Juan 7-11

CAPITULO 7
Jesús en la fiesta de los Tabernáculos
 

1 Después de esto, andaba Jesús por Galilea. No quería andar por Judea, porque los judíos le buscaban para matarlo.
2 Estaba próxima la fiesta de los Tabernáculos de los judíos.
3 Por tanto, le dijeron sus hermanos:
-Sal de aquí y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces.
4 Porque nadie que procura darse a conocer hace algo en oculto. Puesto que haces estas cosas, manifiéstate al mundo. 
5 Pues ni aun sus hermanos creían en él.
6 Entonces Jesús les dijo:
-Mi tiempo no ha llegado todavía, pero vuestro tiempo siempre está a la mano.
7 El mundo no puede aborreceros a vosotros; pero a mí me aborrece porque yo doy testimonio de él, que sus obras son malas.
8 Subid vosotros a la fiesta. Yo no subo todavía a esta fiesta, porque mi tiempo aún no se ha cumplido. 
9 Habiendo dicho esto, él se quedó en Galilea.
10 Pero cuando sus hermanos habían subido a la fiesta, entonces él también subió, no abiertamente sino en secreto.
11 Los judíos le buscaban en la fiesta y decían:
-¿Dónde está aquél? 
12 Había una gran murmuración acerca de él entre las multitudes. Unos decían: "Es bueno." Pero otros decían: "No, sino que engaña a la gente."
13 Sin embargo, nadie hablaba abiertamente de él, por miedo de los judíos. 
14 Cuando ya había pasado la mitad de la fiesta, subió Jesús al templo y enseñaba.
15 Entonces los judíos se asombraban diciendo:
-¿Cómo sabe éste de letras, sin haber estudiado? 
16 Por tanto, Jesús les respondió y dijo: -Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió.
17 Si alguien quiere hacer su voluntad, conocerá si mi doctrina proviene de Dios o si yo hablo por mi propia cuenta.
18 El que habla de sí mismo busca su propia gloria; pero el que busca la gloria del que le envió, éste es verdadero, y en él no hay injusticia.
19 ¿No os dio Moisés la Ley? Y ninguno de vosotros la cumple. ¿Por qué buscáis matarme? 
20 La multitud respondió: -Demonio tienes. ¿Quién busca matarte? 
21 Jesús respondió y les dijo: -Una sola obra hice, y todos os asombráis.
22 Por esto Moisés os dio la circuncisión (no porque sea de Moisés, sino de los padres), y en sábado circuncidáis al hombre.
23 Si el hombre recibe la circuncisión en sábado a fin de que la ley de Moisés no sea quebrantada, ¿os enojáis conmigo porque en sábado sané a un hombre por completo?
24 No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio. 

¿Es Jesús el Cristo?
 

