Lucas 12-18

CAPITULO 12
Jesús infunde valor a los suyos
 

1 En esto, habiéndose juntado una multitud de miles y miles, tanto que se pisoteaban unos a otros, él comenzó a decir primeramente a sus discípulos: "Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía.
2 Porque no hay nada encubierto que no haya de ser revelado, ni oculto que no haya de ser conocido.
3 Más bien, las cosas que habéis dicho en las tinieblas serán oídas en la luz, y lo que habéis hablado al oído en las habitaciones será pregonado en las azoteas. 
4 "Y os digo a vosotros mis amigos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después no tienen nada peor que hacer.
5 Pero yo os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que, después de haber dado muerte, tiene poder de echar en el infierno. Sí, os digo: A éste temed.
6 ¿No se venden cinco pajaritos por dos cuartos? Pues ni uno de ellos está olvidado delante de Dios.
7 Pero aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis; más valéis vosotros que muchos pajaritos. 
8 "Os digo que todo aquel que me confiese delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios;
9 pero el que me niegue delante de los hombres será negado delante de los ángeles de Dios.
10 A todo aquel que diga palabra en contra del Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no le será perdonado. 
11 "Cuando os lleven a las sinagogas y a los magistrados y autoridades, no estéis preocupados de cómo o qué responderéis, o qué habréis de decir.
12 Porque el Espíritu Santo os enseñará en aquella hora lo que se debe decir."

Parábola del rico insensato 

13
Le dijo uno de la multitud:
-Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia. 
14 Y él le dijo: -Hombre, ¿quién me ha puesto como juez o repartidor sobre vosotros? 
15 Y les dijo: -Mirad, guardaos de toda codicia, porque la vida de uno no consiste en la abundancia de los bienes que posee. 
16 Entonces les refirió una parábola, diciendo: -Las tierras de un hombre rico habían producido mucho.
17 Y él razonaba dentro de sí, diciendo: "¿Qué haré? Porque ya no tengo dónde juntar mis productos."
18 Entonces dijo: "¡Esto haré! Derribaré mis graneros y edificaré otros más grandes. Allí juntaré todo mi grano y mis bienes,
19 y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes almacenados para muchos años. Descansa, come, bebe, alégrate."
20 Pero Dios le dijo: "¡Necio! Esta noche vienen a pedir tu alma; y lo que has provisto, ¿para quién será?"
21 Así es el que hace tesoro para sí y no es rico para con Dios.

Dios cuida de los suyos 

22
Dijo a sus discípulos:
-Por tanto, os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir.
23 La vida es más que el alimento, y el cuerpo es más que el vestido.
24 Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan, ni tienen almacenes ni graneros; y Dios los alimenta. ¡Cuánto más valéis vosotros que las aves!
25 ¿Quién de vosotros podrá, con afanarse, añadir un codo a su estatura?
26 Pues si no podéis lo que es menos, ¿por qué estáis afanosos de lo demás?
27 Considerad los lirios, cómo crecen. No trabajan, ni hilan; y os digo que ni aun Salomón, con toda su gloria, fue vestido como uno de ellos.
28 Si Dios viste así la hierba, que hoy está en el campo y mañana es echada en el horno, ¡cuánto más hará por vosotros, hombres de poca fe! 
29 »Vosotros, pues, no busquéis qué habéis de comer o qué habéis de beber, ni estéis ansiosos.
30 Porque todas estas cosas busca la gente del mundo; pero vuestro Padre sabe que necesitáis estas cosas.
31 Más bien, buscad su reino, y estas cosas os serán añadidas.
32 No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino. 
33 »Vended vuestros bienes y dad ofrendas de misericordia. Haceos bolsas que no se envejecen, un tesoro inagotable en los cielos, donde no se acerca el ladrón, ni la polilla destruye.
34 Porque donde esté vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón.

