Hechos 8-14

CAPITULO 8 

1 Y Saulo consentía en su muerte.

Saulo persigue a la iglesia 

En aquel día se desató una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén, y todos fueron esparcidos por las regiones de Judea y de Samaria, con excepción de los apóstoles. 
2 Unos hombres piadosos sepultaron a Esteban, e hicieron gran lamentación por él.
3 Entonces Saulo asolaba a la iglesia. Entrando de casa en casa, arrastraba tanto a hombres como a mujeres y los entregaba a la cárcel.

Felipe en Samaria 

4
Entonces, los que fueron esparcidos anduvieron anunciando la palabra.
5 Y Felipe descendió a la ciudad de Samaria y les predicaba a Cristo.
6 Cuando la gente oía y veía las señales que hacía, escuchaba atentamente y de común acuerdo lo que Felipe decía.
7 Porque de muchas personas salían espíritus inmundos, dando grandes gritos, y muchos paralíticos y cojos eran sanados;
8 de modo que había gran regocijo en aquella ciudad.

Pedro y Simón el mago 

9
Hacía tiempo había en la ciudad cierto hombre llamado Simón, que practicaba la magia y engañaba a la gente de Samaria, diciendo ser alguien grande.
10 Todos estaban atentos a él, desde el más pequeño hasta el más grande, diciendo: "¡Este sí que es el Poder de Dios, llamado Grande!"
11 Le prestaban atención, porque con sus artes mágicas les había asombrado por mucho tiempo.
12 Pero cuando creyeron a Felipe mientras anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres.
13 Aun Simón mismo creyó, y una vez bautizado él acompañaba a Felipe; y viendo las señales y grandes maravillas que se hacían, estaba atónito. 
14 Los apóstoles que estaban en Jerusalén, al oír que Samaria había recibido la palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan,
15 los cuales descendieron y oraron por los samaritanos para que recibieran el Espíritu Santo.
16 Porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos el Espíritu Santo; solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús.
17 Entonces les impusieron las manos, y recibieron el Espíritu Santo. 
18 Cuando Simón vio que por medio de la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero,
19 diciendo:
-Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo imponga las manos reciba el Espíritu Santo. 
20 Entonces Pedro le dijo: -¡Tu dinero perezca contigo, porque has pensado obtener por dinero el don de Dios!
21 Tú no tienes parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios.
22 Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad y ruega a Dios, si quizás te sea perdonado el pensamiento de tu corazón;
23 porque veo que estás destinado a hiel de amargura y a cadenas de maldad. 
24 Entonces respondiendo Simón dijo: -Rogad vosotros por mí ante el Señor, para que ninguna cosa de las que habéis dicho venga sobre mí. 
25 Ellos, después de haber testificado y hablado la palabra de Dios, regresaron a Jerusalén y anunciaban el evangelio en muchos pueblos de los samaritanos.

Felipe evangeliza al etíope 

26
Un ángel del Señor habló a Felipe diciendo: "Levántate y vé hacia el sur por el camino que desciende de Jerusalén a Gaza, el cual es desierto."
27 El se levantó y fue. Y he aquí un eunuco etíope, un alto funcionario de Candace, la reina de Etiopía, quien estaba a cargo de todos sus tesoros y que había venido a Jerusalén para adorar,
28 regresaba sentado en su carro leyendo el profeta Isaías.
29 El Espíritu dijo a Felipe: "Acércate y júntate a ese carro."
30 Y Felipe corriendo le alcanzó y le oyó que leía el profeta Isaías. Entonces le dijo:
-¿Acaso entiendes lo que lees? 
31 Y él le dijo: -¿Pues cómo podré yo, a menos que alguien me guíe? Y rogó a Felipe que subiese y se sentase junto a él.
32 La porción de las Escrituras que leía era ésta:
Como oveja, al matadero fue llevado, y como cordero mudo delante del que lo trasquila, así no abrió su boca. 
33 En su humillación, se le negó justicia; pero su generación, ¿quién la contará? 
Porque su vida es quitada de la tierra. 
34 Respondió el eunuco a Felipe y dijo: -Te ruego, ¿de quién dice esto el profeta? ¿Lo dice de sí mismo o de algún otro? 
35 Entonces Felipe abrió su boca, y comenzando desde esta Escritura, le anunció el evangelio de Jesús.
36 Mientras iban por el camino, llegaron a donde había agua, y el eunuco dijo:
-He aquí hay agua. ¿Qué impide que yo sea bautizado? 
37 , 38 Y mandó parar el carro. Felipe y el eunuco descendieron ambos al agua, y él le bautizó.
39 Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe. Y el eunuco no le vio más, pues seguía su camino gozoso. 
40 Pero Felipe se encontró en Azoto, y pasando por allí, anunciaba el evangelio en todas las ciudades, hasta que llegó a Cesarea. 