25
Decían entonces algunos de Jerusalén:
-¿No es éste a quien buscan para matarle?
26 ¡He aquí, habla públicamente, y no le dicen nada! ¿Será que los principales realmente han reconocido que él es el Cristo?
27 Pero éste, sabemos de dónde es; pero cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde sea. 
28 Entonces Jesús alzó la voz en el templo, enseñando y diciendo: -A mí me conocéis y sabéis de dónde soy. Y yo no he venido por mí mismo; más bien, el que me envió, a quien vosotros no conocéis, es verdadero.
29 Yo le conozco, porque de él provengo, y él me envió. 
30 Entonces procuraban prenderle, pero nadie puso su mano sobre él, porque todavía no había llegado su hora.
31 Muchos del pueblo creyeron en él y decían: "Cuando venga el Cristo, ¿hará más señales que las que hizo éste?" 
32 Los fariseos oyeron que la multitud murmuraba estas cosas acerca de él, y los principales sacerdotes y los fariseos enviaron guardias para tomarlo preso.
33 Entonces dijo Jesús:
-Todavía estaré con vosotros un poco de tiempo; luego iré al que me envió.
34 Me buscaréis y no me hallaréis, y a donde yo estaré vosotros no podréis ir. 
35 Entonces los judíos se decían entre sí: -¿A dónde se ha de ir éste, que nosotros no le hallemos? ¿Acaso ha de ir a la dispersión entre los griegos para enseñar a los griegos?
36 ¿Qué significa este dicho que dijo: "Me buscaréis y no me hallaréis, y no podréis ir a donde yo estaré"? 
37 Pero en el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso de pie y alzó la voz diciendo: -Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
38 El que cree en mí, como dice la Escritura, ríos de agua viva correrán de su interior. 
39 Esto dijo acerca del Espíritu que habían de recibir los que creyeran en él, pues todavía no había sido dado el Espíritu, porque Jesús aún no había sido glorificado. 
40 Entonces, cuando algunos de la multitud oyeron estas palabras, decían: "¡Verdaderamente, éste es el profeta!"
41 Otros decían: "Este es el Cristo." Pero otros decían: "¿De Galilea habrá de venir el Cristo?
42 ¿No dice la Escritura que el Cristo vendrá de la descendencia de David y de la aldea de Belén, de donde era David?"
43 Así que había disensión entre la gente por causa de él.
44 Algunos de ellos querían tomarlo preso, pero ninguno le echó mano. 

Las autoridades se oponen a Jesús
 

45
Luego los guardias regresaron a los principales sacerdotes y a los fariseos, y ellos les dijeron:
-¿Por qué no le trajisteis? 
46 Los guardias respondieron: -¡Nunca habló hombre alguno así! 
47 Entonces los fariseos les respondieron: -¿Será posible que vosotros también hayáis sido engañados?
48 ¿Habrá creído en él alguno de los principales o de los fariseos?
49 Pero esta gente que no conoce la ley es maldita. 
50 Nicodemo, el que fue a Jesús al principio y que era uno de ellos, les dijo: 
51 -¿Juzga nuestra ley a un hombre si primero no se le oye y se entiende qué hace? 
52 Le respondieron y dijeron: -¿Eres tú también de Galilea? Escudriña y ve que de Galilea no se levanta ningún profeta. 

La mujer sorprendida en adulterio
 

53
[Y se fue cada uno a su casa. 

CAPITULO 8

1
Pero Jesús se fue al monte de los Olivos,
2 y muy de mañana volvió al templo. Todo el pueblo venía a él, y sentado les enseñaba.
3 Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio,
4 le dijeron:
-Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el mismo acto de adulterio.
5 Ahora bien, en la ley Moisés nos mandó apedrear a las tales. Tú, pues, ¿qué dices? 
6 Esto decían para probarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en la tierra con el dedo.
7 Pero como insistieron en preguntarle, se enderezó y les dijo: 
-El de vosotros que esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. 
8 Al inclinarse hacia abajo otra vez, escribía en tierra.
9 Pero cuando lo oyeron, salían uno por uno, comenzando por los más viejos. Sólo quedaron Jesús y la mujer, que estaba en medio.
10 Entonces Jesús se enderezó y le preguntó:
-Mujer, ¿dónde están? ¿Ninguno te ha condenado? 
11 Y ella dijo: -Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: -Ni yo te condeno. Vete y desde ahora no peques más.] 

