llegaron a los discípulos, vieron una gran multitud alrededor de ellos, y a unos escribas que disputaban con ellos.
15 En seguida, cuando toda la gente le vio, se sorprendió, y corriendo hacia él le saludaron.
16 Y les preguntó: -¿Qué disputáis con ellos?
17 Le respondió uno de la multitud: -Maestro, traje a ti mi hijo porque tiene un espíritu mudo,
18 y dondequiera que se apodera de él, lo derriba. Echa espumarajos y cruje los dientes, y se va desgastando. Dije a tus discípulos que lo echasen fuera, pero no pudieron.
19 Y respondiendo les dijo: -¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os soportaré? ¡Traédmelo!
20 Se lo trajeron; y cuando el espíritu le vio, de inmediato sacudió al muchacho, quien cayó en tierra y se revolcaba, echando espumarajos.
21 Jesús preguntó a su padre: -¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? El dijo: -Desde niño.
22 Muchas veces le echa en el fuego o en el agua para matarlo; pero si puedes hacer algo, ¡ten misericordia de nosotros y ayúdanos!
23 Jesús le dijo: -¿"Si puedes . . ."? ¡Al que cree todo le es posible!
24 Inmediatamente el padre del muchacho clamó diciendo: -¡Creo! ¡Ayuda mi incredulidad!
25 Pero cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo diciéndole: -Espíritu mudo y sordo, yo te mando, ¡sal de él y nunca más entres en él!
26 Entonces, clamando y desgarrándole con violencia, el espíritu salió; y el muchacho quedó como muerto, de modo que muchos decían: -¡Está muerto!
27 Pero Jesús le tomó de la mano y le enderezó, y él se levantó.
28 Cuando él entró en casa, sus discípulos le preguntaron en privado: -¿Por qué no pudimos echarlo fuera nosotros?
29 El les dijo: -Este género con nada puede salir, sino con oración.

Jesús vuelve a anunciar su muerte

30
Habiendo salido de allí, caminaban por Galilea. El no quería que nadie lo supiese,
31 porque iba enseñando a sus discípulos, y les decía: "El Hijo del Hombre ha de ser entregado en manos de hombres, y le matarán. Y una vez muerto, resucitará después de tres días."
32 Pero ellos no entendían esta palabra y tenían miedo de preguntarle.

Quién es el más importante

33
Llegó a Capernaúm. Y cuando estuvo en casa, Jesús les preguntó: -¿Qué disputabais entre vosotros en el camino?
34 Pero ellos callaron, porque lo que habían disputado los unos con los otros en el camino era sobre quién era el más importante.
35 Entonces se sentó, llamó a los doce y les dijo: -Si alguno quiere ser el primero, deberá ser el último de todos y el siervo de todos.
36 Y tomó a un niño y lo puso en medio de ellos; y tomándole en sus brazos, les dijo:
37 -El que en mi nombre recibe a alguien como este niño, a mí me recibe; y el que a mí me recibe no me recibe a mí, sino al que me envió.

Quién está de nuestra parte

38
Juan le dijo: -Maestro, vimos a alguien que echaba fuera demonios en tu nombre, y se lo prohibimos, porque no nos seguía. 
39 Pero Jesús dijo: -No se lo prohibáis, porque nadie que haga milagros en mi nombre podrá después hablar mal de mí.
40 Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es.
41 Cualquiera que os dé un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo que jamás perderá su recompensa.

Ocasiones de caer 

42
Y a cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le atase una gran piedra de molino al cuello y que fuese echado al mar. 
43 Si tu mano te hace tropezar, córtala. Mejor te es entrar manco a la vida que teniendo dos manos, ir al infierno, al fuego inextinguible.
44, 45 Si tu pie te hace tropezar, córtalo. Mejor te es entrar cojo a la vida que teniendo dos pies, ser echado al infierno.
46, 47 Y si tu ojo te hace tropezar, sácalo. Mejor te es entrar con un solo ojo al reino de Dios que, teniendo dos ojos, ser echado al infierno,
48 donde su gusano no muere, y el fuego nunca se apaga. 
49 Porque todo será salado con fuego.
50 Buena es la sal; pero si la sal se vuelve insípida, ¿con qué será salada? Tened sal en vosotros y vivid en paz los unos con los otros.