CAPITULO 9
La conversión de Saulo 

1 Entonces Saulo, respirando aún amenazas y homicidio contra los discípulos del Señor, se presentó al sumo sacerdote
2 y le pidió cartas para las sinagogas en Damasco, con el fin de llevar preso a Jerusalén a cualquiera que hallase del Camino, fuera hombre o mujer. 
3 Mientras iba de viaje, llegando cerca de Damasco, aconteció de repente que le rodeó un resplandor de luz desde el cielo.
4 El cayó en tierra y oyó una voz que le decía:
-Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? 
5 Y él dijo: -¿Quién eres, Señor? Y él respondió: -Yo soy Jesús, a quien tú persigues.
6 Pero levántate, entra en la ciudad, y se te dirá lo que te es preciso hacer. 
7 Los hombres que iban con Saulo habían quedado de pie, enmudecidos. A la verdad, oían la voz, pero no veían a nadie.
8 Entonces Saulo fue levantado del suelo, y aun con los ojos abiertos no veía nada. Así que, guiándole de la mano, le condujeron a Damasco.
9 Por tres días estuvo sin ver, y no comió ni bebió. 
10 Había cierto discípulo en Damasco llamado Ananías, y el Señor le dijo en visión: -Ananías. El respondió: -Heme aquí, Señor. 
11 El Señor le dijo: -Levántate, vé a la calle que se llama La Derecha y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo de Tarso; porque he aquí él está orando,
12 y en una visión ha visto a un hombre llamado Ananías que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista. 
13 Entonces Ananías respondió: -Señor, he oído a muchos hablar acerca de este hombre, y de cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén.
14 Aun aquí tiene autoridad de parte de los principales sacerdotes para tomar presos a todos los que invocan tu nombre. 
15 Y le dijo el Señor: -Vé, porque este hombre me es un instrumento escogido para llevar mi nombre ante los gentiles, los reyes y los hijos de Israel.
16 Porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre. 
17 Entonces Ananías fue y entró en la casa; le puso las manos encima y dijo: -Saulo, hermano, el Señor Jesús, que te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recuperes la vista y seas lleno del Espíritu Santo. 
18 De inmediato le cayó de los ojos algo como escamas, y volvió a ver. Se levantó y fue bautizado;
19 y habiendo comido, recuperó las fuerzas.

Saulo predica en Damasco 

Saulo estuvo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco.
20 Y en seguida predicaba a Jesús en las sinagogas, diciendo:
-Este es el Hijo de Dios. 
21 Todos los que le oían estaban atónitos y decían: -¿No es éste el que asolaba en Jerusalén a los que invocaban este nombre? ¿Y no ha venido acá para eso mismo, para llevarles presos ante los principales sacerdotes? 
22 Pero Saulo se fortalecía aun más y confundía a los judíos que habitaban en Damasco, demostrando que Jesús era el Cristo. 
23 Pasados muchos días, los judíos consultaron entre sí para matarle;
24 pero sus asechanzas fueron conocidas por Saulo. Y guardaban aun las puertas de la ciudad de día y de noche para matarle.
25 Entonces sus discípulos tomaron a Saulo de noche y le bajaron por el muro en una canasta.

Saulo y los hermanos en Jerusalén 

26
Cuando fue a Jerusalén, intentaba juntarse con los discípulos; y todos le tenían miedo, porque no creían que fuera discípulo.
27 Pero Bernabé le recibió y le llevó a los apóstoles. Les contó cómo había visto al Señor en el camino, y que había hablado con él, y cómo en Damasco había predicado con valentía en el nombre de Jesús.
28 Así entraba y salía con ellos en Jerusalén,
29 predicando con valentía en el nombre del Señor. Hablaba y discutía con los helenistas, pero ellos procuraban matarle.
30 Luego, cuando los hermanos lo supieron, le acompañaron hasta Cesarea y le enviaron a Tarso. 
31 Entonces por toda Judea, Galilea y Samaria la iglesia tenía paz. Iba edificándose y vivía en el temor del Señor, y con el consuelo del Espíritu Santo se multiplicaba.