Testimonio de Jesús sobre sí mismo
 

12
Jesús les habló otra vez a los fariseos diciendo:
-Yo soy la luz del mundo. El que me sigue nunca andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. 
13 Entonces los fariseos le dijeron: -Tú das testimonio de ti mismo; tu testimonio no es verdadero. 
14 Jesús respondió y les dijo: -Aun si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde vine y a dónde voy. Pero vosotros no sabéis de dónde vengo ni a dónde voy.
15 Vosotros juzgáis según la carne, pero yo no juzgo a nadie.
16 Y aun si yo juzgo, mi juicio es verdadero; porque no soy yo solo, sino yo y el Padre que me envió.
17 En vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero.
18 Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me envió también da testimonio de mí. 
19 Entonces le decían: -¿Dónde está tu Padre? Respondió Jesús: -Ni a mí me conocéis, ni a mi Padre. Si a mí me hubierais conocido, a mi Padre también habríais conocido. 
20 Estas palabras habló Jesús enseñando en el templo en el lugar de las ofrendas; y nadie le prendió, porque todavía no había llegado su hora. 
21 Luego Jesús les dijo otra vez: -Yo me voy, y me buscaréis; pero en vuestro pecado moriréis. A donde yo voy, vosotros no podéis ir. 
22 Entonces los judíos decían: -¿Será posible que se habrá de matar a sí mismo? Pues dice: "A donde yo voy, vosotros no podéis ir." 
23 El les decía: -Vosotros sois de abajo; yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo; yo no soy de este mundo.
24 Por esto os dije que moriréis en vuestros pecados; porque a menos que creáis que yo soy, en vuestros pecados moriréis. 
25 Así que le decían: -Tú, ¿quién eres? Entonces Jesús les dijo: -Lo mismo que os vengo diciendo desde el principio.
26 Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros. Pero el que me envió es verdadero; y yo, lo que he oído de parte de él, esto hablo al mundo. 
27 Pero no entendieron que les hablaba del Padre.
28 Entonces Jesús les dijo:
-Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces entenderéis que yo soy, y que nada hago de mí mismo; sino que estas cosas hablo, así como el Padre me enseñó.
29 Porque el que me envió, conmigo está. El Padre no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a él. 
30 Mientras él decía estas cosas, muchos creyeron en él. 

La verdad os hará libres
 

31
Por tanto, Jesús decía a los judíos que habían creído en él:
-Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos;
32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. 
33 Le respondieron: -Somos descendientes de Abraham y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: "Llegaréis a ser libres"? 
34 Jesús les respondió: -De cierto, de cierto os digo que todo aquel que practica el pecado es esclavo del pecado.
35 El esclavo no permanece en la casa para siempre; el Hijo sí queda para siempre.
36 Así que, si el Hijo os hace libres, seréis verdaderamente libres.
37 Sé que sois descendientes de Abraham; no obstante, procuráis matarme, porque mi palabra no tiene cabida en vosotros.
38 Yo hablo de lo que he visto estando con el Padre, y vosotros hacéis lo que habéis oído de parte de vuestro padre. 

Los verdaderos hijos de Dios
 

39
Respondieron y le dijeron:
-Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: -Puesto que sois hijos de Abraham, haced las obras de Abraham.
40 Pero ahora procuráis matarme, hombre que os he hablado la verdad que oí de parte de Dios. ¡Esto no lo hizo Abraham!
41 Vosotros hacéis las obras de vuestro padre.
Entonces le dijeron: -Nosotros no hemos nacido de fornicación. Tenemos un solo padre, Dios. 
42 Entonces Jesús les dijo: -Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais; porque yo he salido y he venido de Dios. Yo no he venido por mí mismo, sino que él me envió.
43 ¿Por qué no comprendéis lo que digo? Porque no podéis oír mi palabra.
44 Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y queréis satisfacer los deseos de vuestro padre. El era homicida desde el principio y no se basaba en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de lo suyo propio habla, porque es mentiroso y padre de mentira.
45 Pero a mí, porque os digo la verdad, no me creéis.
46 ¿Quién de vosotros me halla culpable de pecado? Y si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis?
47 El que es de Dios escucha las palabras de Dios. Por esta razón vosotros no las escucháis, porque no sois de Dios. 