CAPITULO 10
Una pregunta acerca del divorcio
 

1 Y levantándose de allí, fue a las regiones de Judea y de más allá del Jordán. Las multitudes volvieron a acudir a él, y de nuevo les enseñaba como él acostumbraba.
2 Entonces se acercaron unos fariseos para probarle, y le preguntaron si era lícito al marido divorciarse de su mujer.
3 Pero él respondió y les dijo: -¿Qué os mandó Moisés? 
4 Ellos dijeron: -Moisés permitió escribir carta de divorcio y despedirla.
5 Pero Jesús les dijo: -Ante vuestra dureza de corazón, os escribió este mandamiento.
6 Pero desde el principio de la creación, Dios los hizo varón y mujer.
7 Por esta causa el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer;
8 y serán los dos una sola carne. Así que, ya no son más dos, sino una sola carne.
9 Por tanto, lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre. 
10 En casa sus discípulos volvieron a preguntarle acerca de esto.
11 El les dijo: -Cualquiera que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra ella.
12 Y si la mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio.

Jesús bendice a los niños 

13
Y le presentaban niños para que los tocase, pero los discípulos los reprendieron.
14 Al verlo, Jesús se indignó y les dijo: "Dejad a los niños venir a mí, y no les impidáis; porque de los tales es el reino de Dios.
15 De cierto os digo que cualquiera que no reciba el reino de Dios como un niño, jamás entrará en él."
16 Entonces tomándolos en los brazos, puso las manos sobre ellos y los bendijo.

Jesús y el joven rico 

17
Cuando salía para continuar su camino, un hombre vino corriendo, se puso de rodillas delante de él y le preguntó: -Maestro bueno, ¿qué haré para obtener la vida eterna?
18 Pero Jesús le dijo: -¿Por qué me llamas "bueno"? Ninguno es bueno, sino sólo uno, Dios.
19 Tú conoces los mandamientos: No cometas homicidio, no cometas adulterio, no robes, no des falso testimonio, no defraudes, honra a tu padre y a tu madre. 
20 Pero él le dijo: -Maestro, todo esto he guardado desde mi juventud.
21 Entonces al mirarlo Jesús, le amó y le dijo: -Una cosa te falta: Anda, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres; y tendrás tesoro en el cielo. Y ven; sígueme. 
22 Pero él, abatido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.

El peligro de las riquezas 

23
Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: -¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! 
24 Los discípulos se asombraron por sus palabras; pero Jesús, respondiendo de nuevo, les dijo: -Hijitos, ¡cuán difícil es entrar en el reino de Dios!
25 Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios. 
26 Pero ellos quedaron aun más atónitos diciendo entre sí: -¿Y quién podrá ser salvo?
27 Entonces Jesús, mirándolos, les dijo: -Para los hombres es imposible; pero no para Dios. Porque para Dios todas las cosas son posibles. 
28 Pedro comenzó a decirle: -He aquí, nosotros hemos dejado todo y te hemos seguido.
29 Jesús le dijo: -De cierto os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o madre, o padre, o hijos, o campos, por causa de mí y del evangelio,
30 que no reciba cien veces más ahora en este tiempo: casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y campos, con persecuciones; y en la edad venidera, la vida eterna.
31 Pero muchos primeros serán los últimos, y los últimos, primeros.

Jesús anuncia su muerte y victoria 

32
Iban por el camino subiendo a Jerusalén, y Jesús iba delante de ellos. Estaban asombrados, y los que le seguían tenían miedo. Entonces, volviendo a tomar a los doce aparte, les comenzó a declarar las cosas que le estaban por acontecer: 
33 -He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas. Le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles.
34 Se burlarán de él, le escupirán, le azotarán y le matarán; y después de tres días resucitará.

Petición de los hijos de Zebedeo 

35
Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se acercaron a él y le dijeron: -Maestro, queremos que nos concedas lo que pidamos.
36 El les dijo: -¿Qué queréis que haga por vosotros? 
37 Ellos dijeron: -Concédenos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.
38 Entonces Jesús les dijo: -No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? 
39 Ellos dijeron: -Podemos. Y Jesús les dijo:-Beberéis la copa que yo bebo, y seréis bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado.
40 Pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es mío concederlo, sino que es para quienes está preparado. 
41 Cuando lo oyeron los diez, comenzaron a enojarse con Jacobo y Juan.
42 Pero Jesús los llamó y les dijo: -Sabéis que los que son tenidos por príncipes de los gentiles se enseñorean de ellos, y sus grandes ejercen autoridad sobre ellos.
43 Pero no es así entre vosotros. Más bien, cualquiera que anhele hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, 
44 y cualquiera que anhele ser el primero entre vosotros será siervo de todos.
45 Porque el Hijo del Hombre tampoco vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.

