Juan 12-18

CAPITULO 12
Jesús es ungido en Betania
 

1 Seis días antes de la Pascua, llegó Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, a quien Jesús resucitó de entre los muertos.
2 Le hicieron allí una cena. Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con él. 
3 Entonces María, habiendo traído una libra de perfume de nardo puro de mucho valor, ungió los pies de Jesús y los limpió con sus cabellos. Y la casa se llenó con el olor del perfume.
4 Pero uno de sus discípulos, Judas Iscariote, el que estaba por entregarle, dijo: 
5 -¿Por qué no fue vendido este perfume por trescientos denarios y dado a los pobres? 
6 Pero dijo esto, no porque le importaban los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa a su cargo sustraía de lo que se echaba en ella.
7 Entonces Jesús dijo:
-Déjala. Para el día de mi sepultura ha guardado esto.
8 Porque a los pobres siempre los tenéis con vosotros, pero a mí, no siempre me tendréis. 
9 Entonces mucha gente de los judíos se enteró de que él estaba allí; y fueron, no sólo por causa de Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien él había resucitado de entre los muertos.
10 Pero los principales sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro,
11 porque por causa de él muchos de los judíos se apartaban y creían en Jesús.

La entrada triunfal en Jerusalén 

12
Al día siguiente, cuando oyeron que Jesús venía a Jerusalén, la gran multitud que había venido a la fiesta
13 tomó ramas de palmera y salió a recibirle, y le aclamaban a gritos: "¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!" 
14 Habiendo encontrado Jesús un borriquillo, montó sobre él, como está escrito: 
15 No temas, hija de Sion. ¡He aquí tu Rey viene, sentado sobre una cría de asna! 
16 Sus discípulos no entendieron estas cosas al principio. Pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas acerca de él, y que estas cosas le hicieron a él. 
17 La gente que estaba con él daba testimonio de cuando llamó a Lázaro del sepulcro y le resucitó de entre los muertos.
18 Por esto también la multitud salió a recibirle, porque oyeron que él había hecho esta señal.
19 Entonces los fariseos dijeron entre sí:
-Ved que nada ganáis. ¡He aquí, el mundo se va tras él!

Ciertos griegos buscan a Jesús 

20
Había ciertos griegos entre los que habían subido a adorar en la fiesta.
21 Ellos se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaban diciendo:
-Señor, quisiéramos ver a Jesús. 
22 Felipe fue y se lo dijo a Andrés. Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús.
23 Y Jesús les respondió diciendo:
-Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado.
24 De cierto, de cierto os digo que a menos que el grano de trigo caiga en la tierra y muera, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.
25 El que ama su vida, la pierde; pero el que odia su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.
26 Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estoy, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará.

El Hijo del Hombre será levantado 

27
»Ahora está turbada mi alma. ¿Qué diré: "Padre, sálvame de esta hora"? ¡Al contrario, para esto he llegado a esta hora!
28 Padre, glorifica tu nombre.
Entonces vino una voz del cielo: "¡Ya lo he glorificado y lo glorificaré otra vez!" 
29 La multitud que estaba presente y escuchó, decía que había sido un trueno. Otros decían: -¡Un ángel le ha hablado! 
30 Jesús respondió y dijo: -No ha venido esta voz por causa mía, sino por causa vuestra.
31 Ahora es el juicio de este mundo. Ahora será echado fuera el príncipe de este mundo.
32 Y yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo. 
33 Esto decía dando a entender de qué muerte había de morir.
34 Entonces la gente le respondió:
-Nosotros hemos oído que, según la ley, el Cristo permanece para siempre. ¿Y cómo es que tú dices: "Es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado"? ¿Quién es este Hijo del Hombre? 
35 Entonces Jesús les dijo: -Aún por un poco de tiempo está la luz entre vosotros. Andad mientras tenéis la luz, para que no os sorprendan las tinieblas. Porque el que anda en tinieblas no sabe a dónde va.
36 Mientras tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz.
Estas cosas habló Jesús, y al apartarse, se escondió de ellos.