Cristo y Abraham
 

48 Respondieron los judíos y le dijeron: -¿No decimos bien nosotros que tú eres samaritano y que tienes demonio? 
49 Respondió Jesús: -Yo no tengo demonio. Más bien, honro a mi Padre, pero vosotros me deshonráis.
50 Yo no busco mi gloria; hay quien la busca y juzga.
51 De cierto, de cierto os digo que si alguno guarda mi palabra, nunca verá la muerte para siempre. 
52 Entonces los judíos le dijeron: -¡Ahora sabemos que tienes demonio! Abraham murió, y también los profetas; y tú dices: "Si alguno guarda mi palabra, nunca gustará muerte para siempre."
53 ¿Eres tú acaso mayor que nuestro padre Abraham quien murió, o los profetas quienes también murieron? ¿Quién pretendes ser? 
54 Respondió Jesús: -Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria no es nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: "Es nuestro Dios."
55 Y vosotros no le conocéis. Pero yo sí le conozco. Si digo que no le conozco, seré mentiroso como vosotros. Pero le conozco y guardo su palabra.
56 Abraham, vuestro padre, se regocijó de ver mi día. El lo vio y se gozó. 
57 Entonces le dijeron los judíos: -Aún no tienes ni cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? 
58 Les dijo Jesús: -De cierto, de cierto os digo que antes que Abraham existiera, Yo Soy. 
59 Entonces tomaron piedras para arrojárselas, pero Jesús se ocultó y salió del templo. 

CAPITULO 9
Jesús sana a un ciego de nacimiento
 

1
 Mientras pasaba Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento,
2 y sus discípulos le preguntaron diciendo:
-Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego? 
3 Respondió Jesús: -No es que éste pecó, ni tampoco sus padres. Al contrario, fue para que las obras de Dios se manifestaran en él.
4 Me es preciso hacer las obras del que me envió, mientras dure el día. La noche viene cuando nadie puede trabajar.
5 Mientras yo esté en el mundo, luz soy del mundo. 
6 Dicho esto, escupió en tierra, hizo lodo con la saliva y con el lodo untó los ojos del ciego.
7 Y le dijo:
-Vé, lávate en el estanque de Siloé -que significa enviado-. Por tanto fue, se lavó y regresó viendo.
8 Entonces los vecinos y los que antes le habían visto que era mendigo decían:
-¿No es éste el que se sentaba para mendigar? 
9 Unos decían: -Este es. Y otros: -No. Pero se parece a él. El decía: -Yo soy. 
10 Entonces le decían: -¿Cómo te fueron abiertos los ojos? 
11 El respondió: -El hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos y me dijo: "Vé a Siloé y lávate." Entonces cuando fui y me lavé, recibí la vista. 
12 Y le dijeron: -¿Dónde está él? El dijo: -No sé.

Los fariseos interrogan al sanado
 

13
Llevaron ante los fariseos al que antes era ciego,
14 porque el día en que Jesús hizo lodo y le abrió los ojos era sábado.
15 Entonces, los fariseos le volvieron a preguntar de qué manera había recibido la vista, y les dijo:
-El me puso lodo sobre los ojos; me lavé y veo. 
16 Entonces algunos de los fariseos decían: -Este hombre no es de Dios, porque no guarda el sábado. Pero otros decían: -¿Cómo puede un hombre pecador hacer tales señales? Había una división entre ellos.
17 Entonces volvieron a hablar al ciego:
-Tú, ¿qué dices de él, puesto que te abrió los ojos? Y él dijo: -Que es profeta. 
18 Los judíos, pues, no creían que él había sido ciego y que había recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista,
19 y les preguntaron diciendo:
-¿Es éste vuestro hijo, el que vosotros decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora? 
20 Respondieron sus padres y dijeron: -Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego.
21 Pero cómo ve ahora, no sabemos; o quién le haya abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos. Edad tiene; preguntadle a él, y él hablará por su cuenta. 
22 Sus padres dijeron esto porque tenían miedo de los judíos, porque ya los judíos habían acordado que si alguno confesara que Jesús era el Cristo, fuera expulsado de la sinagoga.
23 Por esta razón dijeron sus padres: "Edad tiene; preguntadle a él."
24 Así que por segunda vez llamaron al hombre que había sido ciego y le dijeron:
-¡Da gloria a Dios! Nosotros sabemos que este hombre es pecador. 
25 Entonces él respondió: -Si es pecador, no lo sé. Una cosa sé: que habiendo sido ciego, ahora veo. 
26 Luego le dijeron: -¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos? 
27 Les contestó: -Ya os dije, y no escuchasteis. ¿Por qué lo queréis oír otra vez? ¿Acaso queréis también vosotros haceros sus discípulos? 
28 Entonces le ultrajaron y dijeron: -¡Tú eres discípulo de él! ¡Pero nosotros somos discípulos de Moisés!
29 Nosotros sabemos que Dios ha hablado por Moisés, pero éste, no sabemos de dónde sea. 
30 Respondió el hombre y les dijo: -¡Pues en esto sí tenemos una cosa maravillosa! Que vosotros no sepáis de dónde es, y a mí me abrió los ojos.
31 Sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguien es temeroso de Dios y hace su voluntad, a ése oye.
32 Desde la eternidad nunca se oyó que alguien abriese los ojos de uno que había nacido ciego.
33 Si éste no procediera de Dios, no podría hacer nada. 
34 Le contestaron diciendo: -Tú naciste sumido en pecado, ¿y tú quieres enseñarnos a nosotros? Y lo echaron fuera. 