Jesús sana al ciego Bartimeo 

46
Entonces llegaron a Jericó. Y cuando él iba saliendo de Jericó junto con sus discípulos y una gran multitud, el ciego Bartimeo, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando.
47 Y cuando oyó que era Jesús de Nazaret, comenzó a gritar diciendo: -¡Jesús, hijo de David, ten misericordia de mí!
48 Muchos le regañaban para que se callara, pero él gritaba aun más fuerte: -¡Hijo de David, ten misericordia de mí!
49 Entonces Jesús se detuvo y mandó llamarle. Llamaron al ciego diciéndole: -Ten confianza. Levántate. El te llama.
50 Entonces él, tirando su manto, se levantó y fue a Jesús.
51 Y Jesús le respondió diciendo: -¿Qué quieres que te haga? El ciego le dijo: -Rabí, que yo recobre la vista. 
52 Jesús le dijo: -Vete. Tu fe te ha salvado. Al instante recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino.

CAPITULO 11
La entrada triunfal en Jerusalén
 

1 Cuando llegaron cerca de Jerusalén, junto a Betfagé y Betania, frente al monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos 
2 y les dijo: -Id a la aldea que está frente a vosotros, y cuando hayáis entrado allí, en seguida hallaréis atado un borriquillo sobre el cual ningún hombre ha montado. Desatadlo y traedlo.
3 Y si alguien os dice: "¿Por qué hacéis eso?", decidle: "El Señor lo necesita, y luego lo enviará aquí otra vez." 
4 Ellos fueron y hallaron el borriquillo atado a la puerta, afuera, en la esquina de dos calles; y lo desataron.
5 Algunos de los que estaban allí les dijeron: -¿Qué hacéis desatando al borriquillo?
6 Ellos les dijeron tal como Jesús les había dicho, y les dejaron ir. 
7 Trajeron el borriquillo a Jesús y echaron sobre él sus mantos, y se sentó sobre él.
8 Muchos tendieron sus mantos por el camino, y otros cortaban ramas de los árboles.
 9 Los que iban delante y los que le seguían aclamaban: -¡Hosanna!
¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!
10 ¡Bendito el reino venidero de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!
11 Entró Jesús en Jerusalén, en el templo, y habiendo mirado todo en derredor, como la hora ya era tarde, salió para Betania con los doce.

Jesús y la higuera sin fruto 

12
Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre.
13 Y viendo desde lejos una higuera que tenía hojas, se acercó para ver si hallara en ella algo. Cuando vino a ella, no encontró nada sino hojas, porque no era tiempo de higos.
14 Entonces Jesús dijo a la higuera: "¡Nunca jamás coma nadie de tu fruto!" Y lo oyeron sus discípulos.

Jesús purifica el templo 

15
Llegaron a Jerusalén, y Jesús entró en el templo. Y comenzó a echar fuera a los que vendían y a los que compraban en el templo. Volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían palomas,
16 y no consentía que nadie cruzase por el templo llevando utensilio alguno.
17 Y enseñaba diciendo: "¿No está escrito que mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones? Pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones." 
18 Lo oyeron los principales sacerdotes y los escribas, y buscaban cómo matarle; porque le tenían miedo, pues todo el pueblo estaba maravillado de su doctrina.
19 Y al llegar la noche, Jesús y los suyos salieron de la ciudad.

Lección de la higuera seca 

20
Por la mañana, pasando por allí vieron que la higuera se había secado desde las raíces.
21 Entonces Pedro, acordándose, le dijo: -Rabí, he aquí la higuera que maldijiste se ha secado.
22 Respondiendo Jesús les dijo: -Tened fe en Dios. 
23 De cierto os digo que cualquiera que diga a este monte: "Quítate y arrójate al mar", y que no dude en su corazón, sino que crea que será hecho lo que dice, le será hecho.
24 Por esta razón os digo que todo por lo cual oráis y pedís, creed que lo habéis recibido, y os será hecho.
25 ,26 Y cuando os pongáis de pie para orar, si tenéis algo contra alguien, perdonadle, para que vuestro Padre que está en los cielos también os perdone a vosotros vuestras ofensas.

La autoridad de Jesús 

27
Volvieron a Jerusalén. Luego, mientras él andaba por el templo, vinieron a él los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos,
28 y le decían: -¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿O quién te dio la autoridad para hacer estas cosas?
29 Entonces Jesús les dijo: -Yo os haré una pregunta. Respondedme, y yo os diré con qué autoridad hago estas cosas:
30 El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres? Respondedme. 
31 Entonces ellos razonaban entre sí diciendo: -Si decimos "del cielo", dirá: "¿Por qué, pues, no le creísteis?"
32 Pero si decimos "de los hombres . . ." Temían al pueblo, porque todos consideraban que verdaderamente Juan era profeta.
33 Entonces respondiendo a Jesús dijeron: -No sabemos. Y Jesús les dijo: -Tampoco yo os digo con qué autoridad hago estas cosas. 