Llamado a la vigilancia 

35
»Estén ceñidos vuestros lomos y encendidas vuestras lámparas.
36 Y sed vosotros semejantes a los siervos que esperan a su señor cuando ha de volver de las bodas, para que le abran al instante en que llegue y llame.
37 Bienaventurados aquellos siervos a quienes el señor les encuentre velando cuando llegue. De cierto os digo que se ceñirá y hará que se sienten a la mesa, y viniendo les servirá.
38 Aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, si los halla así, ¡bienaventurados aquellos siervos! 
39 »Sabed que si el dueño de casa hubiera sabido a qué hora habría de venir el ladrón, no habría permitido que forzara la entrada a su casa.
40 Vosotros también estad preparados, porque a la hora que no penséis, vendrá el Hijo del Hombre.

Parábola de los mayordomos 

41
Entonces Pedro le dijo:
-Señor, ¿dices esta parábola para nosotros, o también para todos? 
42 Y dijo el Señor: -¿Quién es, pues, el mayordomo fiel y prudente, a quien el señor pondrá sobre los de su casa para que les dé sus raciones a su debido tiempo?
43 Bienaventurado será aquel siervo a quien, cuando su señor venga, le encuentre haciéndolo así.
44 En verdad os digo que le pondrá sobre todos sus bienes.
45 Pero si aquel siervo dice en su corazón: "Mi señor tarda en venir" y comienza a golpear a los siervos y a las siervas, y a comer y a beber y a embriagarse,
46 vendrá el señor de aquel siervo en el día que no espera y a la hora que no sabe, y le castigará duramente y pondrá su parte con los incrédulos.
47 Porque aquel siervo que entendió la voluntad de su señor y no se preparó ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes.
48 Pero el que no entendió, aunque hizo cosas dignas de azotes, recibirá pocos azotes. Porque de todo aquel a quien le ha sido dado mucho, mucho se demandará de él; y de aquel a quien confiaron mucho, se le pedirá más.

Jesús, motivo de división 

49
»He venido a echar fuego en la tierra. ¡Y cómo quisiera que ya estuviese encendido!
50 Tengo un bautismo con que ser bautizado, ¡y cómo me angustio hasta que se cumpla!
51 ¿Pensáis que he venido a dar paz en la tierra? ¡Os digo que no, sino a causar división!
52 Porque de aquí en adelante cinco en una casa estarán divididos: tres contra dos y dos contra tres.
53 El padre estará dividido contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera, y la nuera contra su suegra.

Las señales de los tiempos 

54
Decía también a las multitudes:
-Cuando veis la nube que sale del poniente, luego decís: "Va a llover." Y así sucede.
55 Cuando sopla el viento del sur, decís: "Hará calor." Y lo hace.
56 ¡Hipócritas! Sabéis interpretar el aspecto del cielo y de la tierra, ¿y cómo no sabéis interpretar este tiempo? 
57 »¿Por qué no juzgáis vosotros mismos lo que es justo?
58 Pues cuando vayas al magistrado con tu adversario, procura con diligencia arreglarte con él en el camino, no sea que te arrastre al juez y el juez te entregue al policía, y el policía te meta en la cárcel.
59 Te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado la última blanca. 

CAPITULO 13
Llamado al arrepentimiento
 

1 En aquella misma ocasión, algunos estaban allí contándole de ciertos galileos cuya sangre Pilato había mezclado con la sangre de sus sacrificios.
2 Respondiendo Jesús les dijo: "¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron estas cosas, habrán sido más pecadores que todos los galileos?
3 Os digo que no; más bien, si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.
4 O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre de Siloé y los mató, ¿pensáis que ellos habrán sido más culpables que todos los hombres que viven en Jerusalén?
5 Os digo que no; más bien, si no os arrepentís, todos pereceréis de la misma manera."