El ciego sanado cree en Jesús
 

35
Jesús oyó que lo habían echado fuera; y cuando lo halló, le dijo:
-¿Crees tú en el Hijo del Hombre? 
36 El respondió y dijo: -Señor, ¿quién es, para que yo crea en él? 
37 Jesús le dijo: -Le has visto, y el que habla contigo, él es. 
38 Y dijo: -¡Creo, Señor! Y le adoró. 
39 Y dijo Jesús: -Para juicio yo he venido a este mundo; para que vean los que no ven, y los que ven sean hechos ciegos. 
40 Al oír esto, algunos de los fariseos que estaban con él le dijeron: -¿Acaso somos nosotros también ciegos? 
41 Les dijo Jesús: -Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; pero ahora porque decís: "Vemos", vuestro pecado permanece. 

CAPITULO 10
Jesús: el buen pastor
 

1
"De cierto, de cierto os digo que el que no entra al redil de las ovejas por la puerta, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y asaltante.
2 Pero el que entra por la puerta es el pastor de las ovejas.
3 A él le abre el portero, y las ovejas oyen su voz. A sus ovejas las llama por nombre y las conduce afuera.
4 Y cuando saca fuera a todas las suyas, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz.
5 Pero al extraño jamás seguirán; más bien, huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños." 
6 Jesús les dijo esta figura, pero ellos no entendieron qué era lo que les decía.
7 Entonces Jesús les habló de nuevo: "De cierto, de cierto os digo que yo soy la puerta de las ovejas.
8 Todos los que vinieron antes de mí eran ladrones y asaltantes, pero las ovejas no les oyeron.
9 Yo soy la puerta. Si alguien entra por mí, será salvo; entrará, saldrá y hallará pastos.
10 El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
11 Yo soy el buen pastor; el buen pastor pone su vida por las ovejas.
12 Pero el asalariado, que no es el pastor, y a quien no le pertenecen las ovejas, ve que viene el lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo arrebata y esparce las ovejas.
13 Huye porque es asalariado, y a él no le importan las ovejas.
14 Yo soy el buen pastor y conozco mis ovejas, y las mías me conocen.
15 Como el Padre me conoce, yo también conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. 
16 "También tengo otras ovejas que no son de este redil. A ellas también me es necesario traer, y oirán mi voz. Así habrá un solo rebaño y un solo pastor.
17 Por esto me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar.
18 Nadie me la quita, sino que yo la pongo de mí mismo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre." 
19 Hubo división otra vez entre los judíos a causa de estas palabras,
20 y muchos de ellos decían:
-Demonio tiene y está fuera de sí. ¿Por qué le escucháis? 
21 Otros decían: -Estas palabras no son las de un endemoniado. ¿Podrá un demonio abrir los ojos de los ciegos?