CAPITULO 12
Parábola de los labradores malvados
 

1 Entonces comenzó a hablarles en parábolas: -Un hombre plantó una viña. La rodeó con una cerca, cavó un lagar, edificó una torre, la arrendó a unos labradores y se fue lejos.
2 A su debido tiempo envió un siervo a los labradores, para recibir de los labradores una parte del fruto de la viña.
3 Pero ellos lo tomaron, lo hirieron y le enviaron con las manos vacías.
4 Volvió a enviarles otro siervo, pero a ése le hirieron en la cabeza y le afrentaron.
5 Y envió otro, y a éste lo mataron. Envió a muchos otros, pero ellos herían a unos y mataban a otros. 
6 »Teniendo todavía un hijo suyo amado, por último, también lo envió a ellos diciendo: "Tendrán respeto a mi hijo."
7 Pero aquellos labradores dijeron entre sí: "Este es el heredero. Venid, matémosle, y la heredad será nuestra."
8 Y le prendieron, lo mataron y le echaron fuera de la viña. 
9 »¿Qué, pues, hará el señor de la viña? Vendrá, destruirá a los labradores y dará la viña a otros. 10 ¿No habéis leído esta Escritura: La piedra que desecharon los edificadores, ésta fue hecha cabeza del ángulo; 
11 de parte del Señor sucedió esto, y es maravilloso en nuestros ojos? 
12 Ellos procuraban prenderle, pero temían a la multitud, porque sabían que en aquella parábola se había referido a ellos. Y dejándole, se fueron.

Pregunta sobre el tributo al César 

13
Entonces enviaron a él algunos de los fariseos y de los herodianos para que le sorprendiesen en alguna palabra.
14 Y viniendo le dijeron: -Maestro, sabemos que eres hombre de verdad y que no te cuidas de nadie; porque no miras la apariencia de los hombres, sino que con verdad enseñas el camino de Dios. ¿Es lícito dar tributo al César, o no? ¿Daremos o no daremos?
15 Entonces él, como entendió la hipocresía de ellos, les dijo: -¿Por qué me probáis? Traedme un denario para que lo vea. 
16 Se lo trajeron, y él les dijo: -¿De quién es esta imagen y esta inscripción? Le dijeron: -Del César.
17 Entonces Jesús les dijo: -Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. Y se maravillaban de él.

Pregunta acerca de la resurrección 

18
Entonces vinieron a él unos saduceos, quienes dicen que no hay resurrección, y le preguntaron diciendo: 
19 -Maestro, Moisés nos escribió que si el hermano de alguno muere y deja mujer y no deja hijos, su hermano tome la mujer y levante descendencia a su hermano.
20 Había siete hermanos. El primero tomó mujer, y murió sin dejar descendencia.
21 La tomó el segundo y murió sin dejar descendencia. El tercero, de la misma manera.
22 Así los siete no dejaron descendencia. Después de todos, murió también la mujer.
23 En la resurrección, cuando resuciten, puesto que los siete la tuvieron por mujer, ¿de cuál de ellos será mujer? 
24 Entonces Jesús les dijo: -¿No es por esto que erráis, porque no conocéis las Escrituras ni tampoco el poder de Dios?
25 Porque cuando resuciten de entre los muertos, no se casarán ni se darán en casamiento, sino que son como los ángeles que están en los cielos.
26 Y con respecto a si resucitan los muertos, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, cómo le habló Dios desde la zarza diciendo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob?
27 Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. Vosotros erráis mucho.

El gran mandamiento 

28
Se le acercó uno de los escribas al oírles discutir; y dándose cuenta de que Jesús había respondido bien, le preguntó: -¿Cuál es el primer mandamiento de todos?
29 Jesús le respondió: -El primero es: Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios, el Señor uno es.
30 Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.
31 El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que estos dos. 
32 Entonces el escriba le dijo: -Bien, Maestro. Has dicho la verdad: Dios es uno, y no hay otro aparte de él;
33 y amarle con todo el corazón, con todo el entendimiento, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios.
34 Y viendo Jesús que había respondido sabiamente, le dijo: -No estás lejos del reino de Dios. Ya nadie se atrevía a hacerle más preguntas.

Jesús, hijo y Señor de David 

35
Mientras estaba enseñando en el templo, Jesús respondiendo decía: -¿Cómo es que dicen los escribas que el Cristo es hijo de David? 
36 David mismo dijo mediante el Espíritu Santo: Dijo el Señor a mi Señor: "Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies." 
37 David mismo le llama "Señor"; ¿cómo es, pues, su hijo? Y la gran multitud le escuchaba con gusto.

Jesús denuncia a los escribas 

38
Y en su enseñanza decía: -Guardaos de los escribas, a quienes les gusta pasearse con ropas largas y aman las salutaciones en las plazas,
39 las primeras sillas en las sinagogas y los primeros asientos en los banquetes.
40 Estos, que devoran las casas de las viudas y como pretexto hacen largas oraciones, recibirán mayor condenación.