Pedro sana a Eneas 

32
Aconteció que mientras Pedro recorría por todas partes, fue también a visitar a los santos que habitaban en Lida.
33 Allí encontró a cierto hombre llamado Eneas, que estaba postrado en cama desde hacía ocho años, pues era paralítico. 
34 Pedro le dijo: "Eneas, ¡Jesucristo te sana! Levántate y arregla tu cama." De inmediato se levantó,
35 y le vieron todos los que habitaban en Lida y en Sarón, los cuales se convirtieron al Señor.

Pedro resucita a Dorcas 

36
Entonces había en Jope cierta discípula llamada Tabita, que traducido es Dorcas. Ella estaba llena de buenas obras y de actos de misericordia que hacía.
37 Aconteció en aquellos días que ella se enfermó y murió. Después de lavarla, la pusieron en una sala del piso superior.
38 Como Lida estaba cerca de Jope, los discípulos, al oír que Pedro estaba allí, le enviaron dos hombres para que le rogaran: "No tardes en venir hasta nosotros." 
39 Entonces Pedro se levantó y fue con ellos. Cuando llegó, le llevaron a la sala y le rodearon todas las viudas, llorando y mostrándole las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba con ellas.
40 Después de sacar fuera a todos, Pedro se puso de rodillas y oró; y vuelto hacia el cuerpo, dijo: "¡Tabita, levántate!" Ella abrió los ojos, y al ver a Pedro se sentó.
41 El le dio la mano y la levantó. Entonces llamó a los santos y a las viudas, y la presentó viva. 
42 Esto fue conocido en todo Jope, y muchos creyeron en el Señor.
43 Pedro se quedó muchos días en Jope, en casa de un tal Simón, curtidor. 

CAPITULO 10
Visión de Cornelio en Cesarea 

1 Había en Cesarea cierto hombre llamado Cornelio, que era centurión de la compañía llamada la Italiana.
2 Era piadoso y temeroso de Dios, junto con toda su casa. Hacía muchas obras de misericordia para el pueblo y oraba a Dios constantemente.
3 Como a la hora novena del día, él vio claramente en visión a un ángel de Dios que entró hacia él y le dijo:
-Cornelio. 
4 Con los ojos puestos en el ángel y espantado, él dijo: -¿Qué hay, Señor? Y le dijo: -Tus oraciones y tus obras de misericordia han subido como memorial ante la presencia de Dios.
5 Ahora, pues, envía hombres a Jope y haz venir a cierto Simón, que tiene por sobrenombre Pedro.
6 Este se hospeda con un tal Simón, curtidor, quien tiene su casa junto al mar. 
7 En cuanto se fue el ángel que hablaba con él, Cornelio llamó a dos de sus criados y a un soldado piadoso de entre sus asistentes,
8 y después de haberles contado todo esto, los envió a Jope. 

La visión de Pedro en Jope 

9
Al día siguiente, mientras ellos iban viajando por el camino y llegaban cerca de la ciudad, Pedro subió a la azotea para orar, como a la sexta hora.
10 Sintió mucha hambre y deseaba comer; pero mientras preparaban la comida, le sobrevino un éxtasis.
11 Vio el cielo abierto y un objeto que descendía como un gran lienzo, bajado por sus cuatro extremos a la tierra.
12 En el lienzo había toda clase de cuadrúpedos y reptiles de la tierra y aves del cielo.
13 Y le vino una voz:
-Levántate, Pedro; mata y come. 
14 Entonces Pedro dijo: -¡De ninguna manera, Señor! Porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás. 
15 La voz volvió a él por segunda vez: -Lo que Dios ha purificado, no lo tengas tú por común. 
16 Esto ocurrió tres veces, y de repente el objeto fue elevado al cielo.

Pedro y los enviados de Cornelio 

17
Mientras Pedro estaba perplejo dentro de sí acerca de lo que pudiera ser la visión que había visto, he aquí los hombres enviados por Cornelio, habiendo preguntado por la casa de Simón, llegaron a la puerta.
18 Entonces llamaron y preguntaron si un Simón que tenía por sobrenombre Pedro se hospedaba allí.
19 Como Pedro seguía meditando en la visión, el Espíritu le dijo: "He aquí, tres hombres te buscan.
20 Levántate, pues, y baja. No dudes de ir con ellos, porque yo los he enviado." 
21 Entonces Pedro bajó para recibir a los hombres y dijo: -Heme aquí. Yo soy el que buscáis. ¿Cuál es la causa por la que habéis venido? 
22 Ellos dijeron: -Cornelio, un centurión, hombre justo y temeroso de Dios, como bien lo testifica toda la nación de los judíos, ha recibido instrucciones en una revelación por medio de un santo ángel, para hacerte venir a su casa y oír tus palabras. 
23 Entonces les hizo entrar y los alojó. Al día siguiente, se levantó y fue con ellos. También le acompañaron algunos de los hermanos de Jope.