Jesús confronta la incredulidad 

37
Pero a pesar de haber hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él;
38 para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías que dijo: Señor, ¿quién ha creído a nuestro mensaje? ¿A quién se ha revelado el brazo del Señor?
39 Por eso no podían creer, porque Isaías dijo en otra ocasión: 
40 El ha cegado los ojos de ellos y endureció su corazón, para que no vean con los ojos ni entiendan con el corazón, ni se conviertan, y yo los sane. 
41 Estas cosas dijo Isaías porque vio su gloria y habló acerca de él. 
42 No obstante, aun de entre los dirigentes, muchos creyeron en él, pero por causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga.
43 Porque amaron la gloria de los hombres más que la gloria de Dios. 
44 Pero Jesús alzó la voz y dijo: "El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió;
45 y el que me ve a mí, ve al que me envió.
46 Yo he venido al mundo como luz, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en las tinieblas.
47 Si alguien oye mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo; porque yo no vine para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo.
48 El que me desecha y no recibe mis palabras tiene quien le juzgue: La palabra que he hablado le juzgará en el día final.
49 Porque yo no hablé por mí mismo; sino que el Padre que me envió, él me ha dado mandamiento de qué he de decir y de qué he de hablar.
50 Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así que, lo que yo hablo, lo hablo tal y como el Padre me ha hablado." 

CAPITULO 13
Jesús lava los pies a sus discípulos
 

1
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora para pasar de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin. 
2 Durante la cena, como el diablo ya había puesto en el corazón de Judas hijo de Simón Iscariote que le entregase,
3 y sabiendo Jesús que el Padre había puesto todas las cosas en sus manos y que él había salido de Dios y a Dios iba,
4 se levantó de la cena; se quitó el manto, y tomando una toalla, se ciñó con ella.
5 Luego echó agua en una vasija y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secarlos con la toalla con que estaba ceñido.
6 Entonces llegó a Simón Pedro, y éste le dijo:
-Señor, ¿tú me lavas los pies a mí? 
7 Respondió Jesús y le dijo: -Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás después. 
8 Pedro le dijo: -¡Jamás me lavarás los pies! Jesús le respondió: -Si no te lavo, no tienes parte conmigo. 
9 Le dijo Simón Pedro: -Señor, entonces, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza. 
10 Le dijo Jesús: -El que se ha lavado no tiene necesidad de lavarse más que los pies, pues está todo limpio. Ya vosotros estáis limpios, aunque no todos. 
11 Porque sabía quién le entregaba, por eso dijo: "No todos estáis limpios."
12 Así que, después de haberles lavado los pies, tomó su manto, se volvió a sentar a la mesa y les dijo:
-¿Entendéis lo que os he hecho?
13 Vosotros me llamáis Maestro y Señor; y decís bien, porque lo soy.
14 Pues bien, si yo, el Señor y el Maestro, lavé vuestros pies, también vosotros debéis lavaros los pies los unos a los otros.
15 Porque ejemplo os he dado, para que así como yo os hice, vosotros también hagáis.
16 De cierto, de cierto os digo que el siervo no es mayor que su señor, ni tampoco el apóstol es mayor que el que le envió.
17 Si sabéis estas cosas, bienaventurados sois si las hacéis.
18 No hablo así de todos vosotros. Yo sé a quiénes he elegido; pero para que se cumpla la Escritura: El que come pan conmigo levantó contra mí su talón.
19 Desde ahora os lo digo, antes de que suceda, para que cuando suceda, creáis que Yo Soy.
20 De cierto, de cierto os digo que el que recibe al que yo envío, a mí me recibe; y el que a mí me recibe, recibe al que me envió.

Jesús anuncia la traición de Judas 

21
Después de haber dicho esto, Jesús se conmovió en espíritu y testificó diciendo:
-De cierto, de cierto os digo que uno de vosotros me ha de entregar. 
22 Entonces los discípulos se miraban unos a otros, dudando de quién hablaba.
23 Uno de sus discípulos, a quien Jesús amaba, estaba a la mesa recostado junto a Jesús.
24 A él Simón Pedro le hizo señas para que preguntase quién era aquel de quien hablaba.
25 Entonces él, recostándose sobre el pecho de Jesús, le dijo:
-Señor, ¿quién es? 
26 Jesús contestó: -Es aquel para quien yo mojo el bocado y se lo doy. Y mojando el bocado, lo tomó y se lo dio a Judas hijo de Simón Iscariote.
27 Después del bocado, Satanás entró en él. Entonces le dijo Jesús:
-Lo que estás haciendo, hazlo pronto. 
28 Ninguno de los que estaban a la mesa entendió para qué le dijo esto;
29 porque algunos pensaban, puesto que Judas tenía la bolsa, que Jesús le decía: "Compra lo que necesitamos para la fiesta", o que diese algo a los pobres. 
30 Cuando tomó el bocado, él salió en seguida; y ya era de noche.