La ofrenda de la viuda pobre 

41
Estando Jesús sentado frente al arca del tesoro, observaba cómo el pueblo echaba dinero en el arca. Muchos ricos echaban mucho,
 42 y una viuda pobre vino y echó dos blancas, que equivalen a un cuadrante.
43 El llamó a sus discípulos y les dijo: -De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que echaron en el arca.
44 Porque todos han echado de su abundancia; pero ésta, de su pobreza, echó todo lo que tenía, todo su sustento.

CAPITULO 13
La inminente destrucción del templo
 

1 Cuando él salía del templo, uno de sus discípulos dijo: -Maestro, ¡mira qué piedras y qué edificios!
2 Y Jesús le dijo: -¿Veis estos grandes edificios? Aquí no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada.

Señales que anticipan el fin 

3
Estando él sentado en el monte de los Olivos frente al templo, Pedro, Jacobo, Juan y Andrés le preguntaban aparte: 
4 -Dinos, ¿cuándo sucederán estas cosas? ¿Y qué señal habrá cuando todas estas cosas estén por cumplirse? 
5 Jesús comenzó a decirles: -Mirad que nadie os engañe.
6 Muchos vendrán en mi nombre diciendo: "Yo soy", y engañarán a muchos.
7 Pero cuando oigáis de guerras y de rumores de guerras, no os turbéis. Es necesario que así suceda, pero todavía no es el fin.
8 Porque se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá terremotos por todas partes. Habrá hambres. Estos son principio de dolores. 
9 Pero vosotros, mirad por vosotros mismos. Porque os entregarán en los concilios, y seréis azotados en las sinagogas. Por mi causa seréis llevados delante de gobernadores y de reyes, para testimonio a ellos.
10 Es necesario que primero el evangelio sea predicado a todas las naciones.
11 Cuando os lleven para entregaros, no os preocupéis por lo que hayáis de decir. Más bien, hablad lo que os sea dado en aquella hora; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo.
12 El hermano entregará a muerte a su hermano, y el padre a su hijo. Se levantarán los hijos contra sus padres y los harán morir.
13 Y seréis aborrecidos de todos, por causa de mi nombre. Pero el que persevere hasta el fin, éste será salvo.

La abominación desoladora 

14
Pero cuando veáis que la abominación desoladora se ha establecido donde no debe estar (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea huyan a los montes.
15 El que esté en la azotea no descienda ni entre para sacar algo de su casa,
16 y el que esté en el campo no vuelva atrás para tomar su manto.
17 ¡Ay de las que estén encintas y de las que críen en aquellos días!
18 Orad, pues, que no acontezca en invierno.
19 Porque aquellos días serán de tribulación como nunca ha habido desde el principio de la creación que Dios creó, hasta ahora, ni habrá jamás.
20 Si el Señor no hubiese acortado aquellos días, no se salvaría nadie; pero por causa de los escogidos que él eligió, él ha acortado aquellos días.

Falsos cristos y falsos profetas 

21
Entonces, si alguien os dice: "He aquí, aquí está el Cristo", o "He allí, allí está", no le creáis.
22 Porque se levantarán falsos cristos y falsos profetas, y harán señales y maravillas para engañar, de ser posible, a los escogidos.
23 Pero vosotros, ¡mirad! Os lo he dicho todo de antemano.

La venida del Hijo del Hombre 

24
Entonces en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor.
25 Las estrellas caerán del cielo, y los poderes que están en los cielos serán sacudidos.
26 Entonces verán al Hijo del Hombre viniendo en las nubes con gran poder y gloria.
27 Después enviará a sus ángeles y reunirá a sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo. 
28 De la higuera aprended la parábola: Cuando su rama ya está tierna y brotan sus hojas, sabéis que el verano está cerca.
29 Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca, a las puertas.
30 De cierto os digo que no pasará esta generación hasta que todas estas cosas sucedan.
31 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. 
32 Pero acerca de aquel día o de la hora, nadie sabe; ni siquiera los ángeles en el cielo, ni aun el Hijo, sino sólo el Padre.
33 Mirad y velad, porque no sabéis cuándo será el tiempo. 34 Será como el hombre que al salir de viaje dejó su casa y dio autoridad a sus siervos, a cada uno su obra, y al portero mandó que velase.
35 Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el Señor de la casa, sea a la tarde, a la medianoche, al canto del gallo o a la mañana;
36 no sea que cuando vuelva de repente os halle durmiendo.
37 Lo que a vosotros digo, a todos digo: ¡Velad! 

