Apocalípsis 15-22

CAPITULO 15
El coro de los victoriosos
 

1 Vi otra señal en el cielo, grande y admirable: siete ángeles que tenían las siete últimas plagas, con las cuales la ira de Dios es consumada. 
2 Vi algo como un mar de vidrio mezclado con fuego y a los vencedores sobre la bestia y su imagen y el número de su nombre. Estaban de pie sobre el mar de vidrio, teniendo las arpas de Dios.
3 Y cantan el cántico de Moisés, el siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo:
"Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso. Justos y verdaderos son tus caminos, Rey de las naciones. 
4 Oh Señor, ¿quién no temerá y glorificará tu nombre? Porque sólo tú eres santo. Todas las naciones vendrán y adorarán delante de ti; porque tus juicios han sido manifestados."

Los siete ángeles y las siete plagas 

5
Después de esto miré, y el santuario del tabernáculo del testimonio fue abierto en el cielo;
6 y del santuario salieron los siete ángeles que tenían las siete plagas. Estaban vestidos de lino limpio y resplandeciente, ceñidos alrededor del pecho con cintos de oro.
7 Y uno de los cuatro seres vivientes dio a los siete ángeles siete copas de oro, llenas de la ira de Dios quien vive por los siglos de los siglos. 
8 El templo se llenó de humo por la gloria de Dios y por su poder, y nadie podía entrar en el templo hasta que fuesen consumadas las siete plagas de los siete ángeles. 

CAPITULO 16
Las copas de la ira de Dios
 

1 Entonces oí una gran voz que desde el templo decía a los siete ángeles: "Id y derramad las siete copas de la ira de Dios sobre la tierra." 
2 Fue el primer ángel y derramó su copa sobre la tierra. Y se produjo una llaga dolorosa y maligna sobre los hombres que tenían la marca de la bestia y los que adoraban su imagen. 
3 El segundo ángel derramó su copa sobre el mar. Y se convirtió en sangre como de muerto. Y murió todo ser viviente que estaba en el mar. 
4 El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos y sobre las fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre.
5 Oí al ángel de las aguas decir: "Justo eres tú que eres y que eras, el Santo, porque has juzgado estas cosas.
6 Porque ellos derramaron la sangre de los santos y de los profetas, tú también les has dado a beber sangre, pues se lo merecen."
7 Y oí al altar decir: "¡Ciertamente, oh Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos!" 
8 El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, y le fue dado quemar a los hombres con fuego.
9 Los hombres fueron quemados con el intenso calor y blasfemaron el nombre del Dios que tiene autoridad sobre estas plagas, pero no se arrepintieron para darle gloria. 
10 El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia, y su reino fue convertido en tinieblas. Se mordían las lenguas de dolor
11 y blasfemaron al Dios del cielo por sus dolores y sus llagas, pero no se arrepintieron de sus obras. 
12 El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Eufrates, y sus aguas se secaron para que fuese preparado el camino de los reyes del Oriente.
13 Vi salir de la boca del dragón y de la boca de la bestia y de la boca del falso profeta, tres espíritus impuros semejantes a ranas.
14 Pues son espíritus de demonios que hacen señales, los cuales salen a los reyes de todo el mundo habitado para congregarlos para la batalla del gran día del Dios Todopoderoso.
15 "He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela y guarda sus vestidos para que no ande desnudo y vean su vergüenza."
16 Y los congregó en el lugar que se llama en hebreo Armagedón. 
17 El séptimo ángel derramó su copa por el aire. Y salió una gran voz del santuario desde el trono, que decía: "¡Está hecho!"
18 Entonces se produjeron relámpagos y estruendos y truenos, y hubo un gran terremoto. Tan fuerte fue ese gran terremoto como jamás había acontecido desde que el hombre existe sobre la tierra.
19 La gran ciudad se dividió en tres partes, y las ciudades de las naciones cayeron. Y la gran Babilonia fue recordada delante de Dios, para darle a ella de la copa del vino del furor de su ira.
20 Toda isla huyó, y las montañas no fueron halladas más.
21 Y del cielo cayó sobre los hombres enorme granizo, como de un talento de peso. Y los hombres blasfemaron a Dios por la plaga del granizo, porque la plaga era grande en extremo. 

