Juan 1-6

El Evangelio según Juan

CAPITULO 1
El Verbo se hizo carne

1
 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
2 El era en el principio con Dios.
3 Todas las cosas fueron hechas por medio de él, y sin él no fue hecho nada de lo que ha sido hecho.
4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
5 La luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.
6 Hubo un hombre, enviado por Dios, que se llamaba Juan.
7 El vino como testimonio, a fin de dar testimonio de la luz, para que todos creyesen por medio de él.
8 No era él la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz.
9 Aquél era la luz verdadera que alumbra a todo hombre que viene al mundo.
10 En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por medio de él, pero el mundo no le conoció.
11 A lo suyo vino, pero los suyos no le recibieron.
12 Pero a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio derecho de ser hechos hijos de Dios,
13 los cuales nacieron no de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad de varón, sino de Dios.
14 Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y contemplamos su gloria, como la gloria del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
15 Juan dio testimonio de él y proclamó diciendo: "Este es aquel de quien dije: El que viene después de mí ha llegado a ser antes de mí, porque era primero que yo."
16 Porque de su plenitud todos nosotros recibimos, y gracia sobre gracia.
17 La ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo.
18 A Dios nadie le ha visto jamás; el Dios único que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.

Testimonio de Juan el Bautista

19
Este es el testimonio de Juan cuando los judíos le enviaron de Jerusalén unos sacerdotes y levitas para preguntarle:
-¿Quién eres tú?
20 El confesó y no negó, sino que confesó: -Yo no soy el Cristo.
21 Y le preguntaron: -¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías? Y dijo: -No lo soy. -¿Eres tú el profeta? Y respondió: -No.
22 Le dijeron entonces: -¿Quién eres?, para que demos respuesta a los que nos han enviado. ¿Qué dices en cuanto a ti mismo?
23 Dijo: -Yo soy la voz de uno que proclama en el desierto: "Enderezad el camino del Señor" como dijo el profeta Isaías.
24 Y los que habían sido enviados eran de los fariseos.
25 Le preguntaron y le dijeron:
-¿Entonces, por qué bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta?
26 Juan les respondió diciendo: -Yo bautizo en agua, pero en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis.
27 El es el que viene después de mí, de quien yo no soy digno de desatar la correa del calzado.
28 Estas cosas acontecieron en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.

Juan el Bautista testifica de Jesús

29
Al día siguiente, Juan vio a Jesús que venía hacia él y dijo:
-¡He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo! 
30 Este es aquel de quien dije: "Después de mí viene un hombre que ha llegado a ser antes de mí, porque era primero que yo."
31 Yo no le conocía; pero para que él fuese manifestado a Israel, por eso vine yo bautizando en agua.
32 Juan dio testimonio diciendo: -He visto al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y posó sobre él.
33 Yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar en agua me dijo: "Aquel sobre quien veas descender el Espíritu y posar sobre él, éste es el que bautiza en el Espíritu Santo."
34 Yo le he visto y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.

Los primeros discípulos

35
Al día siguiente, de nuevo estaba Juan con dos de sus discípulos.
36 Al ver a Jesús que andaba por allí, dijo:
-¡He aquí el Cordero de Dios!
37 Los dos discípulos le oyeron hablar y siguieron a Jesús.
38 Jesús, al dar vuelta y ver que le seguían, les dijo:
-¿Qué buscáis? Y ellos le dijeron: -Rabí -que significa maestro-, ¿dónde moras?
39 Les dijo: -Venid y ved. Por lo tanto, fueron y vieron dónde moraba y se quedaron con él aquel día, porque era como la hora décima.
40 Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús.
41 Este encontró primero a su hermano Simón y le dijo:
-Hemos encontrado al Mesías -que significa Cristo-.
42 El lo llevó a Jesús, y al verlo Jesús le dijo: -Tú eres Simón hijo de Jonás. Tú serás llamado Cefas -que significa piedra-.
43 Al día siguiente, Jesús quiso salir para Galilea y encontró a Felipe. Y Jesús le dijo: -Sígueme.
44 Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro.
45 Felipe encontró a Natanael y le dijo:
-Hemos encontrado a aquel de quien Moisés escribió en la Ley, y también los Profetas: a Jesús de Nazaret, el hijo de José.
46 Y le dijo Natanael: -¿De Nazaret puede haber algo de bueno? Le dijo Felipe: -Ven y ve.
47 Jesús vio que Natanael venía hacia él y dijo de él: -¡He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño!
48 Le dijo Natanael: -¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: -Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.
49 Le respondió Natanael: -Rabí, ¡tú eres el Hijo de Dios! ¡Tú eres el rey de Israel!
50 Respondió Jesús y le dijo: -¿Crees porque te dije: "Te vi debajo de la higuera"? ¡Cosas mayores que éstas verás!
51 Y les dijo: -De cierto, de cierto os digo que veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre.