CAPITULO 14
Acuerdo para matar a Jesús
 

1 Dos días después era la Pascua y la fiesta de los panes sin levadura. Y los principales sacerdotes y los escribas estaban buscando cómo prenderle por engaño y matarle, 2 pues decían: "No en la fiesta, de modo que no se haga alboroto en el pueblo."

Jesús es ungido en Betania 
3 Estando él en Betania sentado a la mesa en casa de Simón el leproso, vino una mujer que tenía un frasco de alabastro con perfume de nardo puro de gran precio. Y quebrando el frasco de alabastro, lo derramó sobre la cabeza de Jesús.
4 Pero había allí algunos que se indignaron entre sí y dijeron: -¿Para qué se ha hecho este desperdicio de perfume?
5 Porque podría haberse vendido este perfume por más de trescientos denarios y haberse dado a los pobres. Y murmuraban contra ella,
6 pero Jesús dijo: -Dejadla. ¿Por qué la molestáis? Ella ha hecho una buena obra conmigo.
7 Porque siempre tenéis a los pobres con vosotros, y cuando queréis les podéis hacer bien; pero a mí no siempre me tenéis.
8 Ella ha hecho lo que podía, porque se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura.
9 De cierto os digo que dondequiera que sea predicado este evangelio en todo el mundo, también lo que ésta ha hecho será contado para memoria de ella.

Judas ofrece traicionar a Jesús 

10
Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, fue a los principales sacerdotes para entregárselo.
11 Ellos, al oírlo, se alegraron y prometieron darle dinero. Y él buscaba cómo entregarle en un momento oportuno.

Preparativos para la Pascua 

12
El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, cuando sacrificaban el cordero de la Pascua, sus discípulos le dijeron: -¿Dónde quieres que vayamos y hagamos los preparativos para que comas la Pascua?
13 El envió a dos de sus discípulos y les dijo: -Id a la ciudad, y os saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua. Seguidle;
14 y donde entre, decid al dueño de casa: "El Maestro dice: ’¿Dónde está mi habitación donde he de comer la Pascua con mis discípulos?’ "
15 Y él os mostrará un gran aposento alto ya dispuesto y preparado. Preparad allí para nosotros. 
16 Salieron sus discípulos, entraron en la ciudad, hallaron como les había dicho y prepararon la Pascua.

Jesús anuncia la traición de Judas 

17
Al atardecer fue con los doce;
18 y cuando estaban sentados a la mesa comiendo, Jesús dijo: -De cierto os digo que uno de vosotros, el que come conmigo, me va a entregar. 
19 Entonces comenzaron a entristecerse y a decirle uno tras otro: -¿Acaso seré yo?
20 El les dijo: -Es uno de los doce, el que moja el pan conmigo en el plato.
21 A la verdad, el Hijo del Hombre va, tal como está escrito de él. Pero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado el Hijo del Hombre! Bueno le fuera a aquel hombre no haber nacido.

La Cena del Señor 

22
Mientras ellos comían, Jesús tomó pan y lo bendijo; lo partió, les dio y dijo: -Tomad; esto es mi cuerpo. 
23 Tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio; y bebieron todos de ella.
24 Y él les dijo: -Esto es mi sangre del pacto, la cual es derramada a favor de muchos.
25 De cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día cuando lo beba nuevo en el reino de Dios. 
26 Y después de cantar un himno, salieron al monte de los Olivos.

Jesús predice la negación de Pedro 

27
Entonces Jesús les dijo: -Todos os escandalizaréis de mí; porque escrito está: Heriré al pastor, y serán dispersadas las ovejas.
28 Pero después de haber resucitado, iré delante de vosotros a Galilea. 
29 Entonces Pedro le dijo: -Aunque todos sean escandalizados, yo no.
30 Jesús le dijo: -De cierto te digo que hoy, en esta noche, antes que el gallo haya cantado dos veces, tú me negarás tres veces. 
31 Pero él decía con mayor insistencia: -Aunque me sea necesario morir contigo, jamás te negaré.También todos decían lo mismo.

Angustia de Jesús en Getsemaní 

32
Llegaron al lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: -Sentaos aquí, mientras yo oro. 
33 Tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y comenzó a entristecerse y a angustiarse.
34 Y les dijo: -Mi alma está muy triste, hasta la muerte. Quedaos aquí y velad. 
35 Pasando un poco adelante, se postraba en tierra y oraba que de ser posible, pasase de él aquella hora.
36 Decía: -¡Abba, Padre, todo es posible para ti! ¡Aparta de mí esta copa! Pero no lo que yo quiero, sino lo que tú quieres. 
37 Volvió y los halló durmiendo, y le dijo a Pedro: -Simón, ¿duermes? ¿No has podido velar una sola hora? 38 Velad y orad, para que no entréis en tentación. El espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. 39 De nuevo se apartó y oró diciendo las mismas palabras.
40 Cuando volvió otra vez, los halló durmiendo, porque sus ojos estaban cargados de sueño. Y no sabían qué responderle. 
41 Volvió por tercera vez y les dijo: -¿Todavía estáis durmiendo y descansando? Basta ya. La hora ha venido. He aquí, el Hijo del Hombre es entregado en manos de los pecadores.
42 ¡Levantaos, vamos! He aquí, está cerca el que me entrega.