Pedro predica en casa de Cornelio 

24
Al día siguiente, entraron en Cesarea. Cornelio los estaba esperando, habiendo invitado a sus parientes y a sus amigos más íntimos.
25 Cuando Pedro iba a entrar, Cornelio salió para recibirle, se postró a sus pies y le adoró.
26 Pero Pedro le levantó diciendo:
-¡Levántate! Yo mismo también soy hombre. 
27 Mientras hablaba con él, entró y halló que muchos se habían reunido.
28 Y les dijo:
-Vosotros sabéis cuán indebido le es a un hombre judío juntarse o acercarse a un extranjero, pero Dios me ha mostrado que a ningún hombre llame común o inmundo.
29 Por esto, al ser llamado, vine sin poner objeciones. Así que pregunto: ¿Por qué razón mandasteis por mí?
30 Entonces dijo Cornelio: -Hace cuatro días como a esta hora, la hora novena, yo estaba orando en mi casa. Y he aquí, un hombre en vestiduras resplandecientes se puso de pie delante de mí
31 y dijo: "Cornelio, tu oración ha sido atendida, y tus obras de misericordia han sido recordadas ante la presencia de Dios.
32 Envía, por tanto, a Jope y haz venir a Simón, que tiene por sobrenombre Pedro. El está alojado en casa de Simón el curtidor, junto al mar."
33 Así que, inmediatamente envié a ti; y tú has hecho bien en venir. Ahora, pues, todos nosotros estamos aquí en la presencia de Dios, para oír todo lo que el Señor te ha mandado. 
34 Entonces Pedro, abriendo su boca, dijo: -De veras, me doy cuenta de que Dios no hace distinción de personas,
35 sino que en toda nación le es acepto el que le teme y obra justicia.
36 Dios ha enviado un mensaje a los hijos de Israel, anunciando las buenas nuevas de la paz por medio de Jesucristo. El es el Señor de todos.
37 Vosotros sabéis el mensaje que ha sido divulgado por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que predicó Juan.
38 Me refiero a Jesús de Nazaret, y a cómo Dios le ungió con el Espíritu Santo y con poder. El anduvo haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.
39 Y nosotros somos testigos de todas las cosas que él hizo, tanto en la región de Judea como en Jerusalén. A él le mataron colgándole sobre un madero,
40 pero Dios le levantó al tercer día e hizo que apareciera,
41 no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había escogido de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con él después que resucitó de entre los muertos.
42 El nos ha mandado a predicar al pueblo y a testificar que él es el que Dios ha puesto como Juez de los vivos y de los muertos.
43 Todos los profetas dan testimonio de él, y de que todo aquel que cree en él recibirá perdón de pecados por su nombre. 
44 Mientras Pedro todavía hablaba estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían la palabra.
45 Y los creyentes de la circuncisión que habían venido con Pedro quedaron asombrados, porque el don del Espíritu Santo fue derramado también sobre los gentiles;
46 pues les oían hablar en lenguas y glorificar a Dios.
47 Entonces Pedro respondió:
-¿Acaso puede alguno negar el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo, igual que nosotros? 
48 Y les mandó que fueran bautizados en el nombre de Jesucristo. Entonces le rogaron que se quedara por algunos días. 