Parábola de la higuera estéril
6 Entonces dijo esta parábola: "Cierto hombre tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella y no lo halló.
7 Entonces dijo al viñador: ’He aquí, ya son tres años que vengo buscando fruto en esta higuera y no lo hallo. Por tanto, córtala. ¿Por qué ha de inutilizar también la tierra?’
8 Entonces él le respondió diciendo: ’Señor, déjala aún este año, hasta que yo cave alrededor de ella y la abone.
9 Si da fruto en el futuro, bien; y si no, la cortarás.’ "

Jesús sana a una mujer encorvada 

10
Jesús enseñaba en una de las sinagogas en el sábado.
11 Y he aquí una mujer que tenía espíritu de enfermedad desde hacía dieciocho años; andaba encorvada y de ninguna manera se podía enderezar.
12 Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:
-Mujer, quedas libre de tu enfermedad. 
13 Puso las manos sobre ella, y al instante se enderezó y glorificaba a Dios.
14 Y respondiendo el principal de la sinagoga, enojado de que Jesús hubiese sanado en sábado, decía a la gente:
-Seis días hay en la semana en los cuales se debe trabajar. Venid, pues, en estos días y sed sanados, y no en el día de sábado. 
15 Entonces el Señor le respondió diciendo: -¡Hipócrita! ¿No desata cada uno de vosotros en sábado su buey o su asno del pesebre y lo lleva a beber?
16 Y a ésta, siendo hija de Abraham, a quien Satanás ha tenido atada por dieciocho años, ¿no debía ser librada de esta atadura en el día de sábado? 
17 Cuando él decía estas cosas, todos sus adversarios se avergonzaban. Y todo el pueblo se regocijaba por todas las cosas gloriosas que él hacia.

Parábola del grano de mostaza 

18
Por lo tanto, él decía:
-¿A qué es semejante el reino de Dios? ¿A qué lo compararé?
19 Es semejante a un grano de mostaza que un hombre tomó y sembró en su huerto; y creció y se convirtió en un árbol, y las aves del cielo hicieron nidos en sus ramas.

Parábola de la levadura 

20
Otra vez dijo:
-¿A qué compararé el reino de Dios?
21 Es semejante a la levadura que una mujer tomó y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo quedó leudado.

La puerta estrecha de la salvación 

22
Jesús pasaba por las ciudades y aldeas, enseñando y caminando hacia Jerusalén.
23 Entonces alguien le dijo:
-Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: 
24 -Esforzaos a entrar por la puerta angosta, porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán.
25 Después que el dueño de casa se levante y cierre la puerta, vosotros, afuera, comenzaréis a llamar a la puerta diciendo: "¡Señor, ábrenos!" Pero respondiendo él os dirá: "No os conozco de dónde sois."
26 Entonces comenzaréis a decir: "Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste."
27 Pero os hablará diciendo: "No os conozco de dónde sois. ¡Apartaos de mí todos los que hacéis iniquidad!"
28 Allí habrá llanto y crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y a vosotros echados fuera.
29 Vendrán del oriente y del occidente, del norte y del sur; y se sentarán a la mesa en el reino de Dios.
30 He aquí, hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos.

Lamento de Jesús sobre Jerusalén 

31
En la misma hora llegaron ciertos fariseos y le dijeron:
-Sal y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar. 
32 El les dijo: -Id y decid a ese zorro: "He aquí echo fuera demonios y realizo sanidades hoy y mañana, y al tercer día termino."
33 Sin embargo, es necesario que yo siga mi camino hoy, mañana y pasado mañana; porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén. 
34 »¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, así como la gallina junta sus pollitos debajo de sus alas, y no quisiste!
35 He aquí vuestra casa os es dejada desierta. Os digo que no me veréis más, hasta que venga el día cuando digáis: "¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!" 