CAPITULO 2
Jesús en la boda de Caná

1 Al tercer día se celebró una boda en Caná de Galilea, y estaba allí la madre de Jesús.
2 Fue invitado también Jesús con sus discípulos a la boda.
3 Y como faltó el vino, la madre de Jesús le dijo:
-No tienen vino.
4 Jesús le dijo: -¿Qué tiene que ver eso conmigo y contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora.
5 Su madre dijo a los que servían: -Haced todo lo que él os diga.
6 Había allí seis tinajas de piedra para agua, de acuerdo con los ritos de los judíos para la purificación. En cada una de ellas cabían dos o tres medidas.
7 Jesús les dijo:
-Llenad de agua las tinajas. Y las llenaron hasta el borde.
8 Luego les dijo:
-Sacad ahora y llevadlo al encargado del banquete. Se lo llevaron;
9 y cuando el encargado del banquete probó el agua ya hecha vino, y no sabía de dónde venía (aunque los sirvientes que habían sacado el agua sí lo sabían), llamó al novio
10 y le dijo:
-Todo hombre sirve primero el buen vino; y cuando ya han tomado bastante, entonces saca el inferior. Pero tú has guardado el buen vino hasta ahora.
11 Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él.
12 Después de esto, él descendió a Capernaúm con su madre, sus hermanos y sus discípulos; y se quedaron allí no muchos días.

Jesús purifica el templo

13
Estaba próxima la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
14 Halló en el templo a los que vendían vacunos, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados.
15 Y después de hacer un látigo de cuerdas, los echó a todos del templo, junto con las ovejas y los vacunos. Desparramó el dinero de los cambistas y volcó las mesas.
16 A los que vendían palomas les dijo:
-¡Quitad de aquí estas cosas y no hagáis más de la casa de mi Padre casa de mercado!
17 Entonces se acordaron sus discípulos que estaba escrito: El celo por tu casa me consumirá.
18 Los judíos respondieron y le dijeron: -Ya que haces estas cosas, ¿qué señal nos muestras?
19 Respondió Jesús y les dijo: -Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.
20 Por tanto los judíos dijeron: -Durante cuarenta y seis años se construyó este templo, ¿y tú lo levantarás en tres días?
21 Pero él hablaba del templo de su cuerpo.
22 Por esto, cuando fue resucitado de entre los muertos, sus discípulos se acordaron de que había dicho esto y creyeron la Escritura y las palabras que Jesús había dicho.
23 Mientras él estaba en Jerusalén en la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en su nombre al observar las señales que hacía.
24 Pero Jesús mismo no confiaba en ellos, porque los conocía a todos,
25 y porque no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio acerca de los hombres, pues él conocía lo que había en el hombre.