CAPITULO 11
Pedro relata la conversión de Cornelio 

1 Los apóstoles y los hermanos que estaban en Judea oyeron que también los gentiles habían recibido la palabra de Dios.
2 Y cuando Pedro subió a Jerusalén, contendían contra él los que eran de la circuncisión,
3 diciendo:
-¡Entraste en casa de hombres incircuncisos y comiste con ellos! 
4 Entonces Pedro comenzó a contarles en orden, diciendo: 
5 -Yo estaba orando en la ciudad de Jope, y vi en éxtasis una visión: un objeto que descendía como un gran lienzo, bajado del cielo por sus cuatro extremos, y llegó a donde yo estaba.
6 Cuando fijé la vista en él, observé y vi cuadrúpedos de la tierra, fieras y reptiles, y aves del cielo.
7 Luego oí también una voz que me decía: "Levántate, Pedro; mata y come."
8 Pero yo dije: "¡De ninguna manera, Señor! Porque jamás ha entrado en mi boca ninguna cosa común o inmunda."
9 Entonces respondió la voz del cielo por segunda vez: "Lo que Dios ha purificado no lo tengas tú por común."
10 Esto ocurrió tres veces, y todo volvió a ser retirado al cielo.
11 Y he aquí llegaron en seguida tres hombres a la casa donde estábamos, enviados a mí desde Cesarea;
12 y el Espíritu me dijo que fuese con ellos sin dudar. Fueron también conmigo estos seis hermanos, y entramos en casa del hombre.
13 El nos contó cómo había visto en su casa un ángel que se puso de pie y le dijo: "Envía a Jope y haz venir a Simón, que tiene por sobrenombre Pedro.
14 El te hablará palabras por las cuales serás salvo tú, y toda tu casa."
15 Cuando comencé a hablar, el Espíritu Santo cayó sobre ellos también, como sobre nosotros al principio.
16 Entonces me acordé del dicho del Señor, cuando decía: "Juan ciertamente bautizó en agua, pero vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo."
17 Así que, si Dios les dio el mismo don también a ellos, como a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para poder resistir a Dios? 
18 Al oír estas cosas, se calmaron y glorificaron a Dios diciendo: -¡Así que también a los gentiles Dios ha dado arrepentimiento para vida!

La iglesia en Antioquía de Siria 

19
Entre tanto, los que habían sido esparcidos a causa de la tribulación que sobrevino en tiempos de Esteban fueron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, sin comunicar la palabra a nadie, excepto sólo a los judíos.
20 Pero entre ellos había unos hombres de Chipre y de Cirene, quienes entraron en Antioquía y hablaron a los griegos anunciándoles las buenas nuevas de que Jesús es el Señor.
21 La mano del Señor estaba con ellos, y un gran número que creyó se convirtió al Señor. 
22 Llegaron noticias de estas cosas a oídos de la iglesia que estaba en Jerusalén, y enviaron a Bernabé para que fuese hasta Antioquía.
23 Cuando él llegó y vio la gracia de Dios, se regocijó y exhortó a todos a que con corazón firme permaneciesen en el Señor;
24 porque Bernabé era hombre bueno y estaba lleno del Espíritu Santo y de fe. Y mucha gente fue agregada al Señor. 
25 Después partió Bernabé a Tarso para buscar a Saulo, y cuando le encontró, le llevó a Antioquía.
26 Y sucedió que se reunieron todo un año con la iglesia y enseñaron a mucha gente.
Y los discípulos fueron llamados cristianos por primera vez en Antioquía. 
27 En aquellos días descendieron unos profetas de Jerusalén a Antioquía.
28 Y se levantó uno de ellos, que se llamaba Agabo, y dio a entender por el Espíritu que iba a ocurrir una gran hambre en toda la tierra habitada. (Esto sucedió en tiempos de Claudio.) 
29 Entonces los discípulos, cada uno conforme a lo que tenía, determinaron enviar una ofrenda para ministrar a los hermanos que habitaban en Judea.
30 Y lo hicieron, enviándolo a los ancianos por mano de Bernabé y de Saulo. 

CAPITULO 12
Jacobo ejecutado, Pedro encarcelado
 

1 Entonces, por aquel tiempo, el rey Herodes echó mano de algunos de la iglesia para maltratarlos.
2 Y a Jacobo, el hermano de Juan, lo hizo matar a espada. 
3 Al ver que esto había agradado a los judíos, procedió a prender también a Pedro. Eran entonces los días de los panes sin levadura.
4 Cuando le tomó preso, le puso en la cárcel, entregándole a la custodia de cuatro escuadras de cuatro soldados cada una, con la intención de sacarle al pueblo después de la Pascua.
5 Así que Pedro estaba bajo guardia en la cárcel, pero la iglesia sin cesar hacía oración a Dios por él.