El mandamiento de amor 

31
Cuando Judas había salido, dijo Jesús:
-Ahora es glorificado el Hijo del Hombre, y Dios es glorificado en él.
32 Si Dios es glorificado en él, también Dios le glorificará en sí mismo. Y pronto le glorificará.
33 Hijitos, todavía sigo un poco con vosotros. Me buscaréis, pero como dije a los judíos: "A donde yo voy vosotros no podéis ir", así os digo a vosotros ahora. 
34 »Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros. Como os he amado, amaos también vosotros los unos a los otros.
35 En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros.

Jesús predice la negación de Pedro 

36
Simón Pedro le dijo:
-Señor, ¿a dónde vas? Le respondió Jesús: -A donde yo voy, no me puedes seguir ahora; pero me seguirás más tarde. 
37 Le dijo Pedro: -Señor, ¿por qué no te puedo seguir ahora? ¡Mi vida pondré por ti! 
38 Jesús le respondió: -¿Tu vida pondrás por mí? De cierto, de cierto te digo que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces. 

CAPITULO 14
Jesús: el camino, la verdad y la vida
 

1
»No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios; creed también en mí.
2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay. De otra manera, os lo hubiera dicho. Voy, pues, a preparar lugar para vosotros.
3 Y si voy y os preparo lugar, vendré otra vez y os tomaré conmigo; para que donde yo esté, vosotros también estéis.
4 Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino. 
5 Le dijo Tomás: -Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo podemos saber el camino? 
6 Jesús le dijo: -Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.
7 Si me habéis conocido a mí, también conoceréis a mi Padre; y desde ahora le conocéis y le habéis visto. 
8 Le dijo Felipe: -Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. 
9 Jesús le dijo: -Tanto tiempo he estado con vosotros, Felipe, ¿y no me has conocido? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Cómo, pues, dices tú: "Muéstranos el Padre"?
10 ¿No crees que yo soy en el Padre y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo de mí mismo; sino que el Padre que mora en mí hace sus obras.
11 Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creed por las mismas obras. 
12 »De cierto, de cierto os digo que el que cree en mí, él también hará las obras que yo hago. Y mayores que éstas hará, porque yo voy al Padre.
13 Y todo lo que pidáis en mi nombre, eso haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.
14 Si me pedís alguna cosa en mi nombre, yo la haré.

Jesús promete enviar el Espíritu 

15
»Si me amáis, guardaréis mis mandamientos.
16 Y yo rogaré al Padre y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre.
17 Este es el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce. Vosotros lo conocéis, porque permanece con vosotros y está en vosotros.
18 No os dejaré huérfanos; volveré a vosotros.
19 Todavía un poquito, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis. Porque yo vivo, también vosotros viviréis.
20 En aquel día vosotros conoceréis que yo soy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.
21 El que tiene mis mandamientos y los guarda, él es quien me ama. Y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él. 
22 Le dijo Judas, no el Iscariote: -Señor, ¿cómo es que te has de manifestar a nosotros y no al mundo? 
23 Respondió Jesús y le dijo: -Si alguno me ama, mi palabra guardará. Y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos nuestra morada con él.
24 El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que escucháis no es mía, sino del Padre que me envió. 
25 »Estas cosas os he hablado mientras todavía estoy con vosotros.
26 Pero el Consolador, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas y os hará recordar todo lo que yo os he dicho. 
27 »La paz os dejo, mi paz os doy. No como el mundo la da, yo os la doy. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.
28 Oísteis que yo os dije: "Voy y vuelvo a vosotros." Si me amarais, os gozaríais de que voy al Padre, porque el Padre es mayor que yo. 
29 »Ahora os lo he dicho antes que suceda, para que cuando suceda, creáis.
30 Ya no hablaré mucho con vosotros, porque viene el príncipe de este mundo y él no tiene nada en mí.
31 Pero para que el mundo conozca que yo amo al Padre y como el Padre me mandó, así hago.
»Levantaos. ¡Vamos de aquí! 