CAPITULO 14
Jesús sana a un hidrópico
 

1 Aconteció un sábado, cuando él entró en casa de uno de los principales de los fariseos para comer pan, que ellos le observaban cuidadosamente.
2 Y he aquí un hombre hidrópico estaba delante de él.
3 Entonces respondiendo Jesús, habló a los maestros de la ley y a los fariseos, diciendo:
-¿Es lícito sanar en sábado, o no? 
4 Pero ellos callaron. Entonces él le tomó, le sanó y le despidió. 
5 Y dijo a ellos:
-¿Cuál de vosotros, si su hijo o su buey cae en un pozo, no lo sacará de inmediato en el día de sábado? 
6 Y no le podían responder a estas cosas.

Lecciones acerca de la humildad 

7
Observando a los invitados, cómo escogían los primeros asientos a la mesa, refirió una parábola diciéndoles: 
8 -Cuando seas invitado por alguien a una fiesta de bodas, no te sientes en el primer lugar; no sea que otro más distinguido que tú haya sido invitado por él,
9 y que viniendo el que os invitó a ti y al otro, te diga: "Da lugar a éste", y luego comiences con vergüenza a ocupar el último lugar.
10 Más bien, cuando seas invitado, vé y siéntate en el último lugar; para que cuando venga el que te invitó, diga: "Amigo, sube más arriba." Entonces tendrás gloria delante de los que se sientan contigo a la mesa.
11 Porque cualquiera que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. 
12 Dijo también al que le había invitado: -Cuando hagas comida o cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te vuelvan a invitar a ti, y te sea hecha compensación.
13 Pero cuando hagas banquete, llama a los pobres, a los mancos, a los cojos y a los ciegos.
14 Y serás bienaventurado, porque ellos no te pueden retribuir, pero te será recompensado en la resurrección de los justos.

Parábola del gran banquete 

15
Al oír esto, uno de los que estaban sentados juntos a la mesa le dijo:
-¡Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios! 
16 Pero él le dijo: -Un hombre hizo un gran banquete e invitó a muchos.
17 A la hora del banquete envió a su siervo para decir a los invitados: "Venid, porque ya está preparado."
18 Pero todos a una comenzaron a disculparse. El primero dijo: "He comprado un campo y necesito salir para verlo; te ruego que me disculpes."
19 El otro dijo: "He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos. Te ruego que me disculpes."
20 El otro dijo: "Acabo de casarme y por tanto no puedo ir."
21 Cuando volvió el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces se enojó el dueño de casa y dijo a su siervo: "Vé pronto a las plazas y a las calles de la ciudad y trae acá a los pobres, a los mancos, a los ciegos y a los cojos."
22 Luego dijo el siervo: "Señor, se ha hecho lo que mandaste, y aún queda lugar."
23 El señor dijo al siervo: "Vé por los caminos y por los callejones, y exígeles a que entren para que mi casa se llene.
24 Pues os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron invitados gustará de mi banquete."

Condiciones del discipulado 

25
Grandes multitudes iban con él, y él se volvió y les dijo:
26 "Si alguno viene a mí y no aborrece a su padre, madre, mujer, hijos, hermanos, hermanas y aun su propia vida, no puede ser mi discípulo.
27 Y cualquiera que no toma su propia cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.
28 Porque ¿cuál de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?
29 No sea que después de haber puesto los cimientos y al no poderla terminar, todos los que la vean comiencen a burlarse de él,
30 diciendo: ’Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar.’
31 ¿O qué rey, que sale a hacer guerra contra otro rey, no se sienta primero y consulta si puede salir con diez mil al encuentro del que viene con veinte mil?
32 De otra manera, cuando el otro rey está todavía lejos, le envía una embajada y pide condiciones de paz.
33 Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todas las cosas que posee, no puede ser mi discípulo. 
34 "Buena es la sal; pero si la sal se vuelve insípida, ¿con qué será sazonada?
35 No es buena ni para la tierra ni para abono; por eso la arrojan fuera. Quien tiene oídos para oír, oiga." 