Pedro es librado de la cárcel 

6
Cuando Herodes iba a sacarlo, aquella misma noche Pedro estaba durmiendo entre dos soldados, atado con dos cadenas, y los guardias delante de la puerta vigilaban la cárcel.
7 Y he aquí se presentó un ángel del Señor, y una luz resplandeció en la celda. Despertó a Pedro dándole un golpe en el costado y le dijo:
-¡Levántate pronto! Y las cadenas se le cayeron de las manos.
8 Entonces le dijo el ángel:
-Cíñete y ata tus sandalias. Y así lo hizo. Luego le dijo: -Envuélvete en tu manto y sígueme. 
9 Y habiendo salido, le seguía y no comprendía que lo que hacía el ángel era realidad. Más bien, le parecía que veía una visión.
10 Cuando habían pasado la primera y la segunda guardia, llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad, la cual se les abrió por sí misma. Cuando habían salido, avanzaron por una calle, y de repente el ángel se apartó de él.
11 Entonces Pedro, al volver en sí, dijo: "Ahora entiendo realmente que el Señor ha enviado su ángel y me ha librado de la mano de Herodes y de toda la expectación del pueblo judío." 
12 Cuando se dio cuenta de esto, fue a la casa de María, la madre de Juan que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban congregados y orando.
13 Cuando Pedro tocó a la puerta de la entrada, una muchacha llamada Rode salió para responder.
14 Cuando ella reconoció la voz de Pedro, de puro gozo no abrió la puerta, sino que corrió adentro y anunció que Pedro estaba ante la puerta.
15 Ellos le dijeron:
-¡Estás loca! Pero ella insistía en que así era. Entonces ellos decían: -¡Es su ángel! 
16 Mientras tanto, Pedro persistía en tocar; y cuando abrieron, le vieron y se asombraron.
17 Con la mano Pedro les hizo señal de guardar silencio y les contó cómo el Señor le había sacado de la cárcel. Luego dijo:
-Haced saber esto a Jacobo y a los hermanos. Y saliendo se fue a otro lugar. 
18 Cuando se hizo de día, hubo un alboroto no pequeño entre los soldados sobre qué habría pasado con Pedro.
19 Pero Herodes, como le buscó y no le halló, después de interrogar a los guardias, les mandó ejecutar. Después descendió de Judea a Cesarea y se quedó allí.

La muerte de Herodes Agripa I 

20
Herodes estaba furioso con los de Tiro y de Sidón. Pero ellos se presentaron a él de común acuerdo; y habiendo persuadido a Blasto, el camarero mayor del rey, pedían la paz, porque su región era abastecida por la del rey. 
21 En un día señalado, Herodes, vestido de sus vestiduras reales, se sentó en el tribunal y les arengaba.
22 Y el pueblo aclamaba diciendo: "¡Voz de un dios, y no de un hombre!" 
23 De repente le hirió un ángel del Señor, por cuanto no dio la gloria a Dios. Y murió comido de gusanos. 
24 Pero la palabra de Dios crecía y se multiplicaba.
25 Bernabé y Saulo volvieron de Jerusalén, una vez cumplido su encargo, tomando también consigo a Juan que tenía por sobrenombre Marcos.

CAPITULO 13
Bernabé y Saulo para la obra misionera 

1 Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, unos profetas y maestros: Bernabé, Simón llamado Níger, Lucio de Cirene, Manaén, que había sido criado con el tetrarca Herodes, y Saulo.
2 Mientras ellos ministraban al Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: "Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado."
3 Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron.

Bernabé y Saulo en Chipre 

4
Por lo tanto, siendo enviados por el Espíritu Santo, ellos descendieron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre.
5 Después de llegar a Salamina, anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos. También tenían a Juan como ayudante. 
6 Habiendo atravesado toda la isla hasta Pafos, hallaron a un mago, falso profeta judío, llamado Barjesús.
7 El estaba con el procónsul Sergio Paulo, un hombre prudente. Este, mandando llamar a Bernabé y a Saulo, deseaba oír la palabra de Dios.
8 Pero el mago Elimas (pues así se traduce su nombre) les resistía, intentando apartar al procónsul de la fe. 
9 Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijó los ojos en él
10 y dijo:
-¡Oh tú, lleno de todo engaño y de toda malicia, hijo del diablo, enemigo de toda justicia! ¿No cesarás de pervertir los caminos rectos del Señor?
11 Y ahora, ¡he aquí la mano del Señor está contra ti! Quedarás ciego por un tiempo sin ver el sol.
De repente cayeron sobre él niebla y tinieblas, y andando a tientas, buscaba quien le condujese de la mano.
12 Entonces, al ver lo que había sucedido, el procónsul creyó, maravillado de la doctrina del Señor.