CAPITULO 15
Jesús: la vid verdadera
 

1 "Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.
2 Toda rama que en mí no está llevando fruto, la quita; y toda rama que está llevando fruto, la limpia para que lleve más fruto.
3 Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. 
4 "Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como la rama no puede llevar fruto por sí sola, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
5 Yo soy la vid, vosotros las ramas. El que permanece en mí y yo en él, éste lleva mucho fruto. Pero separados de mí, nada podéis hacer.
6 Si alguien no permanece en mí, es echado fuera como rama, y se seca. Y las recogen y las echan en el fuego, y son quemadas. 
7 "Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis, y os será hecho.
8 En esto es glorificado mi Padre: en que llevéis mucho fruto y seáis mis discípulos.
9 Como el Padre me amó, también yo os he amado; permaneced en mi amor.
10 Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; como yo también he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. 
11 "Estas cosas os he hablado para que mi gozo esté en vosotros y vuestro gozo sea completo.
12 Este es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros, como yo os he amado.
13 Nadie tiene mayor amor que éste, que uno ponga su vida por sus amigos.
14 Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
15 Ya no os llamo más siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor. Pero os he llamado amigos, porque os he dado a conocer todas las cosas que oí de mi Padre. 
16 "Vosotros no me elegisteis a mí; más bien, yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y para que vuestro fruto permanezca; a fin de que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre él os lo dé.
17 Esto os mando: que os améis unos a otros.

Los discípulos en el mundo hostil 

18
"Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros.
19 Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo. Pero ya no sois del mundo, sino que yo os elegí del mundo; por eso el mundo os aborrece.
20 Acordaos de la palabra que yo os he dicho: ’El siervo no es mayor que su señor.’ Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán. Si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.
21 Pero todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió.
22 Si yo no hubiera venido ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado.
23 El que me aborrece, también aborrece a mi Padre.
24 Si yo no hubiese hecho entre ellos obras como ningún otro ha hecho, no tendrían pecado. Y ahora las han visto, y también han aborrecido tanto a mí como a mi Padre.
25 Pero esto sucedió para cumplir la palabra que está escrita en la ley de ellos: Sin causa me aborrecieron. 
26 "Pero cuando venga el Consolador, el Espíritu de verdad que yo os enviaré de parte del Padre, el cual procede del Padre, él dará testimonio de mí.
27 Además, vosotros también testificaréis, porque habéis estado conmigo desde el principio.

CAPITULO 16

1
 "Os he dicho esto para que no os escandalicéis.
2 Os expulsarán de las sinagogas, y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate pensará que rinde servicio a Dios.
3 Esto harán, porque no conocen ni al Padre ni a mí.
4 Sin embargo, os he dicho estas cosas, para que cuando venga su hora, os acordéis de ellas, que yo os las dije.

El ministerio del Espíritu Santo 

"Sin embargo, no os dije esto al principio, porque yo estaba con vosotros.
5 Pero ahora voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: ’¿A dónde vas?’
6 Más bien, porque os he dicho esto, vuestro corazón se ha llenado de tristeza. 
7 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, el Consolador no vendrá a vosotros. Y si yo voy, os lo enviaré. 
8 "Cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.
9 En cuanto a pecado, porque no creen en mí;
10 en cuanto a justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis más;
11 y en cuanto a juicio, porque el príncipe de este mundo ha sido juzgado. 
12 "Todavía tengo que deciros muchas cosas, pero ahora no las podéis sobrellevar.
13 Y cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; pues no hablará por sí solo, sino que hablará todo lo que oiga y os hará saber las cosas que han de venir.
14 El me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo hará saber.
15 Todo lo que tiene el Padre es mío. Por esta razón dije que recibirá de lo mío y os lo hará saber.

Jesús: vencedor del mundo 

16
"Un poquito, y no me veréis; de nuevo un poquito, y me veréis." 
17 Entonces algunos de sus discípulos se dijeron unos a otros: -¿Qué significa esto que nos dice: "Un poquito, y no me veréis; de nuevo un poquito, y me veréis" y "porque voy al Padre"?
18 -Decían, pues-: ¿Qué significa esto que dice: "un poquito"? No entendemos lo que está diciendo. 
19 Jesús comprendió que le querían preguntar y les dijo: -¿Preguntáis entre vosotros de esto que dije: "Un poquito, y no me veréis; y de nuevo un poquito, y me veréis"?
20 De cierto, de cierto os digo que vosotros lloraréis y lamentaréis; pero el mundo se alegrará. Vosotros tendréis angustia, pero vuestra angustia se convertirá en gozo.
21 La mujer, cuando da a luz, tiene angustia, porque ha llegado su hora. Pero después que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda del dolor, por el gozo de que ha nacido un hombre en el mundo.
22 También vosotros, por cierto, tenéis angustia ahora; pero yo os veré otra vez. Se gozará mucho vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo.
23 En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo que todo cuanto pidáis al Padre en mi nombre, él os lo dará.
24 Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre. Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea completo. 
25 »Os he hablado de estas cosas en figuras; pero viene la hora cuando ya no os hablaré más en figuras, sino claramente os anunciaré acerca del Padre.
26 En aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros,
27 pues el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado y habéis creído que yo he salido de la presencia de Dios.
28 Yo salí de la presencia del Padre y he venido al mundo; otra vez dejo el mundo y voy al Padre. 
29 Le dijeron sus discípulos: -He aquí, ahora hablas claramente y no hablas en ninguna figura.
30 Ahora entendemos que sabes todas las cosas, y no necesitas que nadie te pregunte. En esto creemos que has salido de Dios. 
31 Jesús les respondió: -¿Ahora creéis?
32 He aquí la hora viene, y ha llegado ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado y me dejaréis solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo.
33 Os he hablado de estas cosas para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción, pero ¡tened valor; yo he vencido al mundo! 