CAPITULO 17
La ramera y la bestia
 

1 Vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas y habló conmigo diciendo: "Ven acá, y te mostraré la condenación de la gran ramera que está sentada sobre muchas aguas.
2 Con ella fornicaron los reyes de la tierra, y los que habitan en la tierra se embriagaron con el vino de su fornicación." 
3 Me llevó en el Espíritu al desierto. Y vi una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia y que tenía siete cabezas y diez cuernos.
4 La mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y estaba adornada con oro y piedras preciosas y perlas. En su mano tenía una copa de oro llena de abominaciones y de las impurezas de su inmoralidad.
5 En su frente estaba escrito un nombre, un misterio: "Babilonia la grande, madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra."
6 Vi a la mujer embriagada con la sangre de los santos, y con la sangre de los mártires de Jesús.
Al verla, quedé asombrado con gran asombro.
7 Y el ángel me dijo: "¿Por qué estás asombrado? Yo te explicaré el misterio de la mujer y de la bestia que la lleva y que tiene siete cabezas y diez cuernos.
8 La bestia que has visto era, y no es, y ha de subir del abismo, y va a la perdición. Los habitantes de la tierra, cuyos nombres no están inscritos en el libro de la vida desde la fundación del mundo, se maravillarán cuando vean a la bestia que era y no es y será.
9 Aquí está la mente que tiene sabiduría: Las siete cabezas son siete montes sobre los cuales está sentada la mujer.
10 Y son siete reyes: Cinco han caído, uno es, y otro aún no ha venido; y cuando venga, debe quedar sólo por un breve tiempo.
11 La bestia que era y no es, también es el octavo, y procede de los siete y va a la perdición.
12 Los diez cuernos que has visto son diez reyes que todavía no han recibido reino, pero toman autoridad por una hora como reyes junto con la bestia.
13 Estos tienen un solo propósito, y entregan su poder y autoridad a la bestia.
14 Ellos harán guerra contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes, y los que están con él son llamados y elegidos y fieles." 
15 También me dijo: "Las aguas que has visto donde está sentada la ramera, son pueblos y multitudes, naciones y lenguas.
16 Los diez cuernos que has visto, y la bestia, éstos aborrecerán a la ramera y la dejarán desolada y desnuda. Comerán sus carnes y la quemarán con fuego;
17 porque Dios ha puesto en sus corazones el ejecutar su propósito, y que tengan un solo propósito, y que entreguen su reino a la bestia hasta que se cumplan las palabras de Dios.
18 La mujer que has visto es la gran ciudad que tiene imperio sobre los reyes de la tierra." 