Jesús declara ser Hijo de Dios 

22
Se celebraba entonces la fiesta de la Dedicación en Jerusalén. Era invierno,
23 y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón.
24 Entonces le rodearon los judíos y le dijeron:
-¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente. 
25 Jesús les contestó: -Os lo he dicho, y no creéis. Las obras que yo hago en nombre de mi Padre, éstas dan testimonio de mí.
26 Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas.
27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen.
28 Yo les doy vida eterna, y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano.
29 Mi Padre que me las ha dado, es mayor que todos; y nadie las puede arrebatar de las manos del Padre.
30 Yo y el Padre una cosa somos. 

Los judíos rechazan a Jesús
 

31
Los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle.
32 Jesús les respondió:
-Muchas buenas obras os he mostrado de parte del Padre. ¿Por cuál de estas obras me apedreáis? 
33 Los judíos le respondieron: -No te apedreamos por obra buena, sino por blasfemia y porque tú, siendo hombre, te haces Dios. 
34 Jesús les respondió: -¿No está escrito en vuestra ley, "Yo dije: Sois dioses"?
35 Si dijo "dioses" a aquellos a quienes fue dirigida la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser anulada),
36 ¿decís vosotros: "Tú blasfemas" a quien el Padre santificó y envió al mundo, porque dije: "Soy Hijo de Dios"?
37 Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis.
38 Pero si las hago, aunque a mí no me creáis, creed a las obras; para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre. 
39 Procuraban otra vez tomarle preso, pero él se salió de las manos de ellos.
40 Y volvió al otro lado del Jordán al lugar donde al principio Juan había estado bautizando, y se quedó allí.
41 Y muchos fueron a él y decían: "Juan, a la verdad, ninguna señal hizo; pero todo lo que Juan dijo de éste era verdad." 
42 Y muchos creyeron en él allí. 

CAPITULO 11
La muerte de Lázaro
 

1 Estaba entonces enfermo un hombre llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de su hermana Marta.
2 María era la que ungió al Señor con perfume y secó sus pies con sus cabellos. Y Lázaro, que estaba enfermo, era su hermano.
3 Entonces sus hermanas enviaron para decir a Jesús: "Señor, he aquí el que amas está enfermo."
4 Al oírlo, Jesús dijo: 
-Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios; para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella. 
5 Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro.
6 Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó aún dos días más en el lugar donde estaba;
7 y luego, después de esto, dijo a sus discípulos:
-Vamos a Judea otra vez. 
8 Le dijeron sus discípulos: -Rabí, hace poco los judíos procuraban apedrearte, ¿y otra vez vas allá? 
9 Respondió Jesús: -¿No tiene el día doce horas? Si uno camina de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo.
10 Pero si uno camina de noche, tropieza porque no hay luz en él. 
11 Habiendo dicho estas cosas después les dijo: -Nuestro amigo Lázaro duerme, pero voy para despertarlo. 
12 Entonces dijeron sus discípulos: -Señor, si duerme, se sanará. 
13 Sin embargo, Jesús había dicho esto de la muerte de Lázaro, pero ellos pensaron que hablaba del reposo del sueño.
14 Así que, luego Jesús les dijo claramente:
-Lázaro ha muerto;
15 y a causa de vosotros me alegro de que yo no haya estado allá, para que creáis. Pero vayamos a él. 
16 Entonces Tomás, que se llamaba Dídimo, dijo a sus condiscípulos: -Vamos también nosotros, para que muramos con él. 