CAPITULO 15
Parábola de la oveja perdida
 

1 Se acercaban a él todos los publicanos y pecadores para oírle,
2 y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo:
-Este recibe a los pecadores y come con ellos. 
3 Entonces él les refirió esta parábola, diciendo: 
4 -¿Qué hombre de vosotros, si tiene cien ovejas, y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la que se ha perdido, hasta hallarla?
5 Y al hallarla, la pone sobre sus hombros gozoso,
6 y cuando llega a casa reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: "Gozaos conmigo, porque he hallado mi oveja que se había perdido."
7 Os digo que del mismo modo habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.

Parábola de la moneda perdida 

8
»¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende una lámpara, barre la casa y busca con empeño hasta hallarla?
9 Cuando la halla, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: "Gozaos conmigo, porque he hallado la dracma que estaba perdida."
10 Os digo que del mismo modo hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.

Parábola del hijo perdido 

11
Dijo además:
-Un hombre tenía dos hijos.
12 El menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde." Y él les repartió los bienes.
13 No muchos días después, habiendo juntado todo, el hijo menor se fue a una región lejana, y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. 
14 »Cuando lo hubo malgastado todo, vino una gran hambre en aquella región, y él comenzó a pasar necesidad.
15 Entonces fue y se allegó a uno de los ciudadanos de aquella región, el cual le envió a su campo para apacentar los cerdos.
16 Y él deseaba saciarse con las algarrobas que comían los cerdos, y nadie se las daba.
17 Entonces volviendo en sí, dijo: "¡Cuántos jornaleros en la casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!
18 Me levantaré, iré a mi padre y le diré: ’Padre, he pecado contra el cielo y ante ti.
19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.’ " 
20 »Se levantó y fue a su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre le vio y tuvo compasión. Corrió y se echó sobre su cuello, y le besó.
21 El hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y ante ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo."
22 Pero su padre dijo a sus siervos: "Sacad de inmediato el mejor vestido y vestidle, y poned un anillo en su mano y calzado en sus pies.
23 Traed el ternero engordado y matadlo. Comamos y regocijémonos,
24 porque este mi hijo estaba muerto y ha vuelto a vivir; estaba perdido y ha sido hallado." Y comenzaron a regocijarse. 
25 »Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando vino, se acercó a la casa y oyó la música y las danzas.
26 Después de llamar a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
27 Este le dijo: "Tu hermano ha venido, y tu padre ha mandado matar el ternero engordado, por haberle recibido sano y salvo."
28 Entonces él se enojó y no quería entrar.
»Salió, pues, su padre y le rogaba que entrase.
29 Pero respondiendo él dijo a su padre: "He aquí, tantos años te sirvo, y jamás he desobedecido tu mandamiento; y nunca me has dado un cabrito para regocijarme con mis amigos.
30 Pero cuando vino éste tu hijo que ha consumido tus bienes con prostitutas, has matado para él el ternero engordado."
31 Entonces su padre le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas.
32 Pero era necesario alegrarnos y regocijarnos, porque este tu hermano estaba muerto y ha vuelto a vivir; estaba perdido y ha sido hallado." 