CAPITULO 3
Jesús y Nicodemo

1 Y había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un gobernante de los judíos.
2 Este vino a Jesús de noche y le dijo:
-Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, a menos que Dios esté con él.
3 Respondió Jesús y le dijo: -De cierto, de cierto te digo que a menos que uno nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios.
4 Nicodemo le dijo: -¿Cómo puede nacer un hombre si ya es viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer?
5 Respondió Jesús: -De cierto, de cierto te digo que a menos que uno nazca de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
6 Lo que ha nacido de la carne, carne es; y lo que ha nacido del Espíritu, espíritu es.
7 No te maravilles de que te dije: "Os es necesario nacer de nuevo."
8 El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; pero no sabes ni de dónde viene ni a dónde va. Así es todo aquel que ha nacido del Espíritu.
9 Respondió Nicodemo y le dijo: -¿Cómo puede suceder eso?
10 Respondió Jesús y le dijo: -Tú eres el maestro de Israel, ¿y no sabes esto?
11 De cierto, de cierto te digo que hablamos de lo que sabemos; y testificamos de lo que hemos visto. Pero no recibís nuestro testimonio.
12 Si os hablé de cosas terrenales y no creéis, ¿cómo creeréis si os hablo de las celestiales? 13 Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del Hombre.
14 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado,
15 para que todo aquel que cree en él tenga vida eterna.
16 »Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna.
17 Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
18 El que cree en él no es condenado; pero el que no cree ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
19 Y ésta es la condenación: que la luz ha venido al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.
20 Porque todo aquel que practica lo malo aborrece la luz, y no viene a la luz, para que sus obras no sean censuradas.
21 Pero el que hace la verdad viene a la luz para que sus obras sean manifiestas, que son hechas en Dios.

Otro testimonio de Juan el Bautista

22
Después de esto, Jesús fue con sus discípulos a la tierra de Judea; y pasaba allí un tiempo con ellos y bautizaba.
23 Juan también estaba bautizando en Enón, junto a Salim, porque allí había mucha agua; y muchos venían y eran bautizados,
24 ya que Juan todavía no había sido puesto en la cárcel.
25 Entonces surgió una discusión entre los discípulos de Juan y un judío acerca de la purificación.
26 Fueron a Juan y le dijeron:
-Rabí, el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú has dado testimonio, ¡he aquí él está bautizando, y todos van a él!
27 Respondió Juan y dijo: -Ningún hombre puede recibir nada a menos que le haya sido dado del cielo.
28 Vosotros mismos me sois testigos de que dije: "Yo no soy el Cristo", sino que "he sido enviado delante de él".
29 El que tiene a la novia es el novio; pero el amigo del novio, que ha estado de pie y le escucha, se alegra mucho a causa de la voz del novio. Así, pues, este mi gozo ha sido cumplido.
30 A él le es preciso crecer, pero a mí menguar.
31 El que viene de arriba está por encima de todos. El que procede de la tierra es terrenal, y su habla procede de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos.
32 Testifica de lo que ha visto y oído, y nadie recibe su testimonio.
33 El que recibe su testimonio atestigua que Dios es veraz.
34 Porque el que Dios envió habla las palabras de Dios, pues Dios no da el Espíritu por medida.
35 El Padre ama al Hijo y ha puesto todas las cosas en su mano.
36 El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que desobedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él.