CAPITULO 17
Oración de Jesús por sus discípulos
 

1 Jesús habló de estas cosas, y levantando los ojos al cielo, dijo: "Padre, la hora ha llegado. Glorifica a tu Hijo para que el Hijo te glorifique a ti,
2 así como le diste autoridad sobre todo hombre, para que dé vida eterna a todos los que le has dado.
3 Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien tú has enviado.
4 Yo te he glorificado en la tierra, habiendo acabado la obra que me has dado que hiciera.
5 Ahora pues, Padre, glorifícame tú en tu misma presencia, con la gloria que yo tenía en tu presencia antes que existiera el mundo. 
6 "He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste. Tuyos eran, y me los diste; y han guardado tu palabra.
7 Ahora han conocido que todo lo que me has dado procede de ti;
8 porque les he dado las palabras que me diste, y ellos las recibieron; y conocieron verdaderamente que provengo de ti, y creyeron que tú me enviaste. 
9 "Yo ruego por ellos. No ruego por el mundo, sino por los que me has dado; porque tuyos son.
10 Todo lo mío es tuyo, y todo lo tuyo es mío; y he sido glorificado en ellos.
11 Ya no estoy más en el mundo; pero ellos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, guárdalos en tu nombre que me has dado, para que sean una cosa, así como nosotros lo somos.
12 Cuando yo estaba con ellos, yo los guardaba en tu nombre que me has dado. Y los cuidé, y ninguno de ellos se perdió excepto el hijo de perdición, para que se cumpliese la Escritura.
13 Pero ahora voy a ti y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo completo en sí mismos. 
14 "Yo les he dado tu palabra, y el mundo los aborreció; porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
15 No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del maligno.
16 No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
17 Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad.
18 Así como tú me enviaste al mundo, también yo los he enviado al mundo.
19 Por ellos yo me santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad. 
20 "Pero no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por medio de la palabra de ellos;
21 para que todos sean una cosa, así como tú, oh Padre, en mí y yo en ti, que también ellos lo sean en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.
22 Yo les he dado la gloria que tú me has dado, para que sean una cosa, así como también nosotros somos una cosa.
23 Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente unidos; para que el mundo conozca que tú me has enviado y que los has amado, como también a mí me has amado. 
24 "Padre, quiero que donde yo esté, también estén conmigo aquellos que me has dado, para que vean mi gloria que me has dado, porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.
25 Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste.
26 Yo les he dado a conocer tu nombre y se lo daré a conocer todavía, para que el amor con que me has amado esté en ellos, y yo en ellos." 

CAPITULO 18
Jesús es arrestado
 

1
 Habiendo dicho estas cosas, Jesús salió con sus discípulos para el otro lado del arroyo de Quedron, donde había un huerto en el cual entró Jesús con sus discípulos.
2 También Judas, el que le entregaba, conocía aquel lugar, porque Jesús solía reunirse allí con sus discípulos.
3 Entonces Judas, tomando una compañía de soldados romanos y guardias de los principales sacerdotes y de los fariseos, fue allí con antorchas, lámparas y armas.
4 Pero Jesús, sabiendo todas las cosas que le habían de acontecer, se adelantó y les dijo:
-¿A quién buscáis? 
5 Le contestaron: -A Jesús de Nazaret. Les dijo Jesús: -Yo soy. Estaba también con ellos Judas, el que le entregaba.
6 Cuando les dijo, "Yo soy", volvieron atrás y cayeron a tierra.
7 Les preguntó, pues, de nuevo:
-¿A quién buscáis? Ellos dijeron: -A Jesús de Nazaret. 
8 Jesús respondió: -Os dije que yo soy. Pues si a mí me buscáis, dejad ir a éstos. 
9 Esto hizo para que se cumpliese la palabra que él dijo: "De los que me diste, ninguno de ellos perdí." 
10 Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la sacó, hirió al siervo del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco.
11 Entonces Jesús dijo a Pedro:
-Mete tu espada en la vaina. ¿No he de beber la copa que el Padre me ha dado? 
12 Entonces la compañía de soldados, el comandante y los guardias de los judíos prendieron a Jesús y le ataron.
13 Luego le llevaron primero ante Anás, porque era el suegro de Caifás, el sumo sacerdote de aquel año.
14 Caifás era el que había dado consejo a los judíos de que convenía que un hombre muriese por el pueblo.