CAPITULO 16
Parábola del mayordomo injusto
 

1 Dijo también a sus discípulos: "Había cierto hombre rico, el cual tenía un mayordomo; y éste fue acusado delante de él como derrochador de sus bienes.
2 Su señor le llamó y le dijo: ’¿Qué es esto que oigo de ti? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás ser mayordomo.’
3 Entonces el mayordomo se dijo a sí mismo: ’¿Qué haré? Porque mi señor me quita la mayordomía. Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza.
4 ¡Ya sé lo que haré para que cuando sea destituido de la mayordomía, me reciban en sus casas!’ 
5 "Entonces llamó a cada uno de los deudores de su señor, y dijo al primero: ’¿Cuánto debes a mi señor?’
6 El dijo: ’Cien barriles de aceite.’ Y le dijo: ’Toma tu recibo, siéntate y de inmediato escribe: cincuenta.’
7 Después dijo a otro: ’Y tú, ¿cuánto debes?’ Y él le dijo: ’Cien medidas de trigo.’ El le dijo: ’Toma tu recibo y escribe: ochenta.’ 
8 "Y el señor elogió al mayordomo injusto porque actuó sagazmente, pues los hijos de este mundo son en su generación más sagaces que los hijos de luz. 
9 "Y yo os digo: Con las riquezas injustas ganaos amigos para que cuando éstas lleguen a faltar, ellos os reciban en las moradas eternas. 
10 "El que es fiel en lo muy poco también es fiel en lo mucho, y el que en lo muy poco es injusto también es injusto en lo mucho.
11 Así que, si con las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero?
12 Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro?
13 Ningún siervo puede servir a dos señores; porque aborrecerá al uno y amará al otro, o se dedicará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas." 
14 Los fariseos, que eran avaros, oían todas estas cosas y se burlaban de él.
15 Y él les dijo: "Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres. Pero Dios conoce vuestros corazones; porque lo que entre los hombres es sublime, delante de Dios es abominación.

La ley y el reino de Dios 

16
"La Ley y los Profetas fueron hasta Juan. A partir de entonces son anunciadas las buenas nuevas del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él.
17 Pero más fácil es que pasen el cielo y la tierra, que se caiga una tilde de la ley.

Acerca del divorcio 

18
"Cualquiera que se divorcia de su mujer y se casa con otra comete adulterio. Y el que se casa con la divorciada por su marido comete adulterio.

El rico y Lázaro 

19
"Cierto hombre era rico, se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez.
20 Y cierto pobre, llamado Lázaro, estaba echado a su puerta, lleno de llagas,
21 y deseaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico. Aun los perros venían y le lamían las llagas. 
22 "Aconteció que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el rico, y fue sepultado.
23 Y en el Hades, estando en tormentos, alzó sus ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno.
24 Entonces él, dando voces, dijo: ’Padre Abraham, ten misericordia de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama.’ 
25 "Y Abraham dijo: ’Hijo, acuérdate que durante tu vida recibiste tus bienes; y de igual manera Lázaro, males. Pero ahora él es consolado aquí, y tú eres atormentado.
26 Además de todo esto, un gran abismo existe entre nosotros y vosotros, para que los que quieran pasar de aquí a vosotros no puedan, ni de allá puedan cruzar para acá.’ 
27 "Y él dijo: ’Entonces te ruego, padre, que le envíes a la casa de mi padre
28 (pues tengo cinco hermanos), de manera que les advierta a ellos, para que no vengan también a este lugar de tormento.’
29 Pero Abraham dijo: ’Tienen a Moisés y a los Profetas. Que les escuchen a ellos.’
30 Entonces él dijo: ’No, padre Abraham. Más bien, si alguno va a ellos de entre los muertos, se arrepentirán.’
31 Pero Abraham le dijo: ’Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, tampoco se persuadirán si alguno se levanta de entre los muertos.’ " 

CAPITULO 17
Acerca de las ofensas y del perdón
 

1 Dijo a sus discípulos:
-Es imposible que no vengan tropiezos; pero, ¡ay de aquel que los ocasione!
2 Mejor le fuera que se le atase una piedra de molino al cuello y que fuese lanzado al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos. 
3 »Mirad por vosotros mismos: Si tu hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale.
4 Si siete veces al día peca contra ti, y siete veces al día vuelve a ti diciendo: "Me arrepiento", perdónale.

El poder de la fe 

5
Los apóstoles dijeron al Señor:
-Auméntanos la fe. 
6 Entonces el Señor dijo: -Si tuvieseis fe como un grano de mostaza, diríais a este sicómoro: "¡Desarráigate y plántate en el mar!" Y el árbol os obedecería.