CAPITULO 18
La caída de la gran ciudad
 

1 Después de estas cosas vi a otro ángel que descendía del cielo y que tenía gran autoridad, y la tierra se iluminó con su gloria.
2 Y proclamó con potente voz diciendo: "¡Ha caído, ha caído Babilonia la grande! Se ha convertido en habitación de demonios, refugio de todo espíritu inmundo, y refugio de toda ave inmunda y aborrecible.
3 Porque todas las naciones han bebido el vino de la furia de su fornicación. Los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los comerciantes de la tierra se han enriquecido con la potencia de su lujosa sensualidad." 
4 Oí otra voz del cielo que decía: "¡Salid de ella, pueblo mío, para que no participéis de sus pecados y para que no recibáis sus plagas!
5 Pues sus pecados se han amontonado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus injusticias.
6 Pagadle tal como ella os ha pagado, y devolvedle el doble según sus obras. En la copa que ella preparó, preparadle el doble.
7 En la medida que ella se ha glorificado y ha vivido en sensualidad, así dadle tormento y llanto, porque dice en su corazón: ’Estoy sentada como reina; no soy viuda, ni jamás veré llanto.’
8 Por eso, en un solo día le sobrevendrán las plagas: muerte, llanto y hambre. Y será quemada con fuego, porque fuerte es el Señor Dios quien la juzga. 
9 "Cuando vean el humo de su incendio, llorarán y se lamentarán por ella los reyes de la tierra que han fornicado con ella y han vivido de su sensualidad.
10 Estando de pie, desde lejos por temor de su tormento, dirán: ’¡Ay! ¡Ay de ti, oh gran ciudad, oh Babilonia, ciudad poderosa; porque en una sola hora vino tu juicio!’ 
11 "Y los comerciantes de la tierra lloran y se lamentan por ella, porque ya nadie compra más su mercadería:
12 mercadería de oro, plata, piedras preciosas, perlas, lino fino, púrpura, seda, escarlata, toda madera olorosa, todo artículo de marfil, todo artículo de madera preciosa, y de cobre, y de hierro y de mármol;
13 canela, especias aromáticas, incienso, mirra, perfumes, vino, aceite, harina refinada, trigo, ganado, ovejas, caballos, carros, y cuerpos y almas de hombres. 
14 "El fruto que anhela tu alma se apartó de ti. Todas las cosas exquisitas y espléndidas se te desvanecieron, y jamás las hallarán. 
15 "Los comerciantes de estos bienes que se han enriquecido de ella, estarán de pie, desde lejos por temor de su tormento, llorando y lamentando,
16 diciendo: ’¡Ay! ¡Ay de la gran ciudad, vestida de lino fino y de púrpura y de escarlata, adornada de oro y piedras preciosas y perlas!
17 ¡Porque en una sola hora ha sido asolada tanta riqueza!’
"Y todo timonel, todo el que navega de lugar en lugar, y los marineros y cuantos trabajan en el mar se pusieron de pie desde lejos.
18 Y viendo el humo de su incendio, daban voces diciendo: ’¿Qué ciudad era semejante a esta gran ciudad?’
19 Echaron polvo sobre sus cabezas, y llorando y lamentando, gritaban diciendo: ’¡Ay! ¡Ay de la gran ciudad! En ella todos los que tenían barcos en el mar se enriquecieron de la opulencia de ella. ¡Porque en una sola hora ha sido asolada!’ 
20 "Alégrate sobre ella, oh cielo, y vosotros santos y apóstoles y profetas. Porque Dios ha juzgado vuestra causa contra ella." 
21 Y un ángel poderoso tomó una piedra como una gran piedra de molino y la arrojó al mar diciendo: "Con semejante violencia será derribada Babilonia la grande ciudad, y nunca jamás será hallada.
22 Nunca más será oído en ti el tañido de arpistas, de músicos, de flautistas o de trompetistas. Nunca más se hallará en ti ningún artesano de cualquier oficio. Y el ruido de los molinos nunca más se oirá en ti.
23 La luz de la antorcha nunca más alumbrará en ti. Y la voz del novio y de la novia nunca más se oirá en ti; porque tus comerciantes eran los magnates de la tierra, y porque todas las naciones fueron engañadas por tus hechicerías.
24 Y en ella fue hallada la sangre de los profetas y de los santos y de todos los que han sido muertos en la tierra." 

CAPITULO 19
Himnos de victoria
 

1 Después de estas cosas, oí como la gran voz de una enorme multitud en el cielo, que decía:
"¡Aleluya! La salvación y la gloria y el poder pertenecen a nuestro Dios. 
2 Porque sus juicios son verdaderos y justos; pues él ha juzgado a la gran ramera que corrompió la tierra con su inmoralidad, y ha vengado la sangre de sus siervos de la mano de ella." 
3 Y por segunda vez dijeron: "¡Aleluya!" Y el humo de ella subió por los siglos de los siglos. 
4 Y se postraron los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes y adoraron a Dios que estaba sentado sobre el trono, diciendo: "¡Amén! ¡Aleluya!" 
5 Entonces salió del trono una voz que decía: "¡Load a nuestro Dios, todos sus siervos y los que le teméis, tanto pequeños como grandes!"

Las bodas del Cordero 

6
Oí como la voz de una gran multitud, como el ruido de muchas aguas y como el sonido de fuertes truenos, diciendo:
"¡Aleluya! Porque reina el Señor nuestro Dios Todopoderoso. 
7 Gocémonos, alegrémonos y démosle gloria, porque han llegado las bodas del Cordero, y su novia se ha preparado. 
8 Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, resplandeciente y limpio." Porque el lino fino es los actos justos de los santos. 
9 El ángel me dijo: "Escribe: Bienaventurados los que han sido llamados a la cena de las bodas del Cordero." Me dijo además: "Estas son palabras verdaderas de Dios." 
10 Yo me postré ante sus pies para adorarle, pero él me dijo: "¡Mira, no lo hagas! Yo soy consiervo tuyo y de tus hermanos que tienen el testimonio de Jesús. ¡Adora a Dios! Pues el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía."