Jesús es arrestado 

43
En seguida, mientras él aún hablaba, llegó Judas, uno de los doce, y con él una multitud con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes, de los escribas y de los ancianos.
44 El que le entregaba les había dado señal diciendo: "Al que yo bese, ése es. Prendedle y llevadle con seguridad." 45 Cuando llegó, de inmediato se acercó a él y dijo: -¡Rabí!
Y le besó.
46 Entonces ellos le echaron mano y le prendieron;
47 pero uno de los que estaban allí, sacando su espada, hirió al siervo del sumo sacerdote y le cortó la oreja.
48 Jesús respondió y les dijo: -¿Como contra un asaltante habéis salido con espadas y palos para prenderme?
49 Cada día yo estaba delante de vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis. Pero así es, para que se cumplan las Escrituras. 
50 Entonces todos los suyos le abandonaron y huyeron. 51 Pero cierto joven, habiendo cubierto su cuerpo desnudo con una sábana, le seguía; y le prendieron.
52 Pero él, dejando la sábana, huyó desnudo.

Jesús ante el Sanedrín 

53
Llevaron a Jesús ante el sumo sacerdote; y se reunieron con él todos los principales sacerdotes, los ancianos y los escribas.
54 Y Pedro le siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo sacerdote, y estaba sentado con los guardias y se calentaba ante el fuego. 
55 Los principales sacerdotes y todo el Sanedrín buscaban testimonio contra Jesús, para entregarle a muerte; pero no lo hallaban.
56 Porque muchos daban falso testimonio contra Jesús, pero sus testimonios no concordaban.
57 Entonces se levantaron unos, y dieron falso testimonio contra él diciendo: 
58 -Nosotros le oímos decir: "Yo derribaré este templo que ha sido hecho con manos, y en tres días edificaré otro hecho sin manos." 
59 Pero ni aun así concordaba el testimonio de ellos.
60 Entonces el sumo sacerdote se levantó en medio y preguntó a Jesús diciendo: -¿No respondes nada? ¿Qué testifican éstos contra ti?
61 Pero él callaba y no respondió nada. Otra vez el sumo sacerdote le preguntó y le dijo: -¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?
62 Jesús le dijo: -Yo soy. Y además, veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder y viniendo con las nubes del cielo. 
63 Entonces el sumo sacerdote rasgó su vestidura y dijo: -¿Qué más necesidad tenemos de testigos?
64 Vosotros habéis oído la blasfemia. ¿Qué os parece? Y todos ellos le condenaron como reo de muerte.
65 Algunos comenzaron a escupirle, a cubrirle la cara y a darle de bofetadas, diciendo: -¡Profetiza! También los guardias le recibieron a bofetadas.

Pedro niega a Jesús 

66
Estando Pedro abajo en el patio, vino una de las criadas del sumo sacerdote.
67 Cuando vio a Pedro calentándose, se fijó en él y le dijo: -Tú también estabas con Jesús de Nazaret.
68 Pero él negó diciendo: -No lo conozco, ni sé lo que dices. Y salió afuera a la entrada, y el gallo cantó.
69 Cuando la criada le vio, comenzó otra vez a decir a los que estaban allí: -Este es uno de ellos. 
70 Pero él negó otra vez. Poco después, los que estaban allí decían otra vez a Pedro: -Verdaderamente tú eres uno de ellos, porque eres galileo.
71 Pero él comenzó a maldecir y a jurar: -¡No conozco a este hombre de quien habláis!
72 Y en seguida cantó el gallo por segunda vez, y Pedro se acordó de la palabra, como Jesús le había dicho: "Antes que cante el gallo dos veces, tú me negarás tres veces." Y pensando en esto, lloraba. 