Pablo en Antioquía de Pisidia 

13
Habiendo zarpado de Pafos, Pablo y sus compañeros arribaron a Perge de Panfilia; pero Juan se separó de ellos y se volvió a Jerusalén.
14 Pasando de Perge, ellos llegaron a Antioquía de Pisidia. Y en el día sábado, habiendo entrado en la sinagoga, se sentaron. 
15 Después de la lectura de la Ley y de los Profetas, los principales de la sinagoga mandaron a decirles: -Hermanos, si tenéis alguna palabra de exhortación para el pueblo, hablad. 
16 Entonces Pablo se levantó, y haciendo una señal con la mano, dijo: -Hombres de Israel y los que teméis a Dios, oíd.
17 El Dios de este pueblo de Israel escogió a nuestros padres. Enalteció al pueblo, siendo ellos extranjeros en la tierra de Egipto, y con brazo levantado los sacó de allí.
18 Por un tiempo como de cuarenta años los soportó en el desierto.
19 Luego destruyó siete naciones en la tierra de Canaán, y les hizo heredar la tierra de ellas; 
20 como unos 450 años.
»Después de eso, les dio jueces hasta el profeta Samuel.
21 Y a partir de entonces pidieron rey, y Dios les dio por cuarenta años a Saúl hijo de Quis, hombre de la tribu de Benjamín. 
22 »Después de quitarlo, les levantó por rey a David, de quien dio testimonio diciendo: "He hallado a David hijo de Isaí, hombre conforme a mi corazón, quien hará toda mi voluntad."
23 De la descendencia de David, conforme a la promesa, Dios trajo para Israel un Salvador, Jesús.
24 Antes de presenciar su venida, Juan predicó el bautismo de arrepentimiento a todo el pueblo de Israel.
25 Entonces, cuando Juan terminaba su carrera, decía: "¿Quién pensáis que yo soy? Yo no lo soy. Más bien, he aquí viene tras mí uno de quien yo no soy digno de desatar el calzado de sus pies." 
26 »Hermanos, hijos del linaje de Abraham, y los que entre vosotros temen a Dios: A nosotros nos ha sido enviado el mensaje de esta salvación.
27 Porque los habitantes de Jerusalén y sus gobernantes, por no reconocer a Jesús ni hacer caso a las palabras de los profetas que se leen todos los sábados, las cumplieron al condenarlo.
28 Sin hallar en él ninguna causa digna de muerte, pidieron a Pilato que le matase.
29 Y como habían cumplido todas las cosas escritas acerca de él, lo bajaron del madero y lo pusieron en el sepulcro.
30 Pero Dios le levantó de entre los muertos.
31 Y él apareció por muchos días a los que habían subido con él de Galilea a Jerusalén, los cuales ahora son sus testigos ante el pueblo. 
32 »Nosotros también os anunciamos las buenas nuevas de que la promesa que fue hecha a los padres,
33 ésta la ha cumplido Dios para nosotros sus hijos, cuando resucitó a Jesús; como también está escrito en el Salmo segundo:
Mi hijo eres tú; yo te he engendrado hoy. 
34 »Y acerca de que le levantó de los muertos para no volver más a la corrupción, ha dicho así: Os daré las santas y fieles bendiciones prometidas a David.
35 Por eso dice también en otro lugar: No permitirás que tu Santo vea corrupción.
36 Porque, después de haber servido en su propia generación a la voluntad de Dios, David murió, fue reunido con sus padres y vio corrupción.
37 En cambio, aquel a quien Dios levantó no vio corrupción. 
38 »Por lo tanto, hermanos, sea conocido de vosotros que por medio de él se os anuncia el perdón de pecados.
39 Y de todo lo que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en él es justificado todo aquel que cree.
40 Mirad, pues, que no sobrevenga lo que está dicho en los Profetas: 
41 Mirad, burladores, asombraos y pereced. Porque yo hago una gran obra en vuestros días: una obra que jamás la creeréis, aunque alguien os la cuente. 
42 Cuando ellos salían, les rogaron que el sábado siguiente les hablasen de estos temas.
43 Entonces una vez despedida la congregación, muchos de los judíos y de los prosélitos piadosos siguieron a Pablo y a Bernabé, quienes les hablaban y les persuadían a perseverar fieles en la gracia de Dios. 
44 El sábado siguiente se reunió casi toda la ciudad para oír la palabra de Dios.
45 Y cuando los judíos vieron las multitudes, se llenaron de celos, y blasfemando contradecían lo que Pablo decía.
46 Entonces Pablo y Bernabé, hablando con valentía, dijeron:
-Era necesario que se os hablase a vosotros primero la palabra de Dios; pero ya que la habéis desechado y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles.
47 Porque así nos ha mandado el Señor:
Te he puesto por luz a los gentiles, a fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra. 
48 Al oír esto, los gentiles se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron cuantos estaban designados para la vida eterna.
49 Y la palabra del Señor se difundía por toda la región. 
50 Pero los judíos instigaron a unas mujeres piadosas y distinguidas y a los principales de la ciudad, y provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé, y los echaron de sus territorios.
51 Entonces sacudieron el polvo de sus pies contra ellos, y se fueron a Iconio.
52 Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo. 