CAPITULO 4
Jesús y la mujer samaritana

1
 Cuando Jesús se enteró de que los fariseos habían oído que Jesús hacía y bautizaba más discípulos que Juan
2 (aunque Jesús mismo no bautizaba, sino sus discípulos),
3 dejó Judea y se fue otra vez a Galilea.
4 Le era necesario pasar por Samaria;
5 así que llegó a una ciudad de Samaria llamada Sicar, cerca del campo que Jacob había dado a su hijo José.
6 Estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, estaba sentado junto al pozo. Era como la hora sexta.
7 Vino una mujer de Samaria para sacar agua, y Jesús le dijo:
-Dame de beber.
8 Pues los discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.
9 Entonces la mujer samaritana le dijo:
-¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides de beber a mí, siendo yo una mujer samaritana? -porque los judíos no se tratan con los samaritanos-.
10 Respondió Jesús y le dijo: -Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: "Dame de beber", tú le hubieras pedido a él, y él te habría dado agua viva.
11 La mujer le dijo: -Señor, no tienes con qué sacar, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva?
12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob quien nos dio este pozo y quien bebió de él, y también sus hijos y su ganado?
13 Respondió Jesús y le dijo: -Todo el que bebe de esta agua volverá a tener sed.
14 Pero cualquiera que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed, sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
15 La mujer le dijo: -Señor, dame esta agua, para que no tenga sed, ni venga más acá a sacarla.
16 Jesús le dijo: -Vé, llama a tu marido y ven acá.
17 Respondió la mujer y le dijo: -No tengo marido. Le dijo Jesús: -Bien has dicho: "No tengo marido";
18 porque cinco maridos has tenido, y el que tienes ahora no es tu marido. Esto has dicho con verdad.
19 Le dijo la mujer: -Señor, veo que tú eres profeta.
20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén está el lugar donde se debe adorar.
21 Jesús le dijo: -Créeme, mujer, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.
22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos, porque la salvación procede de los judíos.
23 Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre busca a tales que le adoren.
24 Dios es espíritu; y es necesario que los que le adoran, le adoren en espíritu y en verdad.
25 Le dijo la mujer: -Sé que viene el Mesías -que es llamado el Cristo-. Cuando él venga, nos declarará todas las cosas.
26 Jesús le dijo: -Yo soy, el que habla contigo.
27 En este momento llegaron sus discípulos y se asombraban de que hablara con una mujer; no obstante, ninguno dijo: "¿Qué buscas?" o "¿Qué hablas con ella?"
28 Entonces la mujer dejó su cántaro, se fue a la ciudad y dijo a los hombres:
29 -¡Venid! Ved un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿Será posible que éste sea el Cristo?
30 Entonces salieron de la ciudad y fueron hacia él.

Campos blancos para la siega

31
Mientras tanto, los discípulos le rogaban diciendo:
-Rabí, come.
32 Pero les dijo: -Yo tengo una comida para comer que vosotros no sabéis.
33 Entonces sus discípulos se decían el uno al otro: -¿Acaso alguien le habrá traído algo de comer?
34 Jesús les dijo: -Mi comida es que yo haga la voluntad del que me envió y que acabe su obra.
35 ¿No decís vosotros: "Todavía faltan cuatro meses para que llegue la siega"? He aquí os digo: ¡Alzad vuestros ojos y mirad los campos, que ya están blancos para la siega!
36 El que siega recibe salario y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra y el que siega se gocen juntos.
37 Porque en esto es verdadero el dicho: "Uno es el que siembra, y otro es el que siega."
38 Yo os he enviado a segar lo que vosotros no habéis labrado. Otros han labrado, y vosotros habéis entrado en sus labores.
39 Muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él a causa de la palabra de la mujer que daba testimonio diciendo: "Me dijo todo lo que he hecho."
40 Entonces, cuando los samaritanos vinieron a él, rogándole que se quedase con ellos, se quedó allí dos días.
41 Y muchos más creyeron a causa de su palabra.
42 Ellos decían a la mujer:
-Ya no creemos a causa de la palabra tuya, porque nosotros mismos hemos oído y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo.

Jesús sana al hijo de un oficial

43
Pasados los dos días, salió de allí para Galilea,
44 porque Jesús mismo dio testimonio de que un profeta no tiene honra en su propia tierra.
45 Luego, cuando entró en Galilea, los galileos le recibieron, ya que habían visto cuántas cosas había hecho en Jerusalén en la fiesta; porque ellos también habían ido a la fiesta.
46 Vino, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea donde había convertido el agua en vino. Había un oficial del rey cuyo hijo estaba enfermo en Capernaúm.
47 Cuando éste oyó que Jesús había salido de Judea y estaba presente en Galilea, fue a él y le rogaba que descendiese y sanase a su hijo, porque estaba a punto de morir.
48 Entonces Jesús le dijo:
-A menos que veáis señales y prodigios, jamás creeréis.
49 El oficial del rey le dijo: -Señor, desciende antes que muera mi hijo.
50 Jesús le dijo: -Vé, tu hijo vive. El hombre creyó la palabra que Jesús le dijo y se puso en camino.
51 Mientras todavía descendía, sus siervos salieron a recibirle diciendo que su hijo vivía.
52 Entonces él les preguntó la hora en que comenzó a mejorarse, y le dijeron:
-Ayer, a la hora séptima le dejó la fiebre.
53 El padre entonces entendió que era aquella hora cuando Jesús le había dicho: "Tu hijo vive." Y creyó él con toda su casa.
54 También hizo Jesús esta segunda señal cuando vino de Judea a Galilea.