Victoria del Fiel y Verdadero 

11
Vi el cielo abierto, y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llama Fiel y Verdadero. Y con justicia él juzga y hace guerra.
12 Sus ojos son como llama de fuego. En su cabeza tiene muchas diademas, y tiene un nombre escrito que nadie conoce sino él mismo.
13 Está vestido de una vestidura teñida en sangre, y su nombre es llamado EL VERBO DE DIOS.
14 Los ejércitos en el cielo le seguían en caballos blancos, vestidos de lino fino, blanco y limpio.
15 De su boca sale una espada aguda para herir con ella a las naciones, y él las guiará con cetro de hierro. El pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.
16 En su vestidura y sobre su muslo, tiene escrito el nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES. 
17 Vi a un ángel que estaba de pie en el sol, y él gritó con gran voz a todas las aves que volaban en medio del cielo, diciendo: "¡Venid! ¡Congregaos para el gran banquete de Dios!
18 Para que comáis la carne de reyes, de comandantes, y de los poderosos; y la carne de caballos y de sus jinetes; y la carne de todos, tanto de libres como de esclavos, tanto de pequeños como de grandes." 
19 Y vi a la bestia y a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, congregados para hacer la guerra contra el que estaba montado sobre el caballo y contra su ejército.
20 Y la bestia fue tomada prisionera, junto con el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con que había engañado a los que recibieron la marca de la bestia y adoraban a su imagen. Ambos fueron lanzados vivos al lago de fuego ardiendo con azufre.
21 Los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que estaba sentado sobre el caballo, y todas las aves se hartaron de la carne de ellos. 

CAPITULO 20
El reino de mil años 

1 Vi a un ángel que descendía del cielo y que tenía en su mano la llave del abismo y una gran cadena.
2 El prendió al dragón, aquella serpiente antigua quien es el diablo y Satanás, y le ató por mil años.
3 Lo arrojó al abismo y lo cerró, y lo selló sobre él para que no engañase más a las naciones, hasta que se cumpliesen los mil años. Después de esto, es necesario que sea desatado por un poco de tiempo. 
4 Y vi tronos; y se sentaron sobre ellos, y se les concedió hacer juicio. Y vi las almas de los degollados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios. Ellos no habían adorado a la bestia ni a su imagen, ni tampoco recibieron su marca en sus frentes ni en sus manos. Ellos volvieron a vivir y reinaron con Cristo por mil años.
5 Pero los demás muertos no volvieron a vivir, sino hasta que se cumplieran los mil años. Esta es la primera resurrección.
6 Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección. Sobre éstos la segunda muerte no tiene ningún poder; sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él por los mil años.

Derrota final de Satanás 

7
Cuando se cumplan los mil años, Satanás será soltado de su prisión
8 y saldrá para engañar a las naciones que están sobre los cuatro puntos cardinales de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de congregarlos para la batalla. El número de ellos es como la arena del mar.
9 Y subieron sobre lo ancho de la tierra y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada, y descendió fuego del cielo y los devoró.
10 Y el diablo que los engañaba fue lanzado al lago de fuego y azufre, donde también están la bestia y el falso profeta, y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.

Juicio ante el gran trono blanco 

11
Vi un gran trono blanco y al que estaba sentado sobre él, de cuya presencia huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar fue hallado para ellos.
12 Vi también a los muertos, grandes y pequeños, que estaban de pie delante del trono, y los libros fueron abiertos. Y otro libro fue abierto, que es el libro de la vida. Y los muertos fueron juzgados a base de las cosas escritas en los libros, de acuerdo a sus obras.
13 Y el mar entregó los muertos que estaban en él, y la Muerte y el Hades entregaron los muertos que estaban en ellos; y fueron juzgados, cada uno según sus obras.
14 Y la Muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda, el lago de fuego.
15 Y el que no fue hallado inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego. 

CAPITULO 21
El cielo nuevo y la tierra nueva 

1 Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existe más.
2 Y yo vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén que descendía del cielo de parte de Dios, preparada como una novia adornada para su esposo.
3 Oí una gran voz que procedía del trono diciendo: "He aquí el tabernáculo de Dios está con los hombres, y él habitará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.
4 Y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos. No habrá más muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas ya pasaron." 
5 El que estaba sentado en el trono dijo: "He aquí yo hago nuevas todas las cosas." Y dijo: "Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas."
6 Me dijo también: "¡Está hecho! Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tenga sed, yo le daré gratuitamente de la fuente de agua de vida.
7 El que venza heredará estas cosas; y yo seré su Dios, y él será mi hijo.
8 Pero, para los cobardes e incrédulos, para los abominables y homicidas, para los fornicarios y hechiceros, para los idólatras y todos los mentirosos, su herencia será el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda."