Jesús: la resurrección y la vida
 

17
Cuando llegó Jesús, halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro.
18 Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios,
19 y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María para consolarlas por su hermano.
20 Entonces cuando oyó que Jesús venía, Marta salió a encontrarle, pero María se quedó sentada en casa. 
21 Marta dijo a Jesús: -Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.
22 Pero ahora también sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará. 
23 Jesús le dijo: -Tu hermano resucitará. 
24 Marta le dijo: -Yo sé que resucitará en la resurrección en el día final. 
25 Jesús le dijo: -Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá.
26 Y todo aquel que vive y cree en mí no morirá para siempre. ¿Crees esto? 
27 Le dijo: -Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que había de venir al mundo. 
28 Y cuando hubo dicho esto, fue y llamó en secreto a su hermana María, diciendo: -El Maestro está aquí y te llama. 
29 Ella, cuando lo oyó, se levantó de prisa y fue a donde él estaba;
30 pues Jesús todavía no había llegado a la aldea, sino que estaba en el lugar donde Marta le había encontrado.
31 Entonces, los judíos que estaban en la casa con ella y la consolaban, cuando vieron que María se levantó de prisa y salió, la siguieron, porque pensaban que iba al sepulcro a llorar allí. 
32 Luego, cuando María llegó al lugar donde estaba Jesús y le vio, se postró a sus pies diciéndole: -Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. 
33 Entonces Jesús, al verla llorando y al ver a los judíos que habían venido junto con ella también llorando, se conmovió en espíritu y se turbó.
34 Y dijo:
-¿Dónde le habéis puesto? Le dijeron: -Señor, ven y ve. 
35 Jesús lloró.
36 Entonces dijeron los judíos:
-Mirad cómo le amaba. 
37 Pero algunos de ellos dijeron: -¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego, hacer también que Lázaro no muriese?

Lázaro es resucitado
 

38
Jesús, conmovido otra vez dentro de sí, fue al sepulcro. Era una cueva y tenía puesta una piedra contra la entrada.
39 Jesús dijo:
-Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: -Señor, hiede ya, porque tiene cuatro días. 
40 Jesús le dijo: -¿No te dije que si crees verás la gloria de Dios? 
41 Luego quitaron la piedra, y Jesús alzó los ojos arriba y dijo: -Padre, te doy gracias porque me oíste.
42 Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la gente que está alrededor, para que crean que tú me has enviado. 
43 Habiendo dicho esto, llamó a gran voz: -¡Lázaro, ven fuera! 
44 Y el que había estado muerto salió, atados los pies y las manos con vendas y su cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: -Desatadle y dejadle ir. 

Acuerdo para matar a Jesús
 

45
Muchos de los judíos que habían venido a María y habían visto lo que había hecho Jesús, creyeron en él.
46 Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les dijeron lo que Jesús había hecho. 
47 Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron al Sanedrín y decían: -¿Qué hacemos? Pues este hombre hace muchas señales.
48 Si le dejamos seguir así, todos creerán en él; y vendrán los romanos y destruirán nuestro lugar y nuestra nación. 
49 Entonces uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote en aquel año, les dijo: -Vosotros no sabéis nada;
50 ni consideráis que os conviene que un solo hombre muera por el pueblo, y no que perezca toda la nación. 
51 Pero esto no lo dijo de sí mismo; sino que, como era el sumo sacerdote de aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación;
52 y no solamente por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban esparcidos.
53 Así que, desde aquel día resolvieron matarle.
54 Por lo tanto, Jesús ya no andaba abiertamente entre los judíos, sino que se fue de allí a la región que está junto al desierto, a una ciudad que se llama Efraín; y estaba allí con sus discípulos. 
55 Ya estaba próxima la Pascua de los judíos, y muchos subieron de esa región a Jerusalén antes de la Pascua para purificarse.
56 Buscaban a Jesús y se decían unos a otros, estando en el templo:
-¿Qué os parece? ¿Que tal vez ni venga a la fiesta? 
57 Los principales sacerdotes y los fariseos habían dado órdenes de que si alguno supiese dónde estaba, lo informara para que le tomaran preso. 

 
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