CAPITULO 5
Jesús sana al paralítico en Betesda

1 Después de esto había una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
2 En Jerusalén, junto a la puerta de las Ovejas, hay un estanque con cinco pórticos que en hebreo se llama Betesda.
3 ,4 En ellos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos.
5 Se encontraba allí cierto hombre que había estado enfermo durante treinta y ocho años.
6 Cuando Jesús lo vio tendido y supo que ya había pasado tanto tiempo así, le preguntó:
-¿Quieres ser sano?
7 Le respondió el enfermo: -Señor, no tengo a nadie que me meta en el estanque cuando el agua es agitada; y mientras me muevo yo, otro desciende antes que yo.
8 Jesús le dijo: -Levántate, toma tu cama y anda.
9 Y en seguida el hombre fue sanado, tomó su cama y anduvo. Y aquel día era sábado.
10 Entonces los judíos le decían a aquel que había sido sanado: -Es sábado, y no te es lícito llevar tu cama.
11 Pero él les respondió: -El que me sanó, él mismo me dijo: "Toma tu cama y anda."
12 Entonces le preguntaron: -¿Quién es el hombre que te dijo: "Toma tu cama y anda"?
13 Pero el que había sido sanado no sabía quién había sido, porque Jesús se había apartado, pues había mucha gente en el lugar.
14 Después Jesús le halló en el templo y le dijo:
-He aquí, has sido sanado; no peques más, para que no te ocurra algo peor.
15 El hombre se fue y declaró a los judíos que Jesús era el que le había sanado.
16 Por esta causa los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado.
17 Pero Jesús les respondió:
-Mi Padre hasta ahora trabaja; también yo trabajo.
18 Por esta razón los judíos aún más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que también llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose igual a Dios.

Jesús habla de su autoridad

19
Por esto, respondió Jesús y les decía:
-De cierto, de cierto os digo que el Hijo no puede hacer nada de sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre. Porque todo lo que él hace, esto también lo hace el Hijo de igual manera.
20 Porque el Padre ama al Hijo y le muestra todas las cosas que él mismo hace. Y mayores obras que éstas le mostrará, de modo que vosotros os asombréis.
21 Porque así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere.
22 Porque el Padre no juzga a nadie, sino que todo el juicio lo dio al Hijo,
23 para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió.
24 »De cierto, de cierto os digo que el que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna. El tal no viene a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida.
25 De cierto, de cierto os digo que viene la hora y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que oyen vivirán.
26 Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también dio al Hijo el tener vida en sí mismo.
27 Y también le dio autoridad para hacer juicio, porque él es el Hijo del Hombre.
28 No os asombréis de esto, porque vendrá la hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz
29 y saldrán, los que hicieron el bien para la resurrección de vida, pero los que practicaron el mal para la resurrección de condenación.
30 Yo no puedo hacer nada de mí mismo. Como oigo, juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco la voluntad mía, sino la voluntad del que me envió.