El deber del siervo 

7
»¿Y quién de vosotros, teniendo un siervo que ara o apacienta, al volver éste del campo, le dirá: "Pasa, siéntate a la mesa"?
8 Más bien, le dirá: "Prepara para que yo cene. Cíñete y sírveme hasta que yo haya comido y bebido. Después de eso, come y bebe tú."
9 ¿Da gracias al siervo porque hizo lo que le había sido mandado?
10 Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid: "Siervos inútiles somos; porque sólo hicimos lo que debíamos hacer."

Jesús sana a diez leprosos 

11
Aconteció que yendo a Jerusalén, pasaba por Samaria y Galilea.
12 Cuando entró en una aldea, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos
13 y alzaron la voz diciendo:
-¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! 
14 Cuando él los vio, les dijo: -Id, mostraos a los sacerdotes. Aconteció que mientras iban, fueron limpiados.
15 Entonces uno de ellos, al ver que había sido sanado, volvió glorificando a Dios en alta voz.
16 Y se postró sobre su rostro a los pies de Jesús, dándole gracias. Y éste era samaritano.
17 Y respondiendo Jesús dijo:
-¿No eran diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están?
18 ¿No hubo quién volviese y diese gloria a Dios, sino este extranjero?
19 -Y le dijo-: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.

El reino de Dios es actual 

20
Y cuando los fariseos le preguntaron acerca de cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió diciendo:
-El reino de Dios no vendrá con advertencia.
21 No dirán: "¡Mirad, aquí está!" o "¡Allí está!" Porque el reino de Dios está en medio de vosotros.

La manifestación del Hijo del Hombre 

22
Dijo a sus discípulos:
-Vendrá el tiempo cuando desearéis ver uno de los días del Hijo del Hombre y no lo veréis.
23 Os dirán: "¡Mirad, aquí está!" o "¡Mirad, allí está!" Pero no vayáis ni les sigáis.
24 Porque como el relámpago que resplandece ilumina el cielo de un extremo al otro, así también será el Hijo del Hombre en su día.
25 Pero primero es necesario que él padezca mucho y sea rechazado por esta generación. 
26 »Como pasó en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre:
27 Ellos comían y bebían; se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos. 
28 »Asimismo, también será como pasó en los días de Lot: Comían, bebían, compraban, vendían, plantaban y edificaban;
29 pero el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos.
30 Así será en el día en que se manifieste el Hijo del Hombre. 
31 »En aquel día, el que esté en la azotea y sus cosas estén en la casa, no descienda para tomarlas. Asimismo, el que esté en el campo, no vuelva atrás.
32 Acordaos de la mujer de Lot.
33 Cualquiera que procure salvar su vida, la perderá; y cualquiera que la pierda, la conservará.
34 Os digo que en aquella noche estarán dos en una cama; el uno será tomado, y el otro será dejado.
35 ,36 Dos mujeres estarán moliendo juntas; la una será tomada, y la otra dejada. 
37 Respondiendo le preguntaron: -¿Dónde, Señor? Y él dijo: -Donde esté el cadáver, allí se juntarán los buitres. 

CAPITULO 18
Parábola del juez y la viuda
 

1 Les refirió también una parábola acerca de la necesidad de orar siempre y no desmayar.
2 Les dijo: "En cierta ciudad había un juez que ni temía a Dios ni respetaba al hombre.
3 Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él diciendo: ’Hazme justicia contra mi adversario.’
4 El no quiso por algún tiempo, pero después se dijo a sí mismo: ’Aunque ni temo a Dios ni respeto al hombre,
5 le haré justicia a esta viuda, porque no me deja de molestar; para que no venga continuamente a cansarme.’ " 
6 Entonces dijo el Señor: "Oíd lo que dice el juez injusto.
7 ¿Y Dios no hará justicia a sus escogidos que claman a él de día y de noche? ¿Les hará esperar?
8 Os digo que los defenderá pronto. Sin embargo, cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?"