La nueva Jerusalén 

9
Vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete últimas plagas, y habló conmigo diciendo: "Ven acá. Yo te mostraré la novia, la esposa del Cordero."
10 Me llevó en el Espíritu sobre un monte grande y alto, y me mostró la santa ciudad de Jerusalén, que descendía del cielo de parte de Dios.
11 Tenía la gloria de Dios, y su resplandor era semejante a la piedra más preciosa, como piedra de jaspe, resplandeciente como cristal.
12 Tenía un muro grande y alto. Tenía doce puertas, y a las puertas había doce ángeles, y nombres inscritos que son los nombres de las doce tribus de los hijos de Israel.
13 Tres puertas daban al este, tres puertas al norte, tres puertas al sur y tres puertas al oeste.
14 El muro de la ciudad tenía doce fundamentos, y sobre ellos los doce nombres de los apóstoles del Cordero. 
15 El que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro.
16 La ciudad está dispuesta en forma cuadrangular. Su largo es igual a su ancho. El midió la ciudad con la caña, y tenía 12.000 estadios. El largo, el ancho y el alto son iguales.
17 Midió su muro, 144 codos según medida de hombre, que es la del ángel.
18 El material del muro era jaspe, y la ciudad era de oro puro semejante al vidrio limpio.
19 Los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda piedra preciosa. El primer cimiento era de jaspe, el segundo de zafiro, el tercero de ágata, el cuarto de esmeralda,
20 el quinto de ónice, el sexto de cornalina, el séptimo de crisólito, el octavo de berilo, el noveno de topacio, el décimo de crisoprasa, el undécimo de jacinto, el duodécimo de amatista.
21 Las doce puertas eran doce perlas; cada puerta fue hecha de una sola perla. La plaza era de oro puro como vidrio transparente. 
22 No vi en ella templo, porque el Señor Dios Todopoderoso, y el Cordero, es el templo de ella.
23 La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna, para que resplandezcan en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lámpara.
24 Las naciones andarán a la luz de ella, y los reyes de la tierra llevan a ella su gloria.
25 Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche.
26 Y llevarán a ella la gloria y la honra de las naciones.
27 Jamás entrará en ella cosa impura o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero. 

CAPITULO 22
El río y el árbol de vida 

1 Después me mostró un río de agua de vida, resplandeciente como cristal, que fluye del trono de Dios y del Cordero.
2 En medio de la avenida de la ciudad, y a uno y otro lado del río, está el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto. Las hojas del árbol son para la sanidad de las naciones. 
3 Ya no habrá más maldición. Y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le rendirán culto.
4 Verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes.
5 No habrá más noche, ni tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol; porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.

Cristo viene pronto 

6
Me dijo además: "Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel para mostrar a sus siervos las cosas que tienen que suceder pronto.
7 ¡He aquí vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro." 
8 Yo, Juan, soy el que he oído y visto estas cosas. Cuando las oí y las vi, me postré para adorar ante los pies del ángel que me las mostraba.
9 Y él me dijo: "¡Mira, no lo hagas! Pues yo soy consiervo tuyo y de tus hermanos los profetas y de los que guardan las palabras de este libro. ¡Adora a Dios!" 
10 Y me dijo: "No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca.
11 El que es injusto, haga injusticia todavía. El que es impuro, sea impuro todavía. El que es justo, haga justicia todavía, y el que es santo, santifíquese todavía.
12 He aquí vengo pronto, y mi recompensa conmigo, para pagar a cada uno según sean sus obras.
13 Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último, el principio y el fin." 
14 Bienaventurados los que lavan sus vestiduras, para que tengan derecho al árbol de la vida y para que entren en la ciudad por las puertas.
15 Pero afuera quedarán los perros, los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras y todo el que ama y practica la mentira.

Conclusión 

16
"Yo, Jesús, he enviado a mi ángel para daros testimonio de estas cosas para las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana." 
17 El Espíritu y la esposa dicen: "¡Ven!" El que oye diga: "¡Ven!" El que tiene sed, venga. El que quiere, tome del agua de vida gratuitamente.
18 Yo advierto a todo el que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añade a estas cosas, Dios le añadirá las plagas que están escritas en este libro;
19 y si alguno quita de las palabras del libro de esta profecía, Dios le quitará su parte del árbol de la vida y de la santa ciudad, de los cuales se ha escrito en este libro. 
20 El que da testimonio de estas cosas dice: "¡Sí, vengo pronto!" ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús! 
21 La gracia de nuestro Señor Jesús sea con todos.


Reina-Valera Actualizada, 1989 

 
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