CAPITULO 14
Pablo y Bernabé en Iconio
 

1 Aconteció en Iconio que entraron juntos en la sinagoga de los judíos y hablaron de tal manera que creyó un gran número, tanto de judíos como de griegos.
2 Pero los judíos que no creyeron incitaron y malearon el ánimo de los gentiles en contra de los hermanos.
3 Con todo eso, ellos continuaron mucho tiempo hablando con valentía, confiados en el Señor, quien daba testimonio a la palabra de su gracia concediendo que se hiciesen señales y prodigios por medio de las manos de ellos. 
4 La gente de la ciudad estaba dividida: Unos estaban con los judíos, otros con los apóstoles.
5 Como surgió un intento de parte de los gentiles y los judíos, junto con sus gobernantes, para afrentarlos y apedrearlos,
6 se enteraron y huyeron a Listra y a Derbe, ciudades de Licaonia, y por toda la región de alrededor.
7 Y allí anunciaban el evangelio.

Pablo y Bernabé en Listra 

8
En Listra se hallaba sentado cierto hombre imposibilitado de los pies, cojo desde el vientre de su madre, que jamás había caminado.
9 Este oyó hablar a Pablo, quien fijó la vista en él y vio que tenía fe para ser sanado. 10 Y dijo a gran voz:
-¡Levántate derecho sobre tus pies! Y él saltó y caminaba.
11 Entonces, cuando la gente vio lo que Pablo había hecho, alzó su voz diciendo en lengua licaónica:
-¡Los dioses han descendido a nosotros en forma de hombres!
12 A Bernabé le llamaban Zeus y a Pablo, Hermes, porque era el que llevaba la palabra.
13 Entonces el sacerdote del templo de Zeus, que quedaba a la entrada de la ciudad, llevó toros y guirnaldas delante de las puertas de la ciudad, y juntamente con el pueblo quería ofrecerles sacrificios.
14 Cuando los apóstoles Bernabé y Pablo oyeron esto, rasgaron sus ropas y se lanzaron a la multitud dando voces
15 y diciendo:
-Hombres, ¿por qué hacéis estas cosas? Nosotros también somos hombres de la misma naturaleza que vosotros, y os anunciamos las buenas nuevas para que os convirtáis de estas vanidades al Dios vivo que hizo el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos.
16 En las generaciones pasadas Dios permitió que todas las naciones anduvieran en sus propios caminos;
17 aunque jamás dejó de dar testimonio de sí mismo haciendo el bien, dándoos lluvias del cielo y estaciones fructíferas, llenando vuestros corazones de sustento y de alegría. 
18 Aun diciendo estas cosas, apenas lograron impedir que el pueblo les ofreciese sacrificios. 
19 Entonces de Antioquía y de Iconio vinieron unos judíos, y habiendo persuadido a la multitud, apedrearon a Pablo y le arrastraron fuera de la ciudad, suponiendo que estaba muerto.
20 Pero los discípulos le rodearon, y él se levantó y entró en la ciudad. Al día siguiente partió con Bernabé para Derbe.

El regreso a Antioquía de Siria 

21
Después de anunciar el evangelio y de hacer muchos discípulos en aquella ciudad, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía,
22 fortaleciendo el ánimo de los discípulos y exhortándoles a perseverar fieles en la fe. Les decían: "Es preciso que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios."
23 Y después de haber constituido ancianos para ellos en cada iglesia y de haber orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído. 
24 Luego de atravesar Pisidia, llegaron a Panfilia;
25 y después de predicar la palabra en Perge, descendieron a Atalia.
26 De allí navegaron a Antioquía, donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para la obra que habían acabado. 
27 Después de llegar y reunir la iglesia, se pusieron a contarles cuántas cosas había hecho Dios con ellos, y cómo él había abierto a los gentiles la puerta de la fe.
28 Y se quedaron allí por mucho tiempo con los discípulos.

 
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