Testimonio acerca de Jesús

31
»Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero.
32 El que da testimonio de mí es otro, y sé que el testimonio que da de mí es verdadero.
33 Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad.
34 Pero yo no recibo el testimonio de parte del hombre; más bien, digo esto para que vosotros seáis salvos.
35 El era antorcha que ardía y alumbraba, y vosotros quisisteis regocijaros por un poco en su luz.
36 »Pero yo tengo un testimonio mayor que el de Juan; porque las obras que el Padre me ha dado para cumplirlas, las mismas obras que hago dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado.
37 »Y el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Pero nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su apariencia,
38 ni tenéis su palabra permaneciendo en vosotros; porque vosotros no creéis a quien él envió.
39 Escudriñad las Escrituras, porque os parece que en ellas tenéis vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí.
40 Y vosotros no queréis venir a mí para que tengáis vida.
41 »No recibo gloria de parte de los hombres.
42 Al contrario, yo os conozco que no tenéis el amor de Dios en vosotros.
43 Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís. Si otro viene en su propio nombre, aquél recibiréis.
44 ¿Cómo podéis vosotros creer? Pues recibiendo la gloria los unos de los otros, no buscáis la gloria que viene de parte del único Dios.
45 »No penséis que yo os acusaré delante del Padre. Hay quien os acusa: Moisés, en quien habéis puesto la esperanza.
46 Porque si vosotros creyeseis a Moisés, me creeríais a mí; pues él escribió de mí.
47 Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?

CAPITULO 6
Jesús alimenta a cinco mil

1 Después de esto fue Jesús a la otra orilla del mar de Galilea, o sea de Tiberias,
2 y le seguía una gran multitud, porque veían las señales que hacía en los enfermos.
3 Jesús subió a un monte y se sentó allí con sus discípulos.
4 Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos.
5 Cuando Jesús alzó los ojos y vio que se le acercaba una gran multitud, dijo a Felipe: -¿De dónde compraremos pan para que coman éstos?
6 Pero decía esto para probarle, porque Jesús sabía lo que iba a hacer.
7 Felipe le respondió:
-Doscientos denarios de pan no bastan, para que cada uno de ellos reciba un poco.
8 Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo:
9 -Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescaditos. Pero, ¿qué es esto para tantos?
10 Entonces Jesús dijo: -Haced recostar a la gente. Había mucha hierba en aquel lugar. Se recostaron, pues, como cinco mil hombres.
11 Entonces Jesús tomó los panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los que estaban recostados. De igual manera repartió de los pescados, cuanto querían.
12 Cuando fueron saciados, dijo a sus discípulos:
-Recoged los pedazos que han quedado, para que no se pierda nada.
13 Recogieron, pues, y llenaron doce canastas de pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido.
14 Entonces, cuando los hombres vieron la señal que Jesús había hecho, decían:
-¡Verdaderamente, éste es el profeta que ha de venir al mundo!
15 Como Jesús entendió que iban a venir para tomarle por la fuerza y hacerle rey, se retiró de nuevo al monte, él solo.

Jesús camina sobre el agua

16
Cuando anochecía, sus discípulos descendieron al mar,
17 y entrando en una barca iban cruzando el mar hacia Capernaúm. Ya había oscurecido, y Jesús todavía no había venido a ellos.
18 Y se agitaba el mar porque soplaba un gran viento.
19 Entonces, cuando habían remado como veinticinco o treinta estadios, vieron a Jesús caminando sobre el mar y acercándose a la barca, y tuvieron miedo.
20 Pero él les dijo:
-¡Yo soy; no temáis!
21 Entonces ellos quisieron recibirle en la barca, y de inmediato la barca llegó a la tierra a donde iban.