Parábola del fariseo y el publicano 

9
Dijo también esta parábola a unos que confiaban en sí mismos como que eran justos y menospreciaban a los demás:
10 "Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; y el otro, publicano.
11 El fariseo, de pie, oraba consigo mismo de esta manera: ’Dios, te doy gracias que no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano.
12 Ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que poseo.’
13 Pero el publicano, de pie a cierta distancia, no quería ni alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ’Dios, sé propicio a mí, que soy pecador.’
14 Os digo que éste descendió a casa justificado en lugar del primero. Porque cualquiera que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido."

Jesús bendice a los niños 

15
También le presentaban los niños pequeños para que los tocase. Y los discípulos, al ver esto, les reprendían.
16 Pero Jesús los llamó diciendo: "Dejad a los niños venir a mí y no les impidáis, porque de los tales es el reino de Dios.
17 De cierto os digo que cualquiera que no reciba el reino de Dios como un niño, jamás entrará en él."

Jesús y el joven rico 

18
Le preguntó cierto hombre principal, diciendo:
-Maestro bueno, ¿qué haré para obtener la vida eterna? 
19 Y Jesús le dijo: -¿Por qué me llamas "bueno"? Ninguno es bueno, sino sólo uno, Dios.
20 Tú conoces los mandamientos: No cometas adulterio, no cometas homicidio, no robes, no digas falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre. 
21 Entonces él dijo: -Todo esto lo he guardado desde mi juventud. 
22 Jesús, al oírlo, le dijo: -Aún te falta una cosa: Vende todo lo que tienes y repártelo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme. 
23 Entonces él, al oír estas cosas, se entristeció mucho, porque era muy rico.

El peligro de las riquezas 

24
Jesús, al ver que se había entristecido mucho, dijo:
-¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!
25 Porque más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios. 
26 Los que oyeron esto dijeron: -¿Y quién podrá ser salvo? 
27 El les dijo: -Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios. 
28 Entonces Pedro dijo: -He aquí, nosotros hemos dejado lo nuestro y te hemos seguido. 
29 Y él les dijo: -De cierto os digo que no hay nadie que haya dejado casa, mujer, hermanos, padres o hijos por causa del reino de Dios,
30 que no haya de recibir muchísimo más en este tiempo, y en la edad venidera, la vida eterna.

Jesús anuncia su muerte y victoria 

31
Jesús, tomando a los doce, les dijo:
-He aquí subimos a Jerusalén, y se cumplirán todas las cosas que fueron escritas por los profetas acerca del Hijo del Hombre.
32 Porque será entregado a los gentiles, y será escarnecido, injuriado y escupido.
33 Después que le hayan azotado, le matarán; pero al tercer día resucitará. 
34 Sin embargo, ellos no entendían nada de esto. Esta palabra les estaba encubierta, y no entendían lo que se les decía.

Jesús sana a un ciego en Jericó 

35
Aconteció, al acercarse Jesús a Jericó, que un ciego estaba sentado junto al camino, mendigando.
36 Este, como oyó pasar a la multitud, preguntó qué era aquello.
37 Y le dijeron que pasaba Jesús de Nazaret.
38 Entonces él gritó diciendo:
-¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! 
39 Los que iban delante le reprendían para que se callase, pero él clamaba con mayor insistencia: -¡Hijo de David, ten misericordia de mí! 
40 Entonces Jesús se detuvo, mandó que se lo trajesen; y cuando llegó, le preguntó
41 diciendo:
-¿Qué quieres que te haga? Y él dijo: -Señor, que yo recobre la vista. 
42 Jesús le dijo: -Recobra la vista; tu fe te ha salvado. 
43 Inmediatamente recobró la vista y le seguía, glorificando a Dios. Y todo el pueblo al ver esto dio alabanza a Dios.

 

 
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