Pedro niega a Jesús 

15
Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús al patio del sumo sacerdote;
16 pero Pedro se quedó fuera, a la puerta. Y salió el otro discípulo que era conocido del sumo sacerdote, habló a la portera y llevó a Pedro adentro.
17 Entonces la criada portera dijo a Pedro:
-¿Tú no serás también de los discípulos de ese hombre? El dijo: -No lo soy. 
18 Y los siervos y los guardias estaban de pie, pues habían encendido unas brasas porque hacía frío; y se calentaban. Pedro también estaba de pie con ellos, calentándose.

Jesús ante Anás y Caifás 

19
El sumo sacerdote preguntó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina.
20 Jesús le respondió:
-Yo he hablado abiertamente al mundo. Siempre he enseñado en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos. Nada he hablado en secreto.
21 ¿Por qué me preguntas a mí? Pregúntales a los que han oído lo que yo les he hablado. He aquí, ellos saben lo que yo dije. 
22 Cuando dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada a Jesús, diciéndole: -¿Así respondes al sumo sacerdote? 
23 Jesús le contestó: -Si he hablado mal, da testimonio del mal; pero si bien, ¿por qué me golpeas? 
24 Entonces Anás le envió atado a Caifás, el sumo sacerdote.

Pedro niega de nuevo a Jesús 

25
Estaba, pues, Pedro de pie calentándose, y le dijeron:
-¿Tú no serás también de sus discípulos? El negó y dijo: -No lo soy. 
26 Uno de los siervos del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le había cortado la oreja, le dijo: -¿No te vi yo en el huerto con él? 
27 Pedro negó otra vez, y en seguida cantó el gallo.

Jesús ante Pilato 

28
Llevaron a Jesús de Caifás al Pretorio. Era al amanecer. Pero ellos no entraron al Pretorio para no contaminarse y para así poder comer la Pascua.
29 Por tanto, Pilato salió fuera a ellos y dijo:
-¿Qué acusación traéis contra este hombre? 
30 Le respondieron y dijeron: -Si éste no fuera malhechor, no te lo habríamos entregado. 
31 Entonces Pilato les dijo: -Tomadle vosotros y juzgadle según vuestra ley. Los judíos le dijeron: -A nosotros no nos es lícito dar muerte a nadie. 
32 Así sucedió para que se cumpliera la palabra de Jesús, que dijo señalando con qué clase de muerte había de morir.
33 Entonces Pilato entró otra vez al Pretorio, llamó a Jesús y le dijo:
-¿Eres tú el rey de los judíos? 
34 Jesús le respondió: -¿Preguntas tú esto de ti mismo, o porque otros te lo han dicho de mí? 
35 Pilato respondió: -¿Acaso soy yo judío? Tu propia nación y los principales sacerdotes te entregaron a mí. ¿Qué has hecho? 
36 Contestó Jesús: -Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos. Ahora, pues, mi reino no es de aquí. 
37 Entonces Pilato le dijo: -¿Así que tú eres rey? Jesús respondió: -Tú dices que soy rey. Para esto yo he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad oye mi voz. 
38 Le dijo Pilato: -¿Qué es la verdad?

Pilato entrega a Jesús 

Habiendo dicho esto, salió de nuevo a los judíos y les dijo:
-Yo no hallo ningún delito en él.
39 Pero vosotros tenéis la costumbre de que os suelte un preso en la Pascua. ¿Queréis, pues, que os suelte al rey de los judíos? 
40 Entonces todos gritaron de nuevo diciendo: -¡No a éste, sino a Barrabás! Y Barrabás era un asaltante. 

 

 
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