Jesús: el pan de vida

22
Al día siguiente, la multitud que había estado al otro lado del mar se dio cuenta de que no había habido allí sino una sola barca, y que Jesús no había entrado en la barca con sus discípulos, sino que éstos se habían ido solos.
23 (Sin embargo, de Tiberias habían llegado otras barcas cerca del lugar donde habían comido el pan después que el Señor había dado gracias.)
24 Entonces, cuando la multitud vio que Jesús no estaba allí ni tampoco sus discípulos, ellos entraron en las barcas y fueron a Capernaúm buscando a Jesús. 
25 Cuando le hallaron al otro lado del mar, le preguntaron:
-Rabí, ¿cuándo llegaste acá?
26 Jesús les respondió diciendo: -De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis de los panes y os saciasteis.
27 Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que permanece para vida eterna, que el Hijo del Hombre os dará; porque en éste, Dios el Padre ha puesto su sello.
28 Entonces le dijeron: -¿Qué haremos para realizar las obras de Dios?
29 Respondió Jesús y les dijo: -Esta es la obra de Dios: que creáis en aquel que él ha enviado.
30 Entonces le dijeron: -¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra haces?
31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer.
32 Por tanto Jesús les dijo: -De cierto, de cierto os digo que no os ha dado Moisés el pan del cielo, sino mi Padre os da el verdadero pan del cielo.
33 Porque el pan de Dios es aquel que desciende del cielo y da vida al mundo.
34 Le dijeron: -Señor, danos siempre este pan.
35 Jesús les dijo: -Yo soy el pan de vida. El que a mí viene nunca tendrá hambre, y el que en mí cree no tendrá sed jamás.
36 Pero os he dicho que me habéis visto, y no creéis.
37 Todo lo que el Padre me da vendrá a mí; y al que a mí viene, jamás lo echaré fuera.
38 Porque yo he descendido del cielo, no para hacer la voluntad mía, sino la voluntad del que me envió.
39 Y ésta es la voluntad del que me envió: que yo no pierda nada de todo lo que me ha dado, sino que lo resucite en el día final.
40 Esta es la voluntad de mi Padre: que todo aquel que mira al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y que yo lo resucite en el día final.
41 Entonces los judíos murmuraban de él porque había dicho: "Yo soy el pan que descendió del cielo."
42 Y decían:
-¿No es éste Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo es que ahora dice: "He descendido del cielo"?
43 Jesús respondió y les dijo: -No murmuréis más entre vosotros.
44 Nadie puede venir a mí, a menos que el Padre que me envió lo traiga; y yo lo resucitaré en el día final.
45 Está escrito en los Profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oye y aprende del Padre viene a mí.
46 No es que alguien haya visto al Padre, sino que aquel que proviene de Dios, éste ha visto al Padre.
47 De cierto, de cierto os digo: El que cree tiene vida eterna.
48 Yo soy el pan de vida.
49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron. 50 Este es el pan que desciende del cielo, para que el que coma de él no muera.
51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre. El pan que yo daré por la vida del mundo es mi carne.
52 Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: -¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?
53 Y Jesús les dijo: -De cierto, de cierto os digo que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.
54 El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final.
55 Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
56 El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí, y yo en él.
57 Así como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, de la misma manera el que me come también vivirá por mí.
58 Este es el pan que descendió del cielo. No como los padres que comieron y murieron, el que come de este pan vivirá para siempre.
59 Estas cosas dijo en la sinagoga, cuando enseñaba en Capernaúm.

Palabras de vida eterna

60
Entonces, al oírlo, muchos de sus discípulos dijeron:
-Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?
61 Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: -¿Esto os escandaliza?
62 ¿Y si vierais al Hijo del Hombre subir a donde estaba primero?
63 El Espíritu es el que da vida; la carne no aprovecha para nada. Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.
64 Pero hay entre vosotros algunos que no creen.
Pues desde el principio Jesús sabía quiénes eran los que no creían y quién le había de entregar,
65 y decía:
-Por esta razón os he dicho que nadie puede venir a mí, a menos que le haya sido concedido por el Padre.
66 Desde entonces, muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él.
67 Entonces Jesús dijo a los doce:
-¿Queréis acaso iros vosotros también?
68 Le respondió Simón Pedro: -Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.
69 Y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Santo de Dios.
70 Jesús les respondió: -¿No os escogí yo a vosotros doce, y uno de vosotros es diablo?
71 Hablaba de Judas hijo de Simón Iscariote; porque éste, siendo uno de los doce, estaba por entregarlo.

 
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