CAPITULO 15
Jesús ante Pilato
 

1 Y luego, muy de mañana, cuando los principales sacerdotes ya habían consultado con los ancianos, con los escribas y con todo el Sanedrín, después de atar a Jesús, le llevaron y le entregaron a Pilato. 
2 Y Pilato le preguntó: -¿Eres tú el rey de los judíos? Y respondiendo le dijo: -Tú lo dices. 
3 Los principales sacerdotes le acusaban de muchas cosas. 4 Pero Pilato le preguntaba de nuevo diciendo: -¿No respondes nada? Mira de cuántas cosas te acusan.
5 Pero Jesús aun con eso no respondió nada, de modo que Pilato se maravillaba. 
6 En la fiesta Pilato solía soltarles un preso, el que pidiesen.
7 Y había uno que se llamaba Barrabás, preso con los rebeldes que habían cometido homicidio en la insurrección.
8 La multitud se levantó y comenzó a pedir que les hiciese como acostumbraba. 
9 Entonces Pilato les respondió diciendo: -¿Queréis que yo os suelte al rey de los judíos?
10 Porque sabía que por envidia le habían entregado los principales sacerdotes.
11 Pero los principales sacerdotes incitaron a la multitud para que les soltase más bien a Barrabás.
12 De nuevo intervino Pilato y les decía: -¿Qué, pues, queréis que haga con el que llamáis "el rey de los judíos"?13 De nuevo gritaron: -¡Crucifícale!
14 Entonces Pilato les dijo: -¿Pues, qué mal ha hecho Pero lanzaron gritos aun más fuertes: -¡Crucifícale!
15 Entonces Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, les soltó a Barrabás y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuese crucificado.

Los soldados se burlan de Jesús 

16
Entonces los soldados le llevaron dentro del atrio, que es el Pretorio, y convocaron a toda la compañía.
17 Le vistieron de púrpura; y habiendo entretejido una corona de espinas, se la pusieron
18 y comenzaron a aclamarle: -¡Viva, rey de los judíos!
19 También le golpeaban la cabeza con una caña, le escupían y puestos de rodillas le rendían homenaje. 
20 Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron el manto de púrpura y le pusieron su propia ropa. Entonces le sacaron para crucificarle.

La crucifixión de Jesús 

21
Obligaron a uno que pasaba viniendo del campo, a un cierto Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, a que cargara la cruz de Jesús.
22 Y le llevaron al lugar llamado Gólgota, que traducido es lugar de la Calavera.
23 Le dieron vino mezclado con mirra, pero él no lo tomó.
24 Y le crucificaron, y repartieron sus vestiduras, echando suertes sobre ellas para ver qué se llevaría cada uno.
25 Era la hora tercera cuando le crucificaron.
26 El título de su acusación estaba escrito: EL REY DE LOS JUDIOS.
27 Y con él crucificaron a dos ladrones, uno a su derecha y otro a su izquierda
28, 29 Y los que pasaban le insultaban, meneando sus cabezas y diciendo: -¡Ah! Tú que derribas el templo y lo edificas en tres días,
30 ¡sálvate a ti mismo y desciende de la cruz!
31 De igual manera, burlándose de él entre ellos mismos, los principales sacerdotes junto con los escribas decían: -A otros salvó; a sí mismo no se puede salvar.
32 ¡Que el Cristo, el rey de Israel, descienda ahora de la cruz para que veamos y creamos! También los que estaban crucificados con él le injuriaban.

La muerte de Jesús 

33
Cuando llegó la hora sexta, descendió oscuridad sobre toda la tierra, hasta la hora novena.
34 Y en la hora novena Jesús exclamó a gran voz, diciendo: -¡Eloi, Eloi! ¿Lama sabactani? -que traducido quiere decir: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?-. 
35 Al oírle, algunos de los que estaban allí decían: -He aquí, llama a Elías.
36 Corrió uno y empapó una esponja en vinagre, la puso en una caña y le dio a beber, diciendo: -Dejad, veamos si viene Elías a bajarle.
37 Pero Jesús, dando un fuerte grito, expiró.
38 Y el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. 
39 El centurión que estaba de pie delante de él, cuando vio que había muerto de esta manera, dijo: -¡Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios!
40 También estaban allí algunas mujeres, mirando desde lejos. Entre ellas se encontraban María Magdalena, María la madre de Jacobo el Menor y de José, y Salomé.
41 Cuando Jesús estaba en Galilea, éstas le seguían y le servían. También había muchas otras que habían subido con él a Jerusalén.

Jesús es sepultado 

42
Cuando ya atardecía, siendo el día de la Preparación, es decir, la víspera del sábado,
43 llegó José de Arimatea, miembro ilustre del concilio, quien también esperaba el reino de Dios, y entró osadamente a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. 
44 Pilato se sorprendió de que ya hubiese muerto. Y llamando al centurión, le preguntó si ya había muerto.
45 Una vez informado por el centurión, concedió el cuerpo a José.
46 Comprando una sábana y bajándole de la cruz, José lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro que había sido cavado en una peña. Luego hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro. 
47 María Magdalena y María la madre de José miraban dónde le ponían.

 